Enviado a la página web de Redes Cristianas
Se dice que una imagen vale más que mil palabras, y puede que sea verdad. Recientemente he visto dos imágenes en televisión que, por si solas, explican lo que muchos no alcanzamos a comprender ni a definir con palabras; y que no es otra cosa que la corrupción sea vista por algunos como inmaculada virtud en lugar de un sucio pecado.
Como les decía, en una de esas imágenes se ve a Isabel Pantoja saliendo de la cárcel, sonriente y con la cabeza bien alta, en su primer permiso penitenciario. A las puertas de la prisión, un grupo de personas la recibe con loas y vítores cual heroína protagonista de una gran hazaña.
Días después de la debacle electoral en Valencia, en otra imagen no menos definitoria de la estulticia que nos circunda, aparece Rita Barbera aclamada por sus incondicionales en la que uno de ellos le grita entusiasmado: ?Tu siempre serás mi alcaldesa??. Pero lo que definitivamente me hizo sentir absoluta vergüenza fue la escena representada por dos monjas provectas que se acercan a doña Rita para besarla efusivamente y en la que una de ellas, no conforme con el beso en la cara o quizá porque la confundió con un obispo, le coge la mano y se la besa con devoción cristiana.
Valladolid