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Seminario de Análisis. Imdosoc.17 de Septiembre 2013.
Al juzgar las situaciones que nos afectan profundamente a los mexicanos y que no se mencionaron explícitamente en el pasado informe presidencial, observamos una situación crítica en lo social, en lo económico y en lo político derivados de una crisis profunda y generalizada en el ámbito internacional que impacta a nuestro país por el alto grado de dependencia y subordinación que históricamente han propiciado los gobiernos civiles mexicanos, verdaderas burocracias con un alto grado de corrupción y privilegios, convertidos mas bien en un peso sobre la sociedad que un gobierno a favor de la sociedad.
De los problemas no mencionados en el informe destacan los siguientes: la necesidad de disminuir drásticamente la apropiación de recursos públicos en forma de muy altos ingresos económicos de todos los funcionarios que debieran canalizarse hacia el desarrollo y la disminución de la pobreza que hoy impacta a la mayoría de la población. Por sus altos sueldos, comisiones y pagos ilegales, así como por una corrupción generalizada en la asignación de contratos, los funcionarios públicos se han convertido en responsables principales de la quiebra de las empresas públicas.
No se planteó en el informe ningún cambio real en la estrategia frente al crimen organizado sino que simplemente se ha retirado de los medios de comunicación la información sobre los miles de muertos que se siguen sumando diariamente a la trágica cifra de los sexenios pasados. Tampoco en el informe se reconoce que nuestro país no cuenta con una posibilidad de desarrollo sustentado en una industria nacional con capacidad de competir y generar empleos ni detener la penetración indiscriminada del comercio internacional, específicamente la dominación del sistema financiero internacional y principalmente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Se anuncia como respuesta a la actual parálisis económica una acción monetaria de inversión mediante la captación de recursos vía impuestos a las clases media y alta y un endeudamiento externo, lo cual representa solo una solución inmediata para impulsar la economía, pero sin plantear una solución de fondo y a largo plazo de este problema. Las reformas estructurales, principalmente la hacendarla y la energética por si mismas no garantizan un desarrollo económico sustentable si no se orientan con transparencia a las necesidades de desarrollo de nuestro país.
Ante estos problemas y otros no mencionados en la presente reflexión, nuestro juicio como cristianos y las posibles acciones derivadas de nuestro discernimiento nos deben llevar a una acción decidida a favor de los desposeídos en particular y a favor de la sociedad en su conjunto. Nuestro gran desafío es analizar con objetividad la situación propia de nuestro país y esclarecerla mediante la luz de la palabra inalterable del Evangelio, para concretar normas de juicio y directrices de acción según las normas sociales de la Iglesia.
Como un primer resultado de nuestro análisis se puede afirmar, desde el punto de vista sociológico, que determinadas estructuras existentes favorecen entre los miembros de la sociedad una relación de desigualdad cada vez más aguda y lacerante. Desde el punto de vista teológico se las conoce como estructuras de pecado que producen opresión y pobreza, fruto de determinados pecados personales que dan por resultado a su vez otros concretos pecados personales. Algunas de estas estructuras tienen un origen con apariencia de bien, pero se alimentan de una lógica de posesión y de dominio que se han concretado en formas opresivas económicas y políticas.
Mediante un análisis hermenéutico, un discernimiento correcto nos permite trasladar y contextualizar en nuestro siglo XXI los dichos y hechos de Jesús de denuncia hacia las autoridades religiosas e imperiales que propiciaban la alienación del pueblo de Israel ante las falsificaciones en la interpretación farisaica de la ley y la dominación del imperio romano.
Hoy en día en el mundo y en particular en nuestro país, los poderosos siguen oprimiendo y robando la dignidad de millones de pobres que se debaten en la miseria extrema. Nuestro trabajo es primeramente identificarlos para poder denunciarlos y seguidamente impulsar una lucha pacífica por la justicia. Una característica que define actualmente a los poderosos es la forma en que se estructuran socialmente, es decir, la forma en que dan origen a verdaderos aparatos del mal que tienen una apariencia anónima y que han sido definidos por el magisterio de la Iglesia como Estructuras de pecado. Se pueden mencionar algunos ejemplos de estas estructuras responsables de las crisis mundial y nacional en el momento actual.
