La educación, Rouco y el poder -- Julián Moreno Mestre

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Religión Digital

Dice el cardenal Rouco que la educación no puede estar en manos del poder. Semejante afirmación hoy debieron decirla los obispos de la Iglesia hace más de 35 años. Pero justo hoy cuando más pasan olímpicamente los políticos del sistema educativo, y cuando más reformas descafeinadas realizan, es cuando a Antonio María Rouco, que conoció una escuela autoritaria y fuertemente adoctrinadora, le da por soltar semejantes frases. Un poco tarde para ello y bastante fuera de lugar.

La educación no está en manos del poder, tal vez quienes pueden controlar más la educación son las comunidades autónomas, y todos sabemos muy bien que comunidades usan la educación para manipular no en sentido antirreligioso, sino más bien secesionista con el beneplácito no pocas veces de la Iglesia Católica local.

Es más, Rouco es quien ejerce mucho poder sobre los colegios católicos concertados de Madrid, muchas veces se tienen plegar estos lo quieran o no a lo que diga el cardenal, de no ser así hay consecuencias. Y esto yo lo he visto en muchísimas ocasiones y no cuando un centro impartía clases, sino cuando prestaba sus instalaciones para un encuentro de Redes Cristianas. Por no hablar de cuando se ha forzado a un centro católico a aceptar un profesor de religión de la archidiócesis o a secundar a estos iniciativas en las que no tenían mucho ánimo por involucrarse. Pero a pesar de todo, al parecer hoy los colegios católicos tienen más libertad que hace más de 35 años.

El problema de nuestros colegios e institutos, sobre todo de los institutos, es la dejadez de nuestra clase política. Da exactamente igual si los alumnos aprenden poca historia, pocas matemáticas o poca ortografía. A los políticos hoy empieza a preocuparles más el idioma en que se estudia, si la pizarra será de tiza o digital, si las escuelas serán ecoescuelas, el coste educativo, si les van a dar muchos problemas un determinado instituto o colegio o varios, etc.

Todo lo demás da exactamente igual. De hecho, para callar bocas se emplean las numerosísimas y costosas becas, los premios y concursos estúpidos en los que parecen resultar ganadores todos los colegios e institutos cada dos o tres años, las subvenciones, etc. Al final, todos son becas y galardones de excelencia, y hay y existen vitrinas en todos los institutos en el que están expuestas. Pareciera cuando los visitas y ves sus vitrinas, que estás visitando el mejor de todos los centros de enseñanza.

Pues no debe el cardenal preocuparse tanto por la influencia del poder de los políticos sobre el sistema educativo, con la inútil clase política que tenemos, es dudoso que alguno se plantee ejercerlo de verdad para tomar medidas y corregir lo que funciona mal. Preocúpese más el cardenal por la sangría de fieles en la Iglesia, por el descrédito de la Conferencia Episcopal, por revisar las posiciones de la Iglesia sobre muchos temas en los que choca frontalmente con la sociedad. Y si quiere preocuparse por la escuela, que no sea para colar más profesores de religión o por salvar los intereses de la Iglesia, sino por mejorar aquello que funciona mal. Para brindis al sol y despistar sobre lo verdaderamente importante que hay que reformar del sistema educativo no debe prestarse la Iglesia como hasta ahora ha venido haciendo