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El Universal de México
Madrid.- La celebración del sínodo en el que el Papa Francisco nombrará a 21 nuevos cardenales vuelve a poner sobre el tapete el gran poder de los llamados príncipes de la Iglesia y la avanzada edad con la que acceden a un puesto que, entre otros privilegios, les otorga la oportunidad de elegir entre sus propias filas al sucesor de Pedro.
Aunque en teoría cualquier varón bautizado y mayor de 30 años puede ser nombrado Papa previa ordenación como obispo, en la práctica es el colegio cardenalicio el que selecciona entre sus miembros al jefe de la Iglesia Católica.
?Los cardenales son la máxima dignidad eclesiástica después del Papa (??) Los designa el Papa entre quienes cumplen una serie de requisitos. Para ser nombrado cardenal se debe haber recibido el orden del presbiterado, y destacar en doctrina, buenas costumbres, piedad y prudencia. De ordinario, el candidato debe ser obispo, pero cabe que el Papa exima de tal condición??, explica Alejandro Vázquez-Dodero Rodríguez, licenciado en Derecho y doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma.
Todos ellos forman el colegio cardenalicio, órgano que cumple la doble función de elegir al romano pontífice y brindarle asesoramiento en relación con el gobierno de la Iglesia o cualquier otro asunto, agrega el especialista.
El promedio de edad en el colegio cardenalicio supera los 75 años, lo que implica que los Papas tienen una edad bastante avanzada cuando toman posesión del cargo, por lo que no tardan en resentir los achaques propios de la vejez o manifestar problemas de salud después de alcanzar la cima de la Iglesia.
Una solución sería rejuvenecer el colegio cardenalicio para que los Papas estuvieran en mejores condiciones físicas para afrontar las exigencias de su puesto. Pero las largas y fecundas trayectorias que tienen que acompañar a los cardenales para que puedan aspirar al papado, incluidas la labor pastoral y su probada dedicación a la voluntad de Dios, dificultan el rejuvenecimiento de la dirigencia colectiva de la Iglesia Católica.
Junto a un currículum excepcional, los purpurados deben tener también influencia política o religiosa dentro de un grupo de cardenales electores para poder optar al papado, algo para lo que se necesitan varias décadas de experiencia y cabildeo. Además, tienen que granjearse la admiración y el respeto de los demás cardenales, ingredientes que también tardan tiempo en fabricarse y que resultan igual de esenciales a la hora de aspirar al máximo cargo del Vaticano. Los requisitos para poder acceder a la jefatura de la Iglesia Católica quedan reflejados en las potentes biografías de los Papas que, asimismo, suelen hacer gala de sus dotes intelectuales.
Todo ello impide que descienda significativamente la longevidad de los cardenales, por lo que otra opción podría ser la de plantear la jubilación de los Papas a fin de que estos pudieran retirarse a una edad prudencial, antes de que los años empezaran a pesarles demasiado.
?Es evidente que el Papa, con su estatus actual, puede hacer lo que quiera, pero a nadie debería llamarle a atención el hecho de que un Papa, elegido democráticamente en la Iglesia, pudiera someter su servicio a un espacio de tiempo concreto y retirarse a otras tareas al finalizar ese período de tiempo o cuando ya su situación física no le permitiera llevar profesionalmente esa función, como hacemos el resto de los humanos en cualquier otra profesión democráticamente regulada??, señala a EL UNIVERSAL el teólogo Evaristo Villar.
Planteada en otras épocas, una hipotética jubilación del Papa pudiera haber sido casi motivo, si no de herejía, sí al menos de preocupación; para cierta tipología de cristianismo el Papa es intocable, una especie de tótem sagrado, agrega el experto que considera no obstante que la Iglesia a lo largo de su historia ha sido capaz de llevar a cabo profundas reformas en su seno, aunque casi todas llegaran tarde.
?El papa Francisco ha reavivado en la Iglesia universal el paradigma de la sinodalidad. Está creando, evidentemente, una conciencia de empoderamiento en los cristianos, sobre todo en las mujeres, pero no veo de momento posibles cambios radicales en la estructura vertical, monolítica y clerical??, concluye el teólogo aludiendo a la dificultad de llevar a cabo modificaciones de peso, como la que limitaría el mandato de los Papas para que la vejez no se convierta en un lastre.
Fuentes conocedoras de los entresijos de El Vaticano consideran que muchos seguidores de Francisco serían partidarios de fijar una fecha para la jubilación de los Papas, al igual que está estipulado que los cardenales electores no pueden superar los ochenta años.
Suponiendo que el jefe de la Iglesia Católica estuviera de acuerdo en programar su baja laboral, el cambio implicaría una importante reforma del Código Canónico, que aglutina toda la legislación aplicable a la Iglesia latina. Sería el Papa el encargado de promulgar la nueva normativa previo asesoramiento, entre otros, de los expertos jurídicos de El Vaticano.
Ante una cuestión que no se considera urgente, los especialistas consideran poco probable que en el corto o medio plazo se llegue a aprobar el retiro obligatorio de los Papas a determinada edad.