Peter Rosset
A escala mundial parece que ya llegó la hora de La Vía Campesina Internacional. Por más de 10 años la alianza global de las organizaciones campesinas ha estado construyendo una propuesta alternativa a los sistemas alimentarios de los países: la soberanía alimentaria. El año pasado se constató en el Foro Mundial de la Soberanía Alimentaria, realizado en Malí, que este debate ha venido ganando terreno con otros movimientos sociales, como los de los pueblos indígenas, las mujeres, los consumidores, los ambientalistas, algunos sindicatos, y otros.
Pero a nivel de gobiernos y organismos internacionales había llegado a oídos más o menos sordos. Pero ahora no. La crisis mundial de los precios de los alimentos, que ya ha provocando motines en diversos países de Asia, África y América, está haciendo que todos centren la atención en este tema.
Boletín Panamá Profundo
Una salida a la crisis: Reconstruir las economías alimentarias nacionales
Para corregir la crisis actual, La Vía Campesina cree que los países deberían dar prioridad en sus presupuestos a ayudar a los consumidores más pobres para que puedan acceder a suficiente comida. Mientras tanto, deberían dar más importancia a la producción doméstica de alimentos para dejar de ser tan dependientes del mercado mundial.
http://www.viacampesina.org/main_sp/index.php?option=com_content&task=view&id=507&Itemid=1
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En momentos en que nos enfrentamos a una de las mayores crisis alimentarias de los últimos 50 años, debemos decir que el desmedido incremento de los comoditis, no esta beneficiando directamente a los productores de alimentos independientes, sino aquellos que se suman a la línea de producción creada por las multinacionales, que no tiene como objeto combatir el hambre, sino especular, lucrar, y como daño colateral vemos el incremento del hambre, una restricción progresiva y geométrica del acceso a los alimentos de las poblaciones más pobres del planeta y el arrasamiento por tala, sobreexplotación de los recursos de la tierra y del agua y el plantío de especies que depredan la calidad de los suelos.
Ante esto, Vía Campesina nos propone rehacer el circulo de reconstrucción de las economías alimentarías, dando recursos a los sectores más deprimidos socioeconómicamente, para reflotar las producciones agrícolas alimentarías, creando circuitos que resten poder sobre la alimentación local a las multinacionales y vayan creando una red de economías alternas. Si esto se coordina, se multiplica y integra se podría crear un circuito agroalimentario alternativa, diferente del creado por las multinacionales.-
Lo interesante aquí es que el combate debe darse en dos frentes. Primero, los códigos genéticos naturales, que durante cientos de años utilizaron los pueblos, no deben ser susceptible de reconocérseles patente alguna a favor de ninguna corporación, son un bien universal, Dios creo los bienes para ser utilizados libremente por todos los seres humanos… en esto se debe ser firme.
Segundo…insistir en la economía familiar de subsistencia, este año he cosechado algunas tomateras de tres metros llenas de tomates y que he tenido que atar a cañas altas …un pequeña porción de tierra, con los créditos y el asesoramiento técnico necesario, puede transformar a las familias en verdaderos motores de producción, no sólo en la agricultura, sino en la producciones artesanales, vinos, quesos, aceites, embutidos…
Tal vez este tiempo nuestro busca salvar al hombre sacándolo de los centros especulativos y de los grandes conglomerados de “servicios”, para volverlo a lo esencial que es la tierra.
Una revolución económica que nace en la producción familiar, de los pequeños campesinos.
Para esto los estados deberán estar dispuestos a dar la batalla por la tenencia de la tierra y por la economía planificada, integrando en un área de producción a muchas familias campesinas, en parcelas más o menos pequeñas de terreno fértil. Hoy la mayor riqueza de un país son los brazos de su gente, son la tierra fértil, son el agua…con que Dios hace el milagro de crear cada día la comida necesaria para todos. Oponerse a ese plan es acumular. En esta lucha necesariamente la Iglesia de base ya está comprometida. Esperamos que el resto de la Iglesia se sume, con un rol profético, haciendo oír su vieja voz… no para quejarse del hambre, sino para alentar a los pueblos y a los gobiernos a volver a la tierra y a la producción familiar.