La Iglesia y las mujeres: ¿Habrá que esperar cambios con el papado de Francisco? -- Irina Santesteban

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Argenpress

(LA ARENA)
La elección del argentino Jorge Bergoglio, como nuevo Papa en Roma, provocó la alegría de millones de argentinos, incluso de los que no son de la feligresía. La mayoría espera que Francisco introduzca cambios en la Iglesia católica.
La primera reacción de muchos argentinos al enterarse de que el Cónclave de Cardenales en Roma había elegido como nuevo Papa al entonces cardenal Jorge Bergoglio, fue de alegría y tanto en Buenos Aires como en otras ciudades, se escucharon bocinazos en la calle. Fue un arrebato de «argentinidad», como si hubiéramos ganado un campeonato de fútbol.

A partir de allí, la mayor parte de las coberturas informativas de los canales fue para cubrir todo lo relativo a la vida del nuevo pontífice. Desde los amigos de la infancia, el colegio al que había ido, la supuesta noviecita a la que le dijo que si no lo aceptaba «se haría cura», hasta hechos más recientes como sus visitas a las villas, sus viajes en colectivo y en subte, etcétera, fueron generosamente difundidos y repetidos durante los primeros días luego de conocida la noticia.

Período oscuro

Pero de cierto período de su vida como cura, sólo hablaron algunos medios, a los que luego el Vaticano trató de «difamadores». Es que la dictadura militar-cívica de cuyo inicio se cumplirán el próximo domingo 37 años, todavía sigue teniendo oscuros recovecos a los que muchos prefieren ni asomarse, como si tapándose los ojos pudieran cambiar hechos históricos.

La rigurosa investigación del periodista Horacio Verbitsky que ha puesto en evidencia el accionar de la jerarquía eclesiástica durante el «Proceso» militar, incluyendo a Bergoglio, no ha podido ser desmentida por el Vaticano, que a través del vocero del Papa se defendió sin aportar nuevos elementos. Es que tanto en sus recientes artículos, como en los cuatro tomos de una obra escrita durante varios años, mucho antes de que Bergoglio asumiera en el pontificado de Roma, Verbitsky ha estudiado y analizado el comportamiento de la Iglesia Católica, con un rigor histórico que ha sido ponderado por un politólogo como Rosendo Fraga, insospechado de «izquierdista».

En ese período de su vida, Bergoglio es cuestionado por las mujeres que enfrentaron a la dictadura militar, desde el lugar más sagrado para la propia Iglesia: la maternidad. Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo han criticado la poca colaboración que el hoy Papa ha prestado para poder saber el destino de miles de desaparecidos y el paradero de centenares de jóvenes, que fueron apropiados al nacer.

Complicidad por acción u omisión

La presidenta de Abuelas, Estela de Carloto, escribió en el diario Página 12 de su edición de ayer, que cuando comenzaron la búsqueda de sus hijos y nietos, «pensamos en la ayuda cristiana de nuestra Iglesia», pero que dolorosamente descubrieron «complicidad por acción u omisión», y que «sólo unos pocos magníficos prelados jugaron su vida dándonos protección y consuelo». Es obvio que entre esos curas las Abuelas no mencionan a Bergoglio.

Otra mujer, Graciela Yorio, hermana del sacerdote Orlando Yorio, secuestrado y torturado durante cinco meses en 1976, también cuestiona duramente al nuevo Papa por su actitud en aquellos años. Según Yorio, cuando Bergoglio era provincial de los jesuitas en Argentina, les habría quitado la licencia eclesiástica a su hermano y al cura Francisco Jalics, también secuestrado y torturado en la ESMA en 1976. Esa actitud habría sido una señal clara para que los militares se sintieran «liberados» para proceder contra estos dos sacerdotes, que eran activos en su labor pastoral en las villas de emergencia.

Estela de la Cuadra es otra de las mujeres que cuestionan a Francisco por su accionar en la Argentina del Proceso militar. El secuestro y desaparición de su hermana Elena, que estaba embarazada, fue el motivo por el cual el padre de ambas buscó ayuda en Bergoglio, para averiguar el paradero de su hija, y el destino del nieto que debió haber nacido durante su cautivero. Pero el entonces provincial jesuita no lo ayudó, y luego, cuanto tuvo que declarar en los juicios por los crímenes de la dictadura, Bergoglio dijo no recordar que De la Cuadra hubiera mencionado el embarazo de su hija, aunque sí reconoció haberse entrevistado con él. La declaración fue en septiembre de 2011 y por escrito, cuando ya era arzobispo de Buenos Aires.

