LA PRIMAVERA ÁRABE

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Tres factores hacen hoy del Oriente Medio el espacio más conflictivo del planeta, en el que las grandes potencias no esconden su voluntad de injerencia: su posición geoestratégica como punto de encuentro de tres continentes; sus reservas energéticas de petróleo y de gas, el 65 % de todo mundo; y el proceso de creciente identidad de la comunidad árabe, confrontada con Occidente. Cualquier fenómeno en esta zona, desde el Pacto de Quincey (1945) por el que Estados Unidos se aseguró la provisión de petróleo por parte de Arabia Saudí a cambio de respetar la dictadura en este país,  a la creación del Estado de Israel (1948) y sus posteriores conflictos con el pueblo palestino y los países vecinos, o las invasiones de Irak, Afganistán y previsiblemente de Irán, etc., deben analizarse bajo esta triple perspectiva.

En este marco,  las transformaciones que tienen lugar en muchos países árabes (Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahréin, Líbano?? y con menos intensidad en el resto) a raíz de la primavera de 2011, hay que interpretarlas con sentido crítico. Los medios de comunicación las presentan  apoyadas por Occidente, que dan lugar ?a veces mediante cruentas guerras civiles- a posteriores procesos de liberación.

Sin embargo, nos asalta la sospecha de que estas guerras de destronamiento del dictador tienen otros objetivos más determinantes que generalmente se ocultan al gran público: el dominio geopolítico de la zona y el control de las materias primas, lo  que exige nuevas formas de colonización por parte de aquellas potencias que han venido manejando los hilos de la región, básicamente Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, siempre con la punta de lanza cómplice del Estado de Israel. En todo caso, los movimientos populares, que integran a una gran cantidad de fuerzas religiosas y progresistas de la región, deben tener en cuenta estos condicionamientos.

¿Qué está siendo y qué representa la Primavera Árabe? ¿Cuál es su fuerza de arrastre actual, su capacidad de alternativa, su geopolítica de cara al futuro? ¿Qué papel está jugando la religión en esta revolución de los jóvenes y qué papel se espera que tenga en el futuro? Redes Cristianas, que defiende la autonomía y libertad de las personas, los pueblos y las culturas y que apuesta por una planetarización de la articulación humana, mira con simpatía y apoya decididamente la alternativa no violenta (contra todo fanatismo destructor)  de la Primavera Árabe, con democracia y justicia social, a la vez que alerta sobre los riesgos de recuperación por los poderes vigentes.