LA MEDALLA DE ORO DE NICOLÁS. Fernando Caballero

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Norte de Castilla

EL que fuera obispo de Palencia entre 1988 y 1991, Nicolás Castellanos Franco, sigue cosechando reconocimientos, que son el fruto de una labor religiosa y humanitaria que desarrolla en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, desde que dejó la prelatura palentina.
Este nuevo reconocimiento es la Medalla de Oro del Trabajo, que le ha concedido el Gobierno y que hoy recibirá de manos de la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega.

Nicolás Castellanos es un religioso atípico, que no dudó en abandonar la Diócesis palentina para centrar su actividad religiosa en las misiones, es decir, en ayudar a los más pobres. Ya en los discursos que pronunciaba siendo obispo era patente su preocupación por los desfavorecidos, los marginados y los que apenas tienen recursos para vivir.
Sus reflexiones sobre la pobreza y la miseria que padecen millones de personas en el mundo fueron las que le llevaron a crear la misión en Bolivia, una misión en la que los ciudadanos de Santa Cruz tienen la posibilidad de mejorar su educación y su preparación laboral, siempre con un fin espiritual.

Frente a la jerarquía eclesiástica, Castellanos ha dado el ejemplo de que desde la base de la Iglesia se puede desarrollar una gran labor. Este misionero entiende que la misión de la Iglesia no solo radica en la evangelización, sino que además hay que formar a las personas para que tengan trabajo y comida.

El obispo misionero ha llevado a la práctica un ideario próximo a la Teología de la Liberación. Castellanos no pasará a la historia de la Iglesia como un concienzudo teólogo, pero sí como un obispo pragmático que cambió de trabajo para estar más cerca de los pobres y ayudarles a salir de la miseria. Y ese trabajo está siendo acertadamente reconocido.