«Cuando los dioses quieren destruir a un hombre, primero lo enloquecen.», así se expresaba el autor griego Eurípides. No encuentro otra explicación para las últimas decisiones de Antonio María Rouco que las de su enloquecimiento.
El cardenal Rouco ha regido la Archidiócesis de Madrid durante 20 años. Llegaba la hora de su jubilación -retrasada un par de años- pero él pretendía quedarse a vivir en la calle de San Justo en el llamado palacio episcopal. Ocuparía el primer piso y estaba dispuesto a acondicionar la planta baja para su sucesor. Fue el primer síntoma de su locura. A nadie en su sano juicio le cabía en la cabeza esa pretensión de convivir con el nuevo Arzobispo. Muchas personas le mostraron la inconsecuencia de sus planes y acabó por renunciar a ellos.··· Ver noticia ···
