LA HISTORIA DE SHABANI, REFUGIADO DE LA REP?BLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO. Olga Berrios

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SOMAC

La historia de Shabani: de refugiado de la República Democrática del Congo a cooperante
Ante las primeras elecciones democráticas en la República Democrática del Congo, John Shabani relata su testimonio de supervivencia y superación desde que huyó de la guerra con 17 años hasta su vida actual como cooperante.

Cuando el congoleño John Shabani tenía 15 años, su padre le prohibió estrictamente ir a las orillas del lago Kivu. Decía que había una explosión de gas. Un día, Shabani se saltó la orden de su padre y se acercó al lago. Allí no había gas, sino que vio cómo se acumulaban cadáveres y cadáveres de las víctimas del genocidio de Ruanda. Y así empezó a cambiar su vida.

Antes de que comenzara la Segunda Guerra del Congo o la ‘Guerra Mundial Africana’ -como llaman al conflicto que más vidas ha costado en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial-, Shabani y su familia tenían una vida africana moderna. Vivían cómodamente y ayudaban con sus recursos a familiares y vecinos, según cita este joven congoleño.
Ladislas Shabani Itumba, su padre, ocupó varios cargos políticos durante el régimen del dictador Mobutu Sese Seko. Según su hijo, a pesar de que no creía en el dictador, cumplió esta función porque le prefería a él antes que a una dominación extranjera.

Fue el alcalde de Bukavu, una ciudad del Este de la República Democrática del Congo (RDC), desde 1992 a 1996: cuando la mitad de la población de esta localidad fue asesinada.
La situación se recrudeció y su padre le dejó al cuidado de un amigo de Tanzania. Por su parte, el alcalde de la ciudad decidió permanecer en ella hasta el final.

El genocidio ruandés provocó tal avalancha de refugiados que el dictador Mobutu fue incapaz de resolver la crisis. El líder rebelde Kabila tomó el poder, pero tropas de Zimbabwe, Angola, Namibia, Chad y Sudán apoyaron una rebelión patrocinada por Ruanda y Uganda.
Cinco años después de despedirse de él, Shabani supo que su padre había sido una de las personas enterradas en una fosa común con buena parte de los vecinos de la ciudad.

La huida

Shabani recuerda que una noche las Fuerzas Armadas de Zaire que les protegían les hicieron salir a todos de la residencia y tumbarse en el suelo a la orilla del lago Kivu. Los comandos disparaban en respuesta a los disparos que venían de todos lados.

«Un soldado se acercó a mí y me enseñó cómo reptar, desplazarme por la tierra y manejar un arma antes de dármela diciendo: ‘Amigo mío, si la situación se pone difícil, puede que te obliguen a que te defiendas solo'». Afortunadamente, los militares contuvieron el ataque y eso evitó para Shabani un destino común a muchos jóvenes congoleños: convertirse en niño soldado. Así logró huir andando al país vecino, encontrando por el camino hambre, ataques y cadáveres, ante los que no es posible parar, «tienes que bajar los ojos durante meses».

Por lo que le contaron en su camino, sabe lo que le hubiera pasado si se hubiera enrolado en algún grupo armado: «Te obligan a matar. Ves matar delante de ti. Ves cortar cabezas. Te obligan a transportarlas. Te obligan a dormir junto a los cadáveres para quitarte el miedo. Te convierten en toxicómano. Lo hacen porque esto te da fuerza para cumplir sus deseos, los deseos de los que quieren dominar».

«Los grupos armados te obligan a dormir junto a los cadáveres para quitarte el miedo. Te convierten en toxicómano. Lo hacen porque esto te da fuerza para cumplir sus deseos, los deseos de los que quieren dominar»
«Es el momento de comprender que se han acabado los viejos tiempos de provocar o sostener guerras en África para poder procurarse minerales y otras riquezas, sin pensar en millones de muertes y la destrucción de la vida de una generación entera»

El campo de refugiados

El camino es largo y finalmente se cruza la frontera. Las organizaciones internacionales no han sido avisadas y «no te reciben». Es la policía quien lo hace y «si te sientes libre huyendo de tu país, la policía te ve como un peligro» porque puedes robar o llevar enfermedades.
«Cuando veo las películas de los campos de concentración no veo ninguna diferencia a la vida dentro de los campos de refugiados», afirma. La población teme a los refugiados y se impone un control que les convierte casi en presos, rodeados de policía y ejército, sin apenas alimento.

De refugiado a cooperante

En Tanzania le encontraron los miembros de la ONG Veïns Sense Fronteres (Vecinos Sin Fronteras, VSF) de Mallorca. Con ellos comenzó a trabajar como socio local en el país.
Actualmente John Shabani tiene 27 años, aunque aparenta diez más. Es coordinador de todos los dinamizadores de la organización que se encuentran en Burundi, que lo ven como «una expresión de lo que es la guerra, pero con esperanza».

Además, desde 2000, ha constituido sedes de la organización ecologista y por los derechos humanos Rafiki wa Mazingira (Amigo de la Naturaleza) en todos los países que ha pisado: Tanzania, RDC y Burundi.

En colaboración con VSF, han desarrollado proyectos de lucha contra la pobreza que van desde el fomento de la ganadería y la agricultura a la fabricación de jabón, un proyecto de apadrinamiento de niños, uno de formación de presos y uno de distribución de agua entre la población pigmea.

Esperanzas ante la democracia

Aunque la paz de RDC se firmó en 1999, las luchas continúan especialmente al Este del país gracias a la financiación obtenida de la extracción ilegal de minerales como coltan, casiterita y diamante.

Kabila sería asesinado en 2001 y lo sucedería su hijo. Este 2006 por fin se celebraron las primeras elecciones multipartidistas desde la independencia, en las que ha resultado ganador el hijo del general Kabila.

Aunque Shabani ha tratado de reencontrarse con su familia, la inseguridad en el país aún se lo ha impedido. Pero se muestra «positivo» ante la democracia.
Cuenta que sus compatriotas están deseosos de comenzar a reconstruir su país, pero su «única preocupación» es que «los países del Norte nunca nos ha dejado libertad para trabajar para nuestra gente. Los intereses perturban el desarrollo de nuestro país y del continente».

Cree que «el África es diferente a la de los años sesenta» y será un «error monumental» si la forma de actuar, «sobre todo de Europa, que le debe tanto», no cambia.

«Es el momento de comprender que se han acabado los viejos tiempos de provocar o sostener guerras en África para poder procurarse minerales y otras riquezas, sin pensar en millones de muertes y la destrucción de la vida de una generación entera».
Añade que los Objetivos del Milenio son realistas: «He leído y releído esos objetivos y no veo que sean imposibles de realizar. El África Subsahariana, que actualmente va retrasada, tiene todo lo que se necesita -los recursos naturales y la población- para alcanzar los objetivos».

Más información:

Veïns Sense Fronteres

República Democrática del Congo en Wikipedia

Canal Solidario-OneWorld 2006