La tristeza nos embargaba. Hugo Chávez, último gran héroe del panteón de la Patria Grande, había pasado a la inmortalidad, tras dejar girones de su vida en esa última campaña que, ominosamente, cerró bajo la torrencial lluvia caraqueña rodeado del amor de su pueblo bolivariano. El poder económico alzaba las copas y brindaba “¡viva el cáncer!”, igual que cuando murió nuestra Evita, igual que cada vez que uno de los nuestros se va. Comenzaba marzo, terminaba el verano, el otoño parecía llegar implacable a ocultar el sol de la esperanza para los pobres de nuestra América.••• Ver noticia •••
La espada de Bolívar llega al Vaticano -- Juan Grabois
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