«La injusticia», el gran pecado -- Juan de Dios Regordán Domínguez

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Los años pasan. De todos se pueden sacar aspectos positivos. Aunque la realidad sea muy dura, dentro de su contexto, podemos descubrir a unos profesionales de la sanidad, dedicados plenamente a su trabajo en el Hospital Punta Europa. Gracias por vuestro trabajo bien hecho y el cariño y los ánimos que habéis proporcionado a mi familia..A pesar de los recortes, habéis sabido suplirlo con desvelos y constante observación y dedicación. Vuestra entrega no puede ser eclipsada por aislados comentarios personales.

Parece que existen campos vetados o que no les interesa tocar a quienes tienen responsabilidades en los distintos estamentos de nuestra sociedad. La democracia declara que todos somos iguales en derechos y obligaciones; pero hay débiles, indefensos, explotados y empobrecidos a quienes desde las meras consideraciones políticas no les llega la justicia ni la solidaridad que necesitan.

Independientemente del modo de pensar o creencias, pienso que la ?Injusticia es el Gran Pecado??, considerado éste como la Maldad Personificada. La injusticia se presenta de muchas maneras, pero siempre tiene la raíz profunda de la maldad que arañará todo lo que pueda para que no brille la justicia. Por eso afirmo que la injusticia es la gran maldad de la humanidad. Sabemos que la defensa del débil ha de venir desde la convicción de que toda persona tiene un valor en sí mismo que le hace digno de ser respetado, estimado y amado. Puede ser apasionante, pero comprometido, analizar quién favorece más a los débiles, qué política de inmigración se defiende; si hay mayor distribución de la renta a favor de grupos y regiones más pobres; si se utilizan los recursos para favorecer la sanidad, la educación y las pensiones públicas.

Se podría aludir a problemas de corrupción, de transparencia y veracidad informativa, a la capacidad de diálogo y la búsqueda de consenso en todo aquello que beneficie a los ciudadanos. Estos derechos sociales, políticos y económicos tienen cabida en la valiente denuncia profética De otra manera, habrá que ?llamar involución cobarde?? hablar de temas banales olvidando la defensa de los más pobres. .Se hace común asumir que todo pecado va cargado de injusticia y se han desarrollado conceptos como los de pecado colectivo, estructuras sociales injustas y faltas de omisión ante fenómenos de corrupción e injusticia. La era del consumo avanza, tergiversa y destruye valores, presentando la sociedad de consumo como solución a todos los problemas actuales.

La toma de conciencia social, como compromiso, pasa por la lucha a favor de la justicia que ha marcado la doctrina social, centrado en el concepto de dignidad y derechos de todo ser humano. No nos podemos cansar de proclamar que todo pecado contra la justicia tiene su fundamento en la dignidad humana. La injusticia, que actúa y se manifiesta de mil maneras, atenta contra esta dignidad, proclamada desde los albores de la humanidad. Desde las más conflictivas situaciones hasta lo que pudiera parecer simples hay que descubrir dónde se esconde la injusticia.

El problema de la inmigración sólo se valora desde los países ricos como mano de obra barata. Los países pobres están siendo abandonados a su suerte, salvo aquellos que son útiles para los intereses geopolíticos y económicos de los explotadores Son las nuevas víctimas dejadas al borde del camino, ante las cuales los países ricos pasan de largo. También a nuestro alrededor, la mayoría satisfecha pide seguridad ciudadana y, en muchas ocasiones, criminaliza a todos los excluidos sociales. Pero, el genuino sentido común está llamando a que nadie sea indiferente para otros. El buen ciudadano posee poderoso acicate ético para luchar contra el exclusivismo.

juandediosrd@hotmail.com