Decía yo con un sobreentendido sentido irónico que, cuando me jubilara, me empadronaría en el pueblo y me presentaría al puesto de alcalde de la localidad. Con mi prestigio, sería elegido. ¿Propósito? Uno de ellos, la celebración ciudadana del domingo.
Para ello, a la misma hora designada para la celebración litúrgica y con la malévola intención de sustituir eventos semanales, confeccionaría un programa, que podría variar de un domingo a otro, basado en lecturas ad hoc, a veces jocosas, a veces moralizantes y, sobre todo entretenidas, sacadas de los clásicos españoles. ··· Ver noticia ···
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