La mezquindad del servicio pastoral de mi diócesis -- Jesús del Pino Marín ( Suso + )

0
96

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Quiero lío en las diócesis
Recuerdo un vídeo de la campaña del día del seminario, elaborado por la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades, apoyado por la Conferencia Episcopal Española, publicado el 15/3/2012. Pudiéndose visualizar en el enlace que queda a continuación, todo se resume en un sketch de dos minutos y medio aproximadamente, dónde varios sacerdotes hacen una llamada a la vocación, haciendo en primera persona una serie de promesas, para poder convencer a cualquier aspirante o bien con la idea de poder despertar vocaciones.
https://www.youtube.com/watch?v=k1pY_IugQfY

Para que nadie pueda sospechar que este servidor estuviese obrando con mala intención, si quisiera compartir otro vídeo de la Pastoral Vocacional, de la Parroquia Ntra. Sra. de San Juan de los Lagos (México). Un vídeo sencillo, sin protagonistas, con un mensaje que cala, un video que personalmente tengo que confesar que siempre me pone el bello rizado. En cuatro palabras, si que puedo decir que con este vídeo «me quito el sombrero» e invito a que también lo podáis ver.

https://www.youtube.com/watch?v=ysYblICv94Q

De partida puedo decir que en muchas ocasiones me he preguntado que, con todas las promesas que el Señor nos hace en las Escrituras, ¿Por qué las promesas sacerdotales se deben de sobreponer a estas promesas Divinas? No quisiera alargarme demasiado en esta concreción, pero quizá va siendo hora de dejarse de palabras, para pasar de lleno a los hechos. Digo esto porque si todos los sacerdotes nos dieran ejemplo de lo que dicen en sus palabras, no necesitaríamos ninguna golosina audiovisual para poder traerlos con redes, en vez de usar este tipo de palos secos con anzuelo, para poder tratar de pescar algo.

No voy a detenerme en analizar todas estas promesas que se vierten en este vídeo, pero quisiera centrarme concretamente en dos, para poder analizarlas con un poco más de profundidad. La primera apuesta o promesa que nos hace el primer sacerdote es «Yo no te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo».

Si se me permite voy a tomar la última instantánea, para terminar después con la primera, pues aquí se nos dice nada menos, ya en plena escena de nuestra crisis española, que nos prometen un trabajo fijo. Esto tiene una hoja con dos filos cortantes y la primera y más importante viene a ser, ¿Dónde se nos dice en las Escrituras que la labor o la vocación pastoral sea un trabajo? Efectivamente, ellos asumen desgraciadamente que así lo es, pero ¿Qué ocurre cuando el Señor nos habla de los pastores asalariados? «Yo soy el Buen Pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas» (Jn. 10, 11-13).

Queriendo tomar otro ejemplo análogo, para tener mayor consciencia del yerro de este asunto, ciertamente un voluntario que desempeña sus funciones, dejaría de ser voluntario si éste llegase a cobrar más adelante por sus servicios. Es por ello que el tiempo por desgracia ha ido disolviendo muchas de las palabras del Señor, quizá las que no nos interesa interpretar como es debido. Todo esto se enfatiza mucho más cuándo el Señor también mandó a sus apóstoles a que «No lleven oro, plata o monedas en el cinturón. Nada de provisiones para el viaje, o vestidos de repuesto; no lleven bastón ni sandalias, porque el que trabaja se merece el alimento» (Mt. 10, 9-10). Sin duda el Señor debe de estar muy disgustado, porque en este aspecto sí que podemos decir que hizo su debida y necesaria insistencia, pues de nuevo nos recuerda que «lo que recibisteis gratis, dadlo gratis» (Mt. 10, 8). Nuestra pregunta ahora debe de ser ¿Nos dan en verdad algo gratis? ¿Son verdaderamente lo que son y/o dicen creer que son? Aquí están estos primeros argumentos que se fundamentan en las palabras de Cristo. A lo largo de los siglos, el mundo nos ha ido haciendo una erosión secular muy agresiva y se ha ido perdiendo la identidad del Pastor del Evangelio e incluso ya no saben muchos que es la verdadera vocación, porque esta puede llegar a ser confundida con cualquier mal de este mundo.

