Periódico Diagonal
Nota de Redes Cristianas: ante los acontecimientos recientes en la parroquia, hemos recuperado este texto del periódico Diagonal, de octubre del año pasado.
Acudir a la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías supone romper con todos los tópicos que puedan existir sobre un domingo en la iglesia. Aquí no es raro encontrarse con bancos llenos, gente joven, cristianos y musulmanes leyendo juntos la Biblia y el Corán, o incluso con asistentes que se declaran ateos. Los motivos de este éxito entre los vecinos son múltiples. En primer lugar, la dedicación que desde hace más de 20 años se lleva prestando desde esta parroquia a los sectores más marginales.
En los ?80 la llegada del padre Enrique de Castro supuso una pequeña revolución. Frente a otras prioridades, esta iglesia se volcaba entonces en el problema de la droga, se dio apoyo a la asociación Madres contra la Droga y se trabajó personalmente con los toxicómanos. Con el tiempo, se han seguido los problemas de cada momento. Por sus despachos pasan hoy niños de la calle, inmigrantes, prostitutas o ex presidiarios. Y junto a otras actividades, se cuenta con una Escuela contra la marginación. Cada año acuden a ella una veintena de personas a las que se informa sobre sus derechos y cómo salir de la marginalidad. Con frecuencia, estos problemas suelen ocupar buena parte de las misas del domingo. Javier Baeza, uno de los párrocos, se muestra escéptico con cómo se entiende la misa generalmemente.
?Lo normal es que la gente se ponga su traje de los domingos, esté una hora en misa, escuche al cura y aquí paz y después gloria??, ironiza. ?Por eso no queremos que la misa sea que alguien hable, el resto no diga nada y se acabó. Aquí hablamos de los problemas de la gente. Si un domingo acude alguien que acaba de salir de la cárcel o está de permiso, hablamos de ese caso concreto y vemos también qué se decía en el Evangelio sobre ese tema. Es lo que debería ser una misa, hacer vida entre todos??, considera. ?No creo que cuando Jesús estuviera con sus discípulos él sólo les diera la lata y los demás no dijeran nada??. En la parroquia los problemas no sólo se debaten. También se actúa contra ellos. Así, en 1989 San Carlos Borromeo protagonizaba el primer encierro de inmigrantes en el Estado español. Esa idea del cristianismo despierta las simpatías entre los habitantes del barrio. Pero también los recelos del Obispado madrileño.
Hoy, la iglesia ha recibido amenazas veladas y su futuro aún no está del todo asegurado. Tras ofrecer allí una misa, y con el pretexto de que no se cumple el rito litúrgico (la comunión, por ejemplo, se realiza a veces con galletas y no con ostias), el obispo ha anunciado que a finales de octubre tomará una decisión sobre si la iglesia sigue como hasta ahora. Desde la parroquia, mientras, esperan sin miedo. Saben que resultan incómodos a la jerarquía, pero que ésta a veces se aprovecha de ellos. ?Una vez, en Vallecas, acusaron a Rouco Varela de que la Iglesia no hacía nada por los pobres. Y el cardenal respondió: ?No es cierto, mirad lo que se hace en Entrevías?, recuerda Baeza.