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Una cadena de crímenes y guerras secretamente provocados para apoderar de las riquezas africanas
¿Alguien “entendería” que un gobierno provocara grandes matanzas, de varios millones de personas, pero, eso sí, ¡no directamente!, sino que fuera una cosa muy indirecta, como por ejemplo que fueran ellos/as mismos que se mataran entre sí, para lo cual han tenido que ser fuertemente provocados, y esto fuera hecho con la intención de que una gran masa de personas huyera en desbandada hacia el país vecino, en el cual ocasionaran una situación de emergencia total, y ello fuera causa de que aquel país resultara ingobernable, por tanto propicio para actuar en él con más libertad?
Y esto ¿para qué? That’s the question!!!
He aquí para qué:
Para apoderarse de, y controlarlas de manera absoluta, varias minas y riquezas.
Y eso no es todo. Aunque parezca horroroso, casi parece más (no más horroroso, pero sí más extraño) que, de todo ello, la opinión pública europea no se haya enterado, ni hasta ahora lo ha hecho. De los hechos acontecidos sí (un poco…) pero no de sus causas y circunstancias, las cuales fueron debidamente camufladas, en una enorme operación de contrainformación, que ha durado muchas décadas, y que merecería…
¡Que fuera muy conocida, con nombres y apellidos!!!
Esto es lo que intenta la periodista española Rosa Moro con el libro
«El genocidio que no cesa en el corazón de África. Una historia de desinformación”.
Y un servidor me apunto.
Dice Rosa, tras haber investigado durante muchos años en una gran cantidad de archivos, que…
“En el año 1939, Albert Einstein advirtió al presidente norteamericano Franklin Roosevelt que, si quería la bomba atómica solo para los Estados Unidos, mantuviera alejados a los alemanes de la mina congoleña de Shinkolobwe, de donde salió el uranio para las bombas que lanzó, después, sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.”
La empresa gigante belga Union Minière era propietaria de la mina y la vendió a Estados Unidos en un trato ultrasecreto, que solo fue conocido por el gobierno británico.
Más informaciones clave de la autora, pero ya no tan secretas. En el año 1993, el subsecretario de Estado para Asuntos africanos, en tiempos del mandato de Clinton, Georges Moose, dijo, ante el Senado: “Tenemos que asegurar nuestro acceso a los inmensos recursos naturales de África (…) no hemos de seguir dejando África a los europeos.”
Después de un año, en 1994, estalló una crisis gravemente sanguinaria en el pequeño país de Ruanda, limítrofe con la región oriental de la República Democrática del Congo (entonces denominada Zaire, puesto que ha ido cambiando de nombre), una matanza entre hutus y tutsis, las dos etnias que siempre han poblado el país.
Durante siglos, hutus y tutsis habían convivido, y se habían peleado a menudo, y habían tenido periodos de dominio de los unos y periodos de dominio de los otros. Singularmente, en 1959, una revolución había abolido la monarquía y el régimen feudal. Una minoría de la población tutsi se resistió, y tiempo después, fundó el Frente Patriótico Ruandés (FPR). Esta organización, a partir de entonces, adoptó unas actitudes tirando a terroristas, y también muy favorables al grupo de señores y grandes propietarios que habían sido desposeídos. Se convirtió en un factor de desestabilización en Ruanda, desde el país vecino de Uganda, donde estaban exiliados.
Y, aunque nunca abiertamente, fueron también un factor con que contaban los grupos de agentes norteamericanos para su penetración en el país, de Ruanda, del Congo sobre todo, y de los países vecinos.
¿Por qué aquel año empezaron a matarse, unos a otros???
Veamos la secuencia de los hechos, y pido una gran atención sobre esta secuencia.
Aquel maldito año (1994) fue abatido el avión donde viajaban los presidentes de Ruanda y de Burundi (estado vecino). Inmediatamente estalló una furiosa matanza por venganza, de sectores extremistas de una etnia y de la otra, contra el gobierno (hay que tener en cuenta que era un gobierno de hutus y tutsis, presidido por una persona, Habyarimana, que hacía grandes esfuerzos para pacificar el país). Sin pausa, la matanza se extendió por toda la población, unos contra otros. El terrible resultado fueron más de medio millón de muertos y más de un millón de refugiados, sobre todo hutus, que huían en desbandada hacia la región oriental de Zaire (la región donde abundan las minas).
La zona oriental de Zaire, invadida por una tan grande multitud, y de manera inesperada, se convirtió en una zona ingobernable. Justo aquello que “hacía falta”, para poder actuar de manera impune.