El primero y más determinante es el sistema financiero internacional que es una estructura económica que sustituye cualquier interés verdadero y trascendente del ser humano por un obsesivo e interminable aumento de ganancias. Se trata de un incontrolable movimiento accionario cuyas productos mas rentables son las armas, las drogas y la especulación financiera junto al lavado de dinero a favor de organizaciones criminales.
Este sistema financiero domina las transacciones comerciales del mundo sin detenerse ante ninguna frontera de los países subordinados.
Un segundo caso, no menos importante lo representan los gobiernos, como el de nuestro país, que son prototipos de estructura de pecado. En este caso, bajo un disfraz de tipo político, mediante las mas perversas simulaciones sociales, se han convertido en aparatos de acumulación de poder y dinero a costa de los pueblos que dicen representar, dentro de esta misma estructura podemos considerar a los partidos políticos registrados, insaciables también de dinero y de cotos de poder. Los individuos que forman parte de estos dos ejemplos estructurales, transitan contribuyendo con sus pecados personales de avaricia y soberbia poniéndose al servicio de estas estructuras del mal.
Sin embargo, como contraparte, observamos que existen otras estructuras sociales, que son estructuras de bien, y que han sido posibles a través de la historia impulsados por los mejores hombres y mujeres que en todas las culturas siempre han existido. Estructuras que generan relaciones justas y respetan la centralidad de la persona. Los cristianos observamos como la predicación de Jesús dio origen a las primeras estructuras sociales, en forma de comunidades, en las que la relación humana consistía en el con-vivir y el com-partir haciendo de estas comunidades modelos del bien. Pueden ser consideradas como Estructuras de Gracia en las que nacen y se desarrollan con el impulso del Espíritu, relaciones de igualdad y fraternidad. Es muy clara la descripción de Lucas ?Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.?? Hch (2, 48)??
Y son aquellas formas comunitarias cristianas las que hoy se nos presentan como un gran reto para trasladarlas a nuestra ámbito social y que se conviertan precisamente en el objetivo social de nuestra Iglesia. Diferentes tendencias de la acción pastoral de nuestras comunidades religiosas y de organizaciones de laicos de nuestro país han dado como resultado la experimentación de diferentes proyectos sociales y económicos como la organización comunitaria, la economía de comunión y la subsidiaridad. Estas acciones han favorecido a los pobres para que estos puedan desarrollar mediante la ayuda solidaria y sus propios esfuerzos una vida digna sobre la cual levantar una relación de fraternidad y caridad que son la condición principal para materializar el amor entre los seres humanos que predicó nuestro Señor Jesucristo y nos legó mediante su misión salvífica.
Por su parte la lucha pacífica por la justicia es harto difícil desde el interior de las estructuras de pecado que hemos mencionado por su aparente impenetrabilidad y dominio interno del mal, y es por eso que, como alternativa viable nuestra doctrina social puede proponernos la construcción de estructuras de bien principalmente entre los pobres y desposeídos para que puedan sobrevivir y desarrollarse en base a nuestros principios evangélicos. Frente a las estructuras de poder que se observan ya en un proceso decadente y de colapso afectando a toda la humanidad y a nuestro planeta, se antepondría la capacidad de sobre vivencia de nuestras comunidades, sustentadas en el amor, y representarían una voz y una fuerza social que podría hacer realidad aquí y ahora, bajo el impulso del Espíritu, la construcción de la antesala del Reino que soñamos y que tenemos prometido en la esperanza.
Bibliografía de Referencia:
Estructuras de pecado y pecado social. Eduardo Bonnín Barcelo, Sch.P
Pecado Estructural (p.76).He venido a traer a la tierra el fuego del Amor. P.Manuel Rubin de Celis M.Sp.S.
Dimensión Social de la Fe. Pbro. Mario Angel Flores Ramos
El Discernimiento evangélico de la realidad social. Sergio Bernal Restrepo. S.J.