El otro filo de la hoja es temible, porque como ha ocurrido en otros momentos de necesidad en la historia, dónde muchos hombres se ordenaron sacerdotes, en verdad nunca lo fueron, porque iban cargados de intereses y los intereses para la vida espiritual es la metástasis del alma. Por estas razones fundamentales y otras, nuestra Iglesia Católica en España, fue poco a poco menguando.

Quisiera tomar una instantánea real de esta mezquindad, concretamente de una parroquia de mi diócesis. Aprovecho la ocasión para hacer desde aquí un llamamiento a cualquier persona de las diócesis de España o del cualquier lugar del mundo, que pueda conocer a uno o varios sacerdotes de «barra libre», no sólo para poder confesarse con ellos, sino que en su vocación pastoral lleguen a ser completamente entregados y sensibles con los demás. Quizá debamos de hacerles un homenaje o algo para agradecérselo de alguna manera, para que a la par otros sacerdotes pudiesen tomar nota.

Aquí podemos observar que en una parroquia de Alcalá de Henares, tienen la enorme generosidad de ofrecer media hora al día para poder confesarnos. Si no mal recuerdo en esta o en otras parroquias, en ocasiones nos daban la opción de poder llamar a un teléfono móvil, pero cada vez vamos raspando más y más. Es aquí donde quisiera ensamblar la primera parte de esta primera promesa sacerdotal que se nos hace, cuándo se nos dice que «Yo no te prometo un gran sueldo». Bueno, vamos a ser humildes y transparentes, evitando dar de esta forma a los demás una imagen menesterosa, porque muchos no son tan necios. Con 600-800 ?? mensuales, con una vivienda que pone a cada uno la diócesis, creo que tampoco está nada mal, pero luego hay que fijarse en estos detalles mezquinos. Se puede decir que con esta compensación de jornada laboral que se hacen con el tiempo, el sueldo está más que estupendo. Estoy seguro que si se lo tuvieran que ganar como dice el Señor «porque el que trabaja se merece el alimento», cuanto cambiarían las cosas. Al menos les veríamos de vez en cuando en nuestras casas, pues con gusto les podríamos servir, para que la paz pudiese quedar en nuestras casas y, al menos pudieran irse oliendo un poco a oveja, tal como tiempo atrás nos lo decía el Santo Padre Francisco.

En la segunda frase que quisiera analizar, la he tomado para hacerla un modelo o patrón de todas las promesas que se hacen en este vídeo, porque sinceramente, de partida, excepto esta primera que a decir verdad tiene su jugo, las demás carecen de fuerza o consistencia en sí mismas «No te prometo un trabajo perfecto, te prometo formar parte de un proyecto inolvidable».

Debemos de aprender a diferenciar lo que es una vocación, un trabajo y una misión. Es aquí dónde podremos apreciar mejor con lupa la tropelía de la Conferencia Episcopal Española. ¿Qué el Señor como dice la parábola nos llama a trabajar en su viña? Pues hasta ahí estamos de acuerdo, ¿Qué ?l también nos paga? Sin lugar a dudas, también. Pero cualquier labor profesional de la cual podamos tener o no vocación, además de diferenciarse por la prestación económica que podamos recibir, no tiene parangón con la misión a la que todos hemos sido llamados, todos. ¿Cómo hemos podido terminar llamando «trabajo» a aquella labor sobrenatural de poder llamar a las almas a las filas del Señor? Por ello debemos de tener muy en cuenta a partir de este momento, que es el trabajo el que puede pesarnos más o menos en la jornada, pero cumplir con nuestra misión, es otra cuestión muy diferente.

Por ello animo a cualquier persona enamorada verdaderamente de CRISTO y que tenga celo por su Santa Iglesia, que después de lo que acabo de glosar, pueda meditar con calma las siguientes palabras del Señor, que concatenan con los versículos que acabamos de mencionar «De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos». (Mt. 5, 19).

Si hemos perdido la noción de estas coordenadas espirituales, sin duda debemos de ser plenamente conscientes que el mejor consejo al que podemos acogernos todos con seguridad, viene en esta ocasión de la mano del Santo Padre Francisco «Quiero lío en las diócesis». «Que me perdonen los obispos y los curas, si alguno después le arma lío a ustedes, pero es el consejo. Gracias por lo que puedan hacer».

Aprovechemos la bendición de este Papa que el Espíritu nos estÁ regalando

http://www.matematicasmisticas.com/veritas/FamiliaSencillos.html («Quiero lío en las diócesis»)

Dios nos bendiga.