Enviado a la página web de Redes Cristianas
Vivimos en un tiempo social duro e incierto, agravado ahora con la pandemia mundial. Hemos entrado en una profunda crisis a todos los niveles que crecerá como una inmensa bola de nieve. La salida a la misma dependerá del tipo de respuesta que demos colectivamente como ciudadanía consciente. “En tiempo de crisis la imaginación está por encima del conocimiento”, dijo Einstein. Por eso, es necesario disponer de proyectos utópicos, creer en algo no realizado todavía, pero que puede realizarse, pues la utopía es “lo inédito viable”. O como dijo Unamuno: “Con la razón el hombre vive, pero sólo con los sueños sobrevive”.
En estos meses de cuarentena somos testigos asombrados y agradecidos de la inmensa entrega y solidaridad de grupos de profesionales de todas clases. Gracias a sus diversos trabajos están salvando la vida de miles de contagiados por el Covid-19. Y ahí siguen afrontando la evolución impredecible de la pandemia quien sabe hasta cuándo. Los cálidos aplausos de admiración hacia ellos/as por una gran parte de la ciudadanía elevan el ánimo decaído de nuestras calles semi-desiertas.
Con esta crisis somos testigos también del nacimiento de incontables grupos de solidaridad. Casi espontáneamente se organizaron para recoger y repartir ayudas de muchos tipos para personas, familias y grupos sociales frágiles o empobrecidos, que han quedado a la intemperie y con escasos recursos para salir adelante cada día. Es imposible enumerar las incontables iniciativas de estos grupos ciudadanos que están haciendo de colchón amortiguador del dolor y la precariedad. No olvidamos tampoco a las sencillas asociaciones, parroquias y otras oenegés grandes y conocidas que están dando de sí cuanto pueden. No salen en la tele, ni reciben aplausos, ni tienen reconocimiento público, aunque tampoco lo buscan ni les importa.
Ahora estamos descubriendo y valorando la necesidad de la “CUIDADANÍA”. Un sencillo cambio de posición de la letra “i” nos ofrece este muy sugerente vocablo, que debe servir de complemento al de “CIUDADANÍA”. La cuidadanía está en relación con “cuidar, cuidado”. Ser y sentirse cuidadano/a es ejercer como parte activa de la sociedad y cuidar de que ésta logre sus mejores objetivos para todos sus miembros sin excepción. Si ciudadanía mira más a la exigencia de los derechos ante los poderes públicos, cuidadanía mira más a la propia exigencia consigo mismo como atento a cuanto sucede a todos. Si ciudadanía hace referencia a derechos y libertades, cuidadanía se refiere más bien a deberes éticos y responsabilidad consciente. Ambas dimensiones se reclaman y se necesitan recíprocamente. Las personas tenemos la responsabilidad de ser cuidadanas, cuidadoras de la vida de los demás y de todo cuanto existe, confraternizando con todos los seres en una comunión universal como con-ciudadanos de un mismo planeta.
No cualquier tipo de ayuda es una ayuda verdadera. En situación de riesgo y de emergencia como la actual hay que actuar de inmediato y ayudar, lógicamente. Pero al mismo tiempo habrá que pensar qué hacer “después de hoy”. Pues no es ayuda que libera tener una cola de necesitados pidiendo para comer cada día. Así pues, es necesario estudiar y exigir soluciones estructurales, permanentes, y ser capaces de movilizar las defensas para salir libres del estado de alerta social porque nunca el peligro fue mayor.
En este sentido, las organizaciones y grupos de “cuidadanía” tendrán que empujar para que, entre otras medidas, se implante ya en nuestro país la Renta Básica Incondicional y Universal. No es un imposible y podría implantarse ya. Más del 56% de los españoles están a favor de la misma. No olvidemos que “La solidaridad tiene que conjuntar la compasión con la conciencia política, la tarea asistencial y cercana al pobre con la visión lúcida de las determinaciones estructurales. La defensa y el avance hacia un Estado social requieren conciencia y capacidad de actuación política” (Mardones).