La regla de oro de la hospitalidad -- Jacques Gaillot, obispo de Partenia

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Partenia

El juicio de Yvan Colonna continúa con la comparecencia de cuatro corsos, ante el tribunal de Paris. Se les acusa de haber albergado al que, en aquella época, era el hombre más buscado por la policía francesa.
En el banquillo, el pastor corso está en plena forma, replicando con unas respuestas que sorprenden a la Presidenta:
« Vd. no puede comprenderme. ¡No escucha lo que le digo!»

Patrizia, profesora de corso y cantante muy apreciada en su país, es llamada al estrado. Se le acusa de haber albergado en dos ocasiones a Yvan Colonna. La Presidenta se lo recuerda: «Un día, cuando volvió usted a su casa, se encontró con Yvan Colonna instalado en ella. ¿Cómo hizo para entrar?» «No cierro nunca mi puerta»

El fiscal le tiende una trampa: «Si un asesino, que ha matado a uno de sus vecinos, le pide que lo acoja en su casa, ¿qué haría Vd.?» Sin nerviosismo responde Patrizia: «Pero señoría, Yvan Colonna no es un asesino. Considero, en conciencia, que es inocente. Yo apliqué para él la regla de oro de la hospitalidad».

Al salir del tribunal, felicité a Patrizia y le di dos besos.