Se ha escrito mucho sobre Julio y me ha encantado leer todo lo que este hombre ha hecho en su vida. No voy a repetir y mi pequeña aportación se pude sintetizar en este aspecto de Julio: era un hombre desprendido. Para mí era un amigo entrañable al que acudí confiado en distintas ocasiones difíciles de mi vida. Recuerdo que una vez dimos una charla juntos en los años 80 sobre la financiación de la Iglesia y los parados. No quiso recibir ninguna retribución.
Julio estaba en peores situaciones económicas que yo, no admitió nada. Yo tampoco. En otra ocasión que nos dio a los de CPS una magnífica charla sobre Teología de la Liberación, en nuestras Jornadas anuales, tampoco quiso admitir nada. Sabiendo cómo se las gastaba, utilicé otra estrategia. Compramos unos libros de teología que le podían hacer falta y por medio de una tercera persona se los hicimos llegar. Fue la única vez que nos admitió una tímida recompensa. Julio siempre estuvo muy ligado a Cristianos por el Socialismo, tanto en nuestra vertiente de fe como en el aspecto político.
Me uno a todos los escritos, reconocimientos y alabanzas de este hombre, totalmente merecidos. Un hombre que como Jesús “pasó haciendo el bien”. Solamente quiero añadir que me hubiera gustado que Julio conociera y oyera todos estos reconocimientos en vida. Me hubiera gustado ver a Julio cómo se ponía colorado y bajaba la vista ante una apología tan justa. Siempre nos pasa lo mismo, todo esto lo hacemos después de muerto. Sería mejor hacerlo en vida.
Setiembre de 2011