La participación de la mujer en la Iglesia exige un nuevo modelo de Iglesia -- Pablo Richard, teólogo y biblista chileno

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Adital

Creo que el problema de la participación de la mujer en la Iglesia sólo se entiende dentro de una definición eclesiológica global.
Cuando Jesús entró en el templo lo definió como «cueva de bandidos».
El pueblo judío es en gran parte de una religión del templo, y en este tipo de religión la participación de la mujer es impensable.

El ministerio «sacerdotal» es algo propio de la religión judía.

La Iglesia cristiana no está en ésta tradición del templo; ni los hombres, ni las mujeres.

Debemos realizar una «des-sacerdotalización» de la Iglesia, es decir, no pensar la Iglesia en términos de Templo y Sacerdotes.

En la tradición cristiana de Jesús hay «presbíteros», que no es un ministerio sacerdotal, sino de hombres y mujeres encargados de la fe de la comunidad.

Si hablamos en la Iglesia de «sacerdotes», ni la mujer ni tampoco el hombre deberían ser ordenados como sacerdotes.

Jesús siguió más bien la tradición de la sinagoga judía, que no es un lugar de culto, sino de enseñanza.

El cristianismo avanzó en la inclusión de la mujer como maestra, en igualdad con el hombre. Por lo tanto afirmar «nunca más una Iglesia sin mujeres», significa también «nunca más una iglesia de sacerdotes».

El cristianismo no nació en un «altar», sino en una «mesa», donde todos y todas participan.

El problema no es la mujer, sino la Iglesia.

Integrar a la mujer en el actual modelo de Iglesia sacerdotal y jerárquica sería negativo para la mujer.

El ministerio fundamental en la Iglesia hoy es el «Ministerio de la Palabra», no el «Ministerio sacerdotal??.

Cuando la Iglesia reduce el ministerio a Obispos y Sacerdotes, la inclusión de la mujer es negativa para la mujer.

Cuando tengamos una Iglesia de maestros y profetas, la participación de la mujer será indispensable.