La envidia como enfermedad -- Pedro Serrano

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Pocos sentimientos humanos causan tanto sufrimiento e interferencias en el trato entre personas como la envidia. Esta emoción negativa solo sirve para producir amargura en quien la sufre y desconcierto e incomprensión en quien es objeto de la misma. El envidioso no busca que le vaya bien a él, sino que al otro le vaya peor. La envidia puede llegar a representar un muro inexpugnable que se interpone entre envidioso y envidiado, impidiendo el gozo que representa el acto de compartir.

La envidia es un sentimiento vergonzoso que nadie se atreve a reconocer, salvo cuando se la califica de sana. Dicen algunos: ?Lo que hace fulano es envidiable??, ?Tengo envidia sana de mengano??. Pero la envidia, si se siente, nunca puede ser sana. Si realmente es sano lo que sentimos respecto de los demás, no debemos decir que sentimos envidia sana, sino que sentimos admiración, aprecio o alegría por los éxitos o suerte de los demás.

Quizá con motivos justificados, no pocas veces se arremete contra el envidioso censurándolo y calificándolo de mala persona. Sin embargo, es posible que el envidioso sea más merecedor de compasión que de condena. Seguramente seríamos más justos y magnánimos si consideráramos la envidia como una enfermedad en lugar de un pecado. Enfermedad producida por una baja autoestima y que, tal vez, solo se pueda curar ensanchado el corazón y el intelecto.

. Valladolid