Sería muchísimo razonable preguntar: ¿Quién abatió el avión de los presidentes??? Mejor dicho: ¿Quién ordenó la acción criminal??? Nunca se ha sabido seguro, pero, según la autora, hay una gran profusión de detalles que invitan a pensar que el autor, material o intelectual, fue el Frente Patriótico Ruandés.
Este hecho terrorista y otros muchos, que yo no contaré, es lo que la autora considera un tipo de “guerra” subterránea de grupos de acción de origen o tendencia norteamericana, contra los gobiernos africanos (los que no sean ya bastante obedientes, que hay algunos), con el objetivo de controlar el grueso de riquezas minerales africanas de las regiones centrales, lo que ella denomina el Corazón de África, apartando a gobiernos europeos y, sobre todo, rusos y chinos. Rosa Moro considera que todo el conjunto de guerras y matanzas que fueron siguiendo ha causado un total de muertes de entre 8 y 10 millones.
Tiempo después, la matanza de Ruanda, de 1994, se fue convirtiendo en el mito del “genocidio de Ruanda”, de los hutus contra los tutsis, falso porque había sido una agresión mutua. Sobre este mito propagandístico, se asentó la actitud histórica de dominio de los tutsis, y concretamente de dominio, siempre que hace falta, mediante el terror y la violencia, por parte del Frente Patriótico Ruandés, dirigido por el super criminal Paul Kagame.
Renunciando a explicar todo el conjunto de guerritas, invasiones y robos (¡para lo cual se hacía la fiesta!), que no se han acabado nunca, porque todavía duran (recordemos que la autora titula su libro “El genocidio que no cesa”), señalaré, de todas maneras, algunas pinceladas:
Objetivo: controlar y robar las riquezas minerales del centro de África: Rep. Dem. del Congo y países vecinos.
Medios: causar desórdenes, migraciones provocadas y desgobierno, para poder ejercer este control sin darle un tono político y visible.
Utilizar el Frente Patriótico Ruandés como principal instrumento, pero sin oficializarlo. Y también los ejércitos de los países vecinos, pero “en calidad de guerras entre africanos”.
Víctimas principales, entre muchas más: los emigrados forzosos hutus, viviendo en campos de refugiados en condiciones lamentables, pasando hambre.
Culpables (Uf): todos los presidentes norteamericanos, desde Roosevelt hasta el actual.
Culpables secundarios: —Paul Kagame, dirigente del FPR, super criminal, el jefe de todas las operaciones sucias (pero a la sombra). Actual presidente de Ruanda. (Este malvado, de joven, cuando ya despuntaba en el arte de hacer daño, fue fichado por la CIA y acogido en un centro de formación de altos dirigentes militares, en Kansas.)
—Mobutu Sese Seko, 34 años presidente del Zaire (Congo), en realidad hombre de paja del gobierno norteamericano. Ejecutor de todo lo que hiciera falta. Sucesor de Patrice Lumumba, asesinado a los 6 meses de ser el único presidente elegido de manera limpia, y cuando enfocaba un gobierno a favor del pueblo.
—Joseph Kabila, presidente del Congo (R. D. del Congo) desde el 2001 hasta el 2018. Un segundo Mobutu. Hombre de paja del embajador de EE. UU. Superladrón.
—Yoweri Museveni, no tan criminal como los anteriores, presidente de Uganda, y tolerante… con el FPR.
Y sería demasiado largo
Solo consignaré dos hechos, fáciles de explicar. En el año 1996 (dos años después de la matanza de Ruanda), los ejércitos de Uganda, Ruanda y Burundi invadieron militarmente Zaire (primera guerra del Congo), con el objetivo oficial de derribar Mobutu, e instalar como presidente a Joseph Kabila. Cuando en 1998 el “presidente” Kabila quiso actuar como presidente real y destituyó a Kabarebe, jefe del Estado mayor y hombre fuerte del país, los ejércitos de Ruanda y Uganda volvieron a invadir Zaire (segunda guerra del Congo, que duró hasta 2003, e intervinieron hasta 9 países). Cada uno de estos acontecimientos causaba centenares o miles de muertes.
Queda el último detalle, pero quizás el más importante. El aliado más decisivo que ha tenido (y todavía tiene) el gobierno norteamericano ha sido, y es, el colectivo informativo internacional. Todos los medios de comunicación occidentales han sido, y son, una pantalla que lo ha tapado todo. En cada hecho que no se podía esconder, la información se limitaba a decir cosas del estilo: “esos africanos… no tienen solución, son inevitablemente incivilizados, por cualquier cosa se matan entre sí, mejor no darle importancia”.
¡Que se acabe esta impunidad “comprada” de una puñetera vez!!!
Y, todavía, consideremos el detalle de que toda esta actuación la fomentan (no la “hacen”, eh, solo la fomentan) gobiernos de un país que presume de ser “modelo de democracia”.