No es verdad lo que ha dicho el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Blázquez, de que la Iglesia católica no impone sino que propone su fe. En España, a lo largo de muchos siglos, ha impuesto su fe ?y no digamos en los tiempos de la Inquisición?, y en el franquismo, que aún no está muy lejos en el tiempo, no digamos si imponía su doctrina. O sea que más le valía al señor Blázquez ser más prudente y poner un poco de orden entre sus obispos, porque se están escuchando declaraciones infamantes en las que se habla de ataque a la libertad, en las que se pide una objeción a la ley sobre la Educación para la Ciudadanía, igual que no hace mucho se pedían rezos por la unidad de España, como lo hizo el cardenal Cañizares, abanderado de la extrema derecha confesional y, por tanto y a su pesar, el mejor de los aliados del Gobierno socialista de Zapatero, que necesita de este tipo de disparates para movilizar a su electorado en las elecciones que están a la vuelta de la esquina.
Además de estar perdiendo el sentido de la realidad y el sentido común, la Iglesia católica en general, y la española en particular, están perdiendo el tren de la revolución tecnológica, genética e industrial de nuestro tiempo, y todavía no se han dado cuenta de que vivimos en una sociedad comunicada y moderna donde muchos de los dogmas y teorías han quedado desfasados, en evidencia y fuera no sólo de la legalidad ?como el aborto, las bodas de homosexuales, la prevención del embarazo o la revolución genética, etc.?.
Ahora el miedo, las mentiras y el abuso impositivo que la Iglesia española promovió bajo la dictadura de Franco a muchos españoles que sufrieron esos disparates, y a los que la Iglesia no ha pedido perdón ni compensado por ello, y por sus lecciones repugnantes de nacional catolicismo, se han acabado. Y más valía que la Conferencia Episcopal fuera consciente de que son muchos aún los españoles que soportaron su ?dictadura religiosa?? en la dictadura política, como para que ahora nos vengan con monsergas sobre la Educación para la Ciudadanía, que es un texto neutro donde sólo se dicen cosas propias de una democracia, y donde no hay ningún adoctrinamiento moral, que en todo caso no corresponde darlo a ninguna religión, sino a la familia y al Estado como supremo guardián de las libertades y de las más esenciales normas de la convivencia ciudadana.
Dice monseñor Blázquez que la Iglesia no impone sino que propone. Eso no es verdad porque presiona y se impone cada vez que ve un resquicio, y buena prueba de ello son los privilegios que aún ostenta en España. Aunque poco a poco y afortunadamente se va imponiendo el Estado laico que preconiza nuestra Constitución. Pero sólo poco a poco, porque la Iglesia católica, además de imponerse allí en donde se lo consienten, dispone en España de un cúmulo de ventajas que son muy superiores a las de cualquier otra religión y que contradicen la primacía del Estado laico, como son todas esas ayudas a la enseñanza de la religión que deberían ser suprimidas en una democracia que se precie de serlo.
Y que esperemos que, lo más pronto posible, se acaben como tantos otros privilegios que incluyen los llamados Acuerdos Específicos con el Vaticano, que provienen de los Concordatos del franquismo y que tienen que acabar de una vez, para que el Estado sólo subvencione la labor social de ciertas asistencias religiosas o culturales, como Cáritas y monumentos, pero nada más. Y que la Iglesia organice, y no el Estado, su propia financiación con los fondos y aportaciones de sus fieles, para que se cumpla lo de ?al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios??.
Por todo ello, y sabiendo como saben Blázquez y la Conferencia Episcopal que disfrutan y disponen de una posición de privilegio en España, asombra que todavía estén organizando broncas políticas ?como las mediáticas de la COPE? y que incluso se atrevan a proponer fórmulas para violar la Ley, por una supuesta objeción de conciencia que amén de una tomadura de pelo es un montaje organizado sobre una falsedad.
Y todo ello, además, en el gran beneficio del PSOE, que necesita de falsas polémicas como la montada por el Episcopado español para movilizar a sus votantes en unas elecciones que están al llegar. Repase la Conferencia Episcopal su reciente pasado en esta España, analice los muchos beneficios y favores de los que dispone de este Estado, y acate la ley como cualquier español, o militante de cualquier otra religión. Los tiempos de los privilegios impositivos, aunque algunos no lo sepan, ya son parte del pasado y no regresarán.