Enviado a la página web de Redes Cristianas
Aprovechando que la ultraderecha ha venido hablando hasta ayer de la “derechita cobarde”, acertada y expresiva locución, desde su catadura, yo recojo el guante y en espejo me refiero al reverso de la medalla: a la “izquierdita cobarde”. Lo expresivo y significativo, que no falte…
La derecha siempre ha dominado en España después del franquismo. En la transición y después de la transición. Los gobiernos de la “izquierdita cobarde” a lo largo de estos 43 años que vivimos bajo la carpa de una democracia de cartón piedra, han sido prácticamente testimoniales, casi decorativos. Como decorativo ha sido siempre el PC.
La “izquierdita cobarde” no ha cumplido prácticamente nada de lo que fueron los objetivos programáticos de los años 80. Ha hecho lo que, salvo excepciones, virtualmente les han permitido los poderes fácticos judicial, eclesiástico, militar, empresarial y mediático por definición ultraconservadores. Y si no, dígase qué de peso han hecho que nos permita pensar a la gente de izquierdas sin reservas, que no hemos seguido en un neofranquismo light hasta ayer que, si hubiese seguido viviendo el dictador no hubiese tenido que hacer a la fuerza de los tiempos…
Y no sólo eso. La derecha ha ido borrando poco a poco infinidad de vestigios del pensamiento de izquierdas. Ha vaciado de contenido la única Ley, la de Memoria Histórica, que respondió al espíritu no de la represalia sino de la mínima reparación. Con el pretexto del agravio comparativo del desalojo de los restos del dictador del Valle de los Caídos, poco a poco ha ido suprimiendo nombres de calles, murales, monumentos de todas partes, inmatriculando la Iglesia católica todo cuanto le ha venido en gana, y removiendo la vieja confrontación de principios del siglo XX sabiéndose dueña efectiva de la realidad política, institucional, etc. La familia del dictador, lejos de haber sido abandonada a su suerte, se ha enriquecido hasta extremos de escándalo y nauseabundos…
Y cuando hablo de la derecha española, hablo de la dueña de los latifundios que siguen intactos ahí, de la banca, de las finanzas, de los medios de comunicación, de la auxiliada en ciertas materias, la territorial, por ejemplo, por la magistratura, a su vez ésta benévola con los grandes saqueadores de entre los conservadores. Derecha y saqueadores que han estado 43 años guarecidos en un partido conservador de tapadera que les ha permitido espantar la idea, ante el mundo y ante la izquierda real española, de ser auténticos franquistas, como ahora se destapará cuando confluyan los dos partidos franquistas en las instituciones para asaltar el poder político del Estado y adueñarse definitivamente del poder “democrático”, como hizo Hitler. Y la izquierda desvanecida, gaseosa, difuminada…
Pues bien, con la ignominiosa manera de haber actuado todos: derecha, ultraderecha, izquierda de boquilla, periodistas en su mayoría, televisiones y una larga nómina de indolentes y apáticos, aparte la atmósfera deprimente que ha traído la otra farsa de la pandemia, el único icono de la izquierda real que ha resistido hasta el fina; ese político que seguía al frente del espíritu de la transformación sociopolítica que urgía en España, ha tenido que tirar la toalla en pleno ring. Tenía a tantos y a tantas en contra, no sólo de él como persona sino también de su causa que no era sino la de los olvidados del sistema, que ha tenido que abandonar. Ha tenido que dejar a todo el país, una vez más en la historia, en manos de la fatalidad; la fatalidad de siglos de caciquismo y de contracultura; de dominio subrepticio eclesiástico, de dominio de los apellidos compuestos, de arribistas, de amasadores de dinero en medio siglo, de malas personas, de necios, de auténticos facinerosos y de “izquierdistas cobardes” a los que que al final hago personalmente principales responsables de la debacle…
10 Mayo 2021