La Iglesia reconoce su complicidad en caso de abusos

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Pderastia del clero1.jpgCómplice de pederastia
Tras haber admitido la «complicidad» de la Iglesia, el representante del Obispado de Lausana, Ginebra y Friburgo, Nicolas Betticher, aboga por la creación de un banco de datos para actuar mejor a los casos de abuso.
«Debemos establecer una red internacional para lograr una verdadera ayuda judicial entre episcopados a escala mundial, con la ayuda del brazo secular de la justicia que tiene medios que nosotros no tenemos», indicó Nicolas Betticher, responsable judicial del obispado, en declaraciones publicadas este lunes por los diarios francófonos 24 Heures y la Tribune de Genève.

A cargo del asunto en Friburgo desde principios de año, el prelado estableció una centralización de los casos graves «al nivel del Obispado» para evitar los riesgos de reincidencia. «Debemos ser más severos. Si dudamos, por ejemplo, de los medios de los capuchinos para controlar al padre acusado de pedofilia, el obispo concernido debe exigir una visita canónica», precisó.

Mejorar el proceso

En particular, se trata de asegurar la calidad del seguimiento, como el balance psicológico semestral exigido por la Conferencia de los Obispos Suizos (CES, por sus siglas en francés) desde 2002.

«Las normas actuales incluyen una selección meticulosa de los candidatos al sacerdocio, un mejor acompañamiento durante la formación y el alejamiento de las personas problemáticas del servicio pastoral», indicó a swissinfo Walter Müller, portavoz de la CES.

«Desde la introducción de las nuevas normas en 2002, han pasado pocas cosas. Pero debemos analizar de nuevo la situación sobre la base del caso actual, que se relaciona con hechos acaecidos en los años 60, 70 y 80. Estamos conscientes de que debemos mejorar aún el proceso», precisó Walter Müller.

Responsabilidad de la Iglesia Católica

En declaraciones a la prensa dominical, Nicolas Betticher había reconocido la responsabilidad de la Iglesia Católica en el caso del sacerdote capuchino pedófilo, hablando incluso de «complicidad». Es la primera vez que un miembro de la jerarquía católica se expresa de este modo.

«Es evidente que el procedimiento no fue hecho de manera correcta en esa época». Si no, quizá no hubiese habido reincidencia», admitió Nicolas Betticher a ‘Le Matin dimanche’. «La palabra ‘complicidad’ me dolió por la Iglesia que yo amo, pero es verdadera. Había en este tiempo ahí una horrible ley del silencio».

Las cosas cambiaron desde entonces, asegura Nicolas Betticher. «Ahora tenemos un procedimiento muy estricto. En cuanto el oficial es informado sobre alguna sospecha, inmediatamente debe realizar una investigación eclesial. Si los hechos se comprueban, pedirá al sacerdote denunciarse. Si este último se niega, lo hará él mismo».

«Este reconocimiento de culpabilidad es un gesto indudablemente positivo». Se trata de una señal enviada al público cuando una institución como la Iglesia declara no aceptar esta clase de comportamiento», reacciona por su parte Colette Marti, responsable de la campaña «¡No a la violencia contra los niños!» de la Asociación Suiza para la Protección del Niño.

«Estamos al principio de un trabajo que debe efectuarse a fondo», prosigue. Es importante que todos aquellos que actúan en una iglesia – no solamente el sacerdote y el organista por ejemplo, sean sensibles al problema».

Refugiado en un convento

El capuchino en el centro de la polémica vive en el convento de Montcroix en Delémont (cantón de Jura), donde se protege de la presión de la prensa, según el provincial suizo de los capuchinos, Ephrem Bücher.

Sospechoso de pedofilia en Francia, este capuchino suizo confirmó durante su audiencia ante la policía del Jura cometió tocamientos sexuales sobre un menor en 1992. La víctima era su sobrino de 12 años, indicó la justicia francesa. Esta último podría clasificar el expediente o lanzar un mandato internacional de arresto.

En paralelo, la policía del Jura investiga si este religioso de 67 años cometió abusos en Suiza que no han prescrito. Transmitirá luego sus conclusiones a la Fiscalía que podrá incoar un procedimiento y, en caso procedente, pedir la detención del sospechoso.

El capuchino vivió durante más de una década en Francia luego de verse obligado a salir de Suiza por un asunto de pedofilia que se dio por concluido tras una indemnización a la víctima. Había vuelto a Suiza en 2005.