«LA IGLESIA OFICIAL VA POR DETRÁS DEL PUEBLO». Evaristo Villar

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Religión Digital

Evaristo Villar.jpgSacerdote claretiano, teólogo especializado en ciencias de la religión, escritor y coordinador de las revistas «?xodo» y «Utopía», Evaristo Villar Villar fue el ponente de ayer de los XIX Encuentros de cristianos de base de Asturias. Decenas de personas acudieron para escuchar la conferencia titulada «Hacia la globalización de la vida». Los Encuentros concluyen hoy con la intervención del jesuita Juan Massía, que hablará de bioética en la Casa de la Iglesia (calle Cabrales, número 37), a las seis de la tarde. Al término habrá una misa. Lo entrevista E. V. en La Nueva España.

Hacia la globalización de la vida». ¿A qué se refiere exactamente?

-Se trata de analizar la actual situación de la vida en el planeta, de los seres humanos dentro de la Tierra. Porque existen situaciones que amenazan la vida y otras que, sin embargo, luchan por conservarla y defenderla.

-¿Qué factores amenazan la vida?

-La más importante es la pobreza, la miseria. Hay más de 1.200 millones de personas, de los 6.200 que hay en el planeta, que viven en el umbral de la pobreza más extremo. Pero hablamos de gente que tiene que subsistir con menos de un dólar diario, de personas que no tienen nada propio, ni tierra ni agua potable. Pero hay muchas más.

-¿Por ejemplo?

-La exclusión es una de ellas, tanto la que sufren muchas personas que tienen que emigrar, dejar su vida y su país para enfrentarse a algo nuevo con todos los problemas morales que conlleva, como la que afecta a la mujer. En el mundo, las tres cuartas partes de la pobreza afectan a las mujeres. Pero la lista sigue. El desempleo y la precariedad también amenazan a la vida. Y la deuda externa supone otra amenaza para los pueblos del Tercer Mundo.

-¿Alguien hace algo para solucionar esos problemas?

-Estamos en un mundo cultural dominado por la imagen, en una sociedad icónica. Lo que no se ve es como si no existiera. Pero la llegada a la imagen es selectiva y en el mundo hay otra realidad que no aparece y que hace mucho en favor de la vida.

-¿Cuál es esa realidad?

-Los foros sociales mundiales que empezaron en 2000. Se reúnen más de 150.000 personas de 135 países en lugares donde confluyen y se encuentran asociaciones que han hecho muchas cosas por la vida. Desde la defensa de, por ejemplo, el planeta con la lucha contra el efecto invernadero hasta la defensa de la vida que está amenazada por las injusticias o las enfermedades.

-¿Se puede conseguir algo desde la base sin contar con el poder?

-El poder, hoy día, aunque sigue siendo mucho es más débil. El G-8, por ejemplo, ya no se puede reunir fácilmente porque el pueblo reacciona y no lo permite. Porque el pueblo ha tomado conciencia de sus derechos y de lo que le están robando. Ya no tienen tanta libertad para tomar decisiones porque, indirectamente, se está influenciando en las decisiones de los patronos.

-Habla usted de la antiglobalización.

-Se trata de movimientos alter-mundialistas o alter-globalizadores. No se va en contra de la globalización, sino de la que se está produciendo, que es neoliberal y que sólo está globalizando la pobreza. Están haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

Parece que los países más ricos reaccionan al cambio climático.

-Pero están reaccionando por necesidad. Ya no por devoción o estética, ni siquiera por ética, sino por necesidad. Porque son conscientes de los efectos, de lo que va a pasar en poco tiempo. Aunque es importante crear conciencia en este tema.

-¿Y cómo ven esos movimientos sociales la situación mundial?

-Con esperanza. Con la intención de que algo pueda cambiar. No se tiene el poder de grandes multinacionales, pero se está seguro de que algo se puede hacer.

-¿Y los conflictos religiosos? ¿Cómo pueden afrontarse?

-Muchos parecen conflictos religiosos, pero en el fondo no lo son, sino que esconden intereses económicos y políticos. De hecho, se están produciendo acercamientos entre posiciones religiosas, diálogos que no se dan en otros ámbitos de la vida. Eso sí, entre las bases, no a nivel de las grandes cúpulas, porque entre ellos discuten de dogmas, pero los creyentes hablan de cómo luchar juntos contra las guerras y el hambre. Incluso somos capaces de orar juntos.

-¿Se puede decir que, como a nivel político, el poder aporta pocas soluciones?

-En este caso, sí. La jerarquía da más problemas que soluciones. La última exhortación de Benedicto XVI es un desastre. Es la vuelta al pasado de la Iglesia, dar valor a lo prevaticano. Nada de gays, nada de divorcios… Como si no fueran hijos de Dios como tú y como yo. La Iglesia oficial va muy por detrás de la iglesia del pueblo, que sí está a la altura de las circunstancias.