La economía para niños de John Maynard Keynes -- Leonardo Boff

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Actualmente debido a la subversión hecha por Donald Trump en todos los mercados mundiales, el asunto dominante es la economía y los efectos de las políticas arancelarias que ha impuesto. Son medidas descabelladas, aplicadas a toda la humanidad, a 180 países, que desestructuran las economías nacionales y perjudican particularmente a la población pobre. Sólo alguien sin corazón y sin sentido de humanidad puede tomar medidas de esta naturaleza.

En este contexto quiero referirme al padre de la macroeconomía, John Maynard Keynes (1883-1946). Considerado uno de los mayores economistas de los últimos tiempos, para quien la función del Estado es la de ser promotor del desarrollo, ayudó a sacar a Europa de la devastación de la segunda-guerra mundial y dio rumbo a la economía mundial. No veía la economía como algo absoluto en sí sino en el conjunto de las actividades humanas. Se mostró muchas veces como un humanista radical y como tal con fuerte carga utópica.

Voy a citar un texto muy poco conocido. En 1926 decía en una conferencia: «Las divinidades que presiden la vida económica sólo pueden ser genios del mal; un mal necesario que hasta dentro de un siglo (hasta 2028) nos obligará a hacer creer a los demás y a nosotros mismos que la lealtad es una infamia y que la infamia es lealtad, pues la infamia nos es útil y la lealtad no. En otras palabras –añadía– la humanidad llegará al consenso de considerar la avaricia, la usura y la prudencia como indispensables para sacarnos del túnel de la necesidad económica y llevarnos a la luz del día».

«Sólo entonces se alcanzará el bienestar general y será el momento en que nuestros niños, y ese es el sentido de mi ensayo Perspectivas económicas para nuestros niños*, comprenderán finalmente que lo bueno es siempre mejor que lo útil».

«Entonces ya no necesitarán recordar ciertos principios, los más seguros y menos ambiguos de la religión y la virtud tradicionales: que la avaricia es un vicio, que es una maldad obtener beneficios prestando con usura, que el amor al dinero es execrable».

«Los que caminan con seguridad por la senda de la virtud y la sabiduría serán los que menos se preocupen por el mañana. Y una vez más llegaremos a valorar más los fines que los medios y a preferir lo bueno a lo útil».

«Honraremos a aquellos que nos enseñaron a acoger el momento presente de manera virtuosa y placentera, personas excepcionales que saben saborear las cosas inmediatas, como los lirios del campo que no tejen ni hilan».

Aunque esta propuesta humanista del eminente economista no se haya realizado aún (¿se realizará?) pues vivimos bajo la dictadura del vil metal y de la economía especulativa que no produce nada a no ser más dinero todavía, dejando a gran parte de la humanidad en la pobreza y la miseria, él percibió, y esto sigue siendo válido, que la esencia de la vida no está en acumular ilimitadamente y en consumir desmedidamente. El sentido da vida consiste en vivir la vida, gozarla, reproducirla, celebrarla, compartirla con otros. Esto no nos lo da la economía vigente. En una palabra, es lo inútil lo que cuenta, no lo que es económicamente útil.

Seguramente el sabio humanista y economista Keynes nos haya revelado la verdadera naturaleza de la economía, más comprensible por los niños que por los adultos.

Hoy hemos perdido esta perspectiva y somos todos rehenes de la cultura del capital que nos obliga a gastar nuestras vidas y nuestro tiempo trabajando, produciendo y consumiendo en el contexto de una sociedad perversa, cuyo ideal es la acumulación sin límite y el consumismo, sociedad que ha transformado todo en mercancía, hasta las cosas más sagradas o vitales como los órganos humanos.

De seguir por este camino, por más aranceles que el descontrolado Donald Trump imponga a la humanidad entera, iremos, probablemente, al encuentro de una gran tragedia, eventualmente de nuestro propio fin. Merecidamente, pues no hemos cumplido el fin para el cual hemos sido creados: vivir la vida y agradecerla.

*John Maynard Keynes, “Perspectives économiques pour nos petits-enfants”, en Essais sur la monnaie et l’économie: les cris de Cassandre, Paris, Payot 1971, p.140; L.Boff, Ecologia, mundialização e espiritualidade, Ática, SP 1996.

Traducción de Mª José Gavito Milano