Al fin y al cabo son sus curas. Por muy rojos que sean, son curas de Madrid. Consciente de ello y en contra de lo que le vienen pidienso insistentemente los «talibanes» de la derecha eclesial más montaraz, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, ha hecho gala de sus dotes de maestro y padre, para lograr un principio de acuerdo con los curas de San Carlos Borromeo. Rouco ha dejado el báculo y el código de derecho canónico de lado y ha dado órdenes a su fiel obispo auxiliar, Fidel Herraéz, para que busque una salida dialogada y negociada con los sacerdotes de la parroquia roja. Sin vencedores ni vencidos. Sin reproches y sin mirar hacia atrás, como pueden ver en Religion Digital. Eso se llama «cintura» y gobierno pastoral.
Y ejemplo de resolución de conflictos hacia fuera. Algunos estaban expectantes para ver cómo se las ingeniaba la Iglesia (y Rouco) en situaciones así. ¿Cómo un partido político, donde el que se mueve no sale en la foto? ¿Iba a primar, en cambio, la fraternidad por encima de todo? Ya tienen la respuesta.
Sólo falta una foto del cardenal con sus tres curas. Para que quede constancia gráfica de esa forma de resolver los conflictos en la Iglesia. Una foto que vuelva a darle a la institución (y de paso, al cardenal de Madrid) todo el brillo perdido. Porque el desgaste ha sido profundo.
Y de paso, el cardenal haría bien en revisar su política y su estrategia informativas. En la era de Internet y de los medios, no se puede optar (como se hizo) por el silencio como estrategia. ¿Quién asesora al cardenal en estas lides? Monseñor, es hora de que los ponga de patitas en la calle a todos esos asesores aúlicos que presumen de conocer los medios y nunca han pisado una redacción.