Acercamiento

Las encuestas encargadas por diversos medios, aunque difieren en las apreciaciones sobre el Papa, sí coinciden en que la mayoría de los argentinos esperan cambios renovadores en la Iglesia, a partir del mandato de Francisco. Y el mayor reclamo se refiere a que la Iglesia «debe acercarse más a la gente, y en especial a los pobres». El Papa ha tomado nota de ese reclamo y en menos de una semana ha dado muestras de que tratará de ser más sencillo y humilde que sus antecesores. No es fácil en el Vaticano, donde todo es majestuoso, pero Bergoglio se las ha arreglado para comportarse como un Papa austero, alejado de lujos y comodidades. Y no ha sido una actitud impostada la suya, pues era frecuente verlo caminando por las villas, o utilizando el transporte público, aún siendo arzobispo de Buenos Aires.

Como bien lo ha manifestado el ex decano de la Facultad de Sociología de la UBA, Fortunato Mallimacci, «ser austero no es una política, es un gesto». Y un Papa tiene que gobernar para millones de fieles en el mundo con algo más que gestos, pues los cambios que espera la gente de la Iglesia se refieren a posiciones conservadoras que han ido alejando a los creyentes de la jerarquía.

Cambios esperados

La posición de la mujer al interior de la Iglesia, con una clara situación de desigualdad, al no permitirle dar la misa ni ordenarse como sacerdote, es uno de los cambios que se reclaman, pero todo indica que esto no sucederá. No hay explicación alguna para sostener esta diferencia de consideración entre mujeres y varones, salvo que las autoridades eclesiásticas sigan sosteniendo que las mujeres son inferiores a los varones, o que no tienen poseen la madurez o la autoridad suficientes como para dirigir un rito importante como es la misa.

En cuanto a otros temas más ríspidos, como la tradicional posición de la Iglesia respecto a los derechos sexuales y reproductivos, el divorcio o el aborto, tampoco puede esperarse que Francisco cambie la política de la Iglesia.

La organización Católicas por el Derecho a Decidir, con actividad y representación en muchos países del mundo, mantiene desde hace años un fuerte enfrentamiento con la jerarquía eclesiástica por el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y sobre la maternidad.

Preocupadas

La Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir, ha expresado su «preocupación por la elección del cardenal jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio como Papa de la Iglesia Católica» por su «posición contraria a los derechos de las mujeres y de los homosexuales, además de las graves denuncias y testimonios que lo vinculan con la dictadura argentina de 1976-1983».

Las Católicas expresaron su beneplácito por tratarse del primer Papa latinoamericano y dieron la bienvenida a Francisco, pero a la vez criticaron su posición conservadora en cuestiones de moral sexual, al expresar que esperan que «sea sensible a las problemáticas de la región relacionadas con la desigualdad social y de género», y que atienda lo relacionado con «la violencia y con la discriminación hacia lesbianas, homosexuales, mujeres y jóvenes».

Al respecto, hay que recordar que cuando se dio el debate por el matrimonio igualitario en la Argentina, que fue finalmente sancionado como ley del Congreso de la Nación, el entonces cardenal Bergoglio fue uno de los más firmes opositores a esta ley que colocó a la Argentina como uno de los países más progresistas en materia de reconocimiento de los derechos de los homosexuales. Llegó a expresarse respecto a esta ley, como una «obra del demonio».

Otros a favor

De todos modos, y sin dejar de analizar estos aspectos negativos de la vida del nuevo Papa, es justo ver que se han pronunciado también en un sentido muy favorable, organizaciones y personas que son reconocidos por su lucha contra la explotación y la injusticia. Tal el caso de la fundación La Alameda, que felicitó a Bergoglio y se regocijó porque la Iglesia eligió como pontífice a una persona que durante años ha dado un fuerte respaldo a «la lucha contra la trata de personas, la esclavitud y la exclusión».

La fundación que es conocida por su pelea contra el trabajo esclavo tanto en las ciudades como en el campo, ha reconocido en Francisco a un cura que durante su trabajo en la Argentina se dedicó a apoyar a las cooperativas de cartoneros, y denunció a las mafias que «esclavizan y trafican personas para los prostíbulos, talleres clandestinos y el campo».

El director de La Alameda, Gustavo Vera, elogió a Bergoglio como una persona preocupada por las víctimas de la explotación y la trata de personas, incluso en obtener ayuda y refugio para ellas.

En lo que detractores y defensores coinciden, es que Francisco deberá mostrar al mundo que quiere realmente cambiar una Iglesia que ha perdido miles de fieles en los últimos años. En esa recuperación los cambios deberán ser en un sentido progresivo y de defensa de los más humildes y vulnerables. Habrá que ver entonces, hasta dónde puede y quiere llevarlos adelante.