Les envío la carta entregada a los diarios Perú21 y La República el 17 de Abril de 2007
El Pueblo de Dios, la Iglesia, debe advertir a sus pastores.
Para un creyente que basa su fe sobre el Evangelio, la presunción legal sobre la administración de la PUCP no tiene importancia. Lo que para Jesús contaba y para la Iglesia, el Pueblo de Dios cuenta, es el Reino de Dios.
Este puede prescindir de normas jurídicas, y hay situaciones en que debería hacerlo. Así acordaron los obispos en el Concilio Vaticano II: (La Iglesia) “no pone ciertamente su esperanza en privilegios dadas por el poder civil; más aún, renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de la vida exigen otra disposición” (Gaudium et Spes, 76). En mi opinión, estos casos se dan en la riña por la administración de la Universidad Católica a la luz del Evangelio, como de los signos de los tiempos. Una universidad confesional terminaría con ser universidad, equilibrada entre todas las tendencias científicas e ideológicas y la Iglesia con su pretensión perdería valiosos carismas en la construcción de una sociedad justa, fraternal y libre.
(Correoe elcetrónico)