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El tema de las mujeres y su papel en la nueva evangelización que promulga la Iglesia católica desde el pontificado de san Juan Pablo II merece toda nuestra atención. Somos las mujeres quienes hacemos la mayor presencia pastoral en las parroquias, llevando a cabo proyectos evangelizadores y dando testimonio de una fe y una creencia cada vez más fundamentadas.
Según el estudio realizado en 2015, por el Observatorio Arquidiocesano de Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá, que caracteriza a los animadores de evangelización (personas que prestan algún servicio pastoral en las parroquias), el 72% de los animadores son mujeres, frente al 28% de hombres. Es decir que hay un hombre por cada tres mujeres sirviendo en las parroquias de Bogotá. Son las mujeres quienes estamos sosteniendo esta Iglesia particular, posibilitando no sólo actividades pastorales, sino recursos económicos que contribuyen al sostenimiento de las parroquias.
Este desempeño no es extraño si se revisa en la historia el papel tan importante que desempeñaron las mujeres en la expansión del cristianismo en las primeras comunidades y el reto que desde entonces ha significado la minimización de este protagonismo en los laberintos de la sociedad patriarcal durante los siglos siguientes.
Pero es precisamente este protagonismo callado, anónimo, difuminado a través del tiempo, el que debe sostener hoy el reto de ser mayoría en la nueva evangelización.
La expresión ?nueva evangelización?? fue introducida por el papa san Juan Pablo II en 1979 en Polonia en el santuario de la Santa Cruz, de Mogila, en las celebraciones del milenario de la evangelización en esa zona. Con la nueva cruz de madera levantada no lejos de allí, señaló: ?hemos recibido una señal: que en el umbral del nuevo milenio ?en esta nueva época, en las nuevas condiciones de vida?, vuelve a ser anunciado el Evangelio. Se ha dado comienzo a una nueva evangelización, como si se tratara de un segundo anuncio, aunque en realidad es siempre el mismo??.
Años después, al dirigirse a los obispos del CELAM el 9 de marzo de 1983, pidió el compromiso de obispos, sacerdotes y fieles: ?no de re-evangelizar, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión??.
Y es esta novedad de métodos y de expresiones para evangelizar la que supone el reto actual del papel de las mujeres en la Iglesia y en la nueva evangelización. Es preciso que todas seamos conscientes de la responsabilidad que tenemos como mayoría en la Iglesia; que demos los diálogos necesarios para valorar lo que hacemos y cómo debemos desempeñar ahora un papel más acorde con las necesidades y búsquedas espirituales de las personas de este siglo, pensando en que la evangelización de hoy en día necesita novedades en métodos y expresiones, como bien lo pidió el papa san Juan Pablo II hace más de 30 años.
Responder a los desafíos
La respuesta a estos retos pasa por los siguientes aspectos a tener en cuenta:
Es imperativo reconocer que el testimonio es la mejor expresión de vivencia cristiana y que sólo se puede ser testigo y dar testimonio si se experimenta un encuentro personal con el Maestro; o varios, si son necesarios. El cristianismo es un estilo de vida que se aprende conociendo al Maestro, viviendo con ?l y configurando la propia vida con la de ?l.
La mejor herramienta para abordar una evangelización nueva en métodos y expresiones es la educación. Es importante que todas podamos dar razón de nuestra fe, asumiendo con responsabilidad nuestra condición de laicas o religiosas que deben formarse, aprender, estudiar lo que significa haber sido bautizadas en la Iglesia católica y qué significa ser discípulas del Señor Jesucristo.
Considerar que el papel de la mujer nunca puede alinearse con los esquemas de poder que se evidencian en la Iglesia de hoy. Siempre ha de estar por encima de cualquier interés particular de protagonismo y figuración.
La nueva evangelización empieza por identificar y caracterizar a las personas a quienes debemos llegar con el mensaje, los escenarios donde debemos ser misioneras, los recursos con que ahora podemos contar para evangelizar.
La nueva evangelización supone reconocer que el cristianismo ya no es la única opción de creencia o de vida de fe en la sociedad del siglo XXI. Por lo tanto, es preciso valorar las diferencias, aceptar otras formas de pensar, de creer, de sentir, de ser en la pluriculturalidad y la globalización.
En la aceptación de las diferencias es preciso también reconocerlas en las mismas animadoras o discípulas del Señor. Es decir, la Iglesia es solo cuerpo con muchos miembros, donde cada uno desempeña un papel importante según sus capacidades, sus dones, sus carismas y todos han de ser valorados.
Por lo tanto, los retos de la mujer en la Iglesia de hoy son:
Procurarse espacios de encuentro con el Señor, retiros, talleres de oración, entre otros, que le permitan mantener viva su respuesta de oración, de disponibilidad, de crecimiento en la fe, de discipulado y de misión.
Procurarse espacios de formación cualificada que le permitan construir argumentos sólidos de doctrina, de magisterio, de historia de la Iglesia, de teología, entre otros, como respuesta a la necesidad de presentarse como mujeres adultas en la fe, capaces de interactuar con cualquier persona en estos temas.
Fomentar la concordia, la armonía, la cercanía y la fraternidad cristianas entre todos los miembros de las comunidades parroquiales usando las habilidades comunicativas, de relación y de sensibilidad que nos caracterizan de manera natural, como mujeres.
Contribuir a construir verdaderas comunidades cristianas donde los demás puedan ver: ?cómo se aman??. Comunidades donde se valore a cada una por su condición de mujer, con la misma dignidad de hija y coheredera del Reino, con sus habilidades, capacidades, saberes, experiencias, dones, carismas y diferencias.
Presentar a los párrocos alternativas de proyectos de pastoral y acciones evangelizadoras sustentadas en análisis juiciosos de las realidades particulares de cada territorio, que le ofrezcan posibilidades de llegar a muchas personas y de presentar el mensaje de la Buena Nueva con mayor propiedad y eficacia.
Ejercer liderazgo fraterno en la construcción de comunidad. Ayudar a identificar los dones, habilidades y carismas de cada una de las personas para ayudar al párroco a ubicar a cada quien donde mejor se potencie su servicio.
Promocionarse y sentirse colaboradoras del párroco con tranquilidad, buenas maneras, caridad cristiana, argumentos sólidos, soluciones posibles, reales y pertinentes, sin afanes de protagonismo, sino con un claro sentido del valor del servicio y con autoridad de discípula del Señor.
Puede que no sean los únicos retos de las mujeres hoy en la vida de la Iglesia, pero un acercamiento a estos y una clara conciencia de su importancia pueden ayudar a clarificar el camino futuro de la Iglesia y de la nueva evangelización de la mano del protagonismo natural de las mujeres, su creciente influencia en la sociedad y su intuición para detectar situaciones donde la caridad, el amor y la fraternidad pueden ser las herramientas de solución.
https://amerindiacolombia.wordpress.com/2019/07/23/la-mujer-en-la-nueva-evangelizacion/