La misión continental de(s)aparecida -- Agustín Cabré

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El catalejodelpepe

Hace un par de años nuestra iglesia católica en América latina y el Caribe llamó a comprometerse con un proyecto nuevo de evangelización. La idea era (y es) la renovación de personas, estructuras y estilos de vivir la pertenencia eclesial que fuera más conforme con el evangelio de Jesús. Fue la magna asamblea de Aparecida, en Brasil en donde se dibujó este proyecto: la misión continental.

En los diversos países se ha ido asumiendo el proyecto con diversos resultados hasta ahora. De lo que he visto en el cono sur, en Paraguay se ha asumido con cierta fuerza. En Argentina, en algunos obispados más que en otros, pero en general el asunto está en un tono mortecino. En Chile se multiplican las reuniones de los responsables, se edita algún material de apoyo, pero nada de eso es asumido por las bases. Solamente pequeños grupos en algunas parroquias: algo sumamente endeble respecto a la propuesta del comienzo.

Es cierto que en nuestra América hay que luchar contra una inercia colosal. Han sido poco más de 500 años de un estilo clerical dedicado al culto y a la sacramentación pero con poco espacio para la evangelización.

Habrá que decir en forma muy escueta que la partida ya fue deficiente: cuando llegó la cruz acompañando la espada, los tiros de arcabuz y las dentelladas de los perros, los pueblos ?conquistados?? debieron bautizarse a la rápida para no pasar directamente al infierno. Las comunidades originarias se cristianizaron mediante la invocación a la Trinidad y la recepción del agua y del óleo. Un óleo muy parecido al barniz que cubre las maderas pero no las penetra.La pertenencia a la cristiandad occidental hizo todo lo demás y disimuló las falencias.
De todo modos ha habido quienes se han comprometido con una fe adulta, otros que han asimilado la doctrina y se sienten participantes, otros son bautizados y miran un poco de lejos, otros que no se han interesado por el tema. Estos dos últimos estamentos parecen ser mayoritarios.

Creo que para una evangelización de cara al siglo XXI hay que emplear los medios que las gentes del siglo XXI entienden: una propuesta que no sea impositiva sino dialogante, una propuesta que no sea latiguda sino interesante, unos medios actualizados que superen la charlita parroquial, la abúlica predicación dominguera o la catequesis colegial y se abra al amplio mundo telemático y de comunicaciones al instante; unos programas que se trabajen desde las bases y no caigan desde arriba porque solamente así serán asumidos. Hoy día impactan y forman opinión las redes sociales más que todos los discursos episcopales. Mientras no salgamos de esquemas caducos para presentar el mensaje salvador de Jesús, el gran desafío de la Misión continental a que llamó Aparecida, será una misión desaparecida.