La Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata celebrará y recordará, en el presente año, sus primeros 150 años por estas tierras. El año recuerda la llegada y establecimientos de las primeras familias inmigrantes provenientes del Piamonte (Italia), miembros de la Iglesia Evangélica Valdense, a la zona de La Paz, en el departamento de Colonia. Desde este comienzo la inmigración se acrecentó, y en una segunda etapa se diseminó por distintos puntos del Uruguay y de Argentina.
Los valdenses surgen en el siglo XII en el sur de Francia como movimiento cristiano buscando la autenticidad del Evangelio a través de la predicación itinerante, lo que les cuesta la separación de la Iglesia Católica Romana. Se diseminan por Europa, siendo duramente perseguidos en Francia e Italia, instalándose con mayor concentración en los valles alpinos del Piamonte en Italia.
Dice la historia que un hombre, comúnmente denominado por la tradición Valdo, comerciante de Lyon, Francia, se convierte al Evangelio alrededor del año 1174. Decide hacer traducir en lengua popular parte de la Biblia y comenzar a leerla y predicarla al pueblo sin ser sacerdote. Al mismo tiempo renuncia a su actividad y a sus bienes, que reparte entre los pobres. Valdo no dejó nada escrito, ni reglas, ni órdenes, simplemente se limitó a vivir su fe.
Estos «Valdenses» eran laicos católicos que reivindicaban el derecho a predicar el Evangelio sin ser sacerdotes. Por ello serán excomulgados hacía el año 1184, comenzando a partir de allí un tiempo de persecuciones, robos, torturas, juicios, ejecuciones y masacres. Para escapar de un exterminio total se refugiaron en una zona montañosa de los Alpes (norte de Italia), conocida hasta hoy como “valles Valdenses”.
Adhieren a la Reforma Protestante en un Sínodo (asamblea) en 1532 y dejan de ser movimiento para transformarse en Iglesia Valdense, construyendo templos y capacitándose más en teología, sin dejar de sufrir persecuciones. Esta situación perdura hasta 1848, fecha de la proclamación del edicto de Emancipación por el cual los valdenses acceden a los mismos derechos civiles y políticos de sus conciudadanos. Esta nueva situación permite, entre otros hechos importantes, la posibilidad de emigrar, considerando las dificultades económicas por la superpoblación de los valles y los años de malas cosechas.
En estas condiciones llegan al Río de la Plata, en grupos, a partir de 1858, con el deseo de trabajo pero también con la voluntad de mantener y estimular la formación cultural en un nuevo medio. Pronto vienen pastores y maestros para las nuevas generaciones, que serán numerosas.
La Iglesia Valdense se fue organizando y siguió siendo una sola, representada en un único Sínodo que se reúne en dos sesiones: Italia y Río de la Plata. Así perdura hasta la actualidad.