Seguidora de Federico tratando de convencer al padre Fortea. El cuchillo se lo dio César.
Muchos me han dicho que de lo que me debería ocupar es de rezar más, confesar y trabajar en mi parroquia. A todos los que eso me han dicho, les contesto con toda serenidad: me hice sacerdote para algo más que eso. Además de rezar el rosario, aspiro a cambiar un poco el mundo.
Algún amigo, preocupado, me ha preguntado si no me habían hecho alguna llamada de arriba. Le he contestado que aspiro a que la Iglesia sea un lugar de libertad, donde dentro de la misma fe, cada uno pueda expresar sus opiniones. No, me congratulo de que no he recibido ninguna llamada.
Por otra parte, quiero dejar muy claro que aunque se dice que la COPE es propiedad de los obispos, eso se dice para abreviar. En realidad eso no es cierto, es propiedad de la Iglesia, administrada por el clero. En Roma, todos asuntos de propiedades diocesanas son llevadas por la Congregación del Clero, no por la Congregación de Obispos. En eso hay una intención teológica.
Muchos piensan que me meto en camisa de once varas por opinar sobre esta emisora, que me estoy saliendo de tiesto, que busco algo torcido. Quiero recordar a todos los buenos católicos que me han criticado sin piedad, por meterme en cosas que no me competen, que soy tan Iglesia como el Papa.
Esto suena a herejía, pero el Santo Padre no es más Iglesia que yo, no es más cristiano que yo, su misa no es más misa que la mía. Lo digo con todo el cariño del mundo. Habría que escuchar mi tono dulce para comprenderlo. En mis palabras no hay ningún deje de agravio. No hay recriminación alguna en mi afirmación. Lo digo con cariño, lo digo sabiendo que él me daría la razón. Lo que he escrito parece una herejía, una falta de respeto y casi una desobediencia, pero es la verdad. Y la verdad no ofende a nadie. No debería ofender a nadie.
Por eso pienso hablar de la COPE siempre que me apetezca. Hablaré de ella quizá para mejorar mi sentido del humor, quizá porque me aburro después de la cena, quizá porque me lo pide el cuerpo, quizá por fastidiar a César con SUS libros, tal vez hable de la COPE porque ese día llueve y no quiero salir de casa.
Pero quede claro a los que me repiten que no me es lícito, habiendo obispos, tocar este tema, que el Papa no tiene más razón por ser Papa, sino por tener razón.
No es el cargo lo que da la razón, sino la razón misma. Por eso me enorgullezco de ser un simple cura, un pobre párroco, que habla de este asunto. Un cura que parece que está loco.
Yo os bendigo locos del mundo, como Salieri al final de Amadeus. Sí, os bendigo.
No me desprecieís por mi pobre puesto en el rebaño de Dios. ¿Porque despreciáis a unos sí y a otros no, sólo por el cargo?
El Papa simplemente ejerce otra función en la Iglesia de Dios. Pero no es un ser superior, es un hermano en la Fe con otra función distinta a la mía. Función que acato de corazón, con amor y sin restricciones. Pero en la Iglesia no hay seres superiores. Todos somos iguales, aunque con distintas funciones.
También yo soy parte de la jerarquía de la Iglesia aunque en el segundo grado del orden. También yo tengo la misión de ser sacerdote y profeta. También yo poseo el derecho y el deber de clamar contra aquello que no me parezca bien para la Iglesia. Y desde la serenidad, desde el ofrecimiento de razones, desde el amor a Federico y a César y a Cristina (lo siento también a ti te toca) afirmo que ha llegado el momento de una refundación de la COPE.