Juan José Tamayo: «La Mezquita debe ser un bien público y un espacio de diálogo intercultural» -- Carmen Lozano

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LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO PALENCIA, 1946
TRAYECTORIA TEOLOGO ESPA?OL VINCULADO A LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION, DIRIGE LA CATEDRA DE TEOLOGIA Y CIENCIAS DE LAS RELIGIONES IGNACIO ELLACURIA DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III
El teólogo Juan José Tamayo ha pasado por Córdoba para presentar su último libro, Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica(Fragmenta), en el que ofrece medio centenar de perfiles de hombres y mujeres que han influido decisivamente en la orientación política y cultural del mundo. Con la intención de reconocer a estas figuras y hacerlas referente de los intelectuales del siglo XXI, el resultado de este recorrido es una biografía religiosa colectiva del siglo XX que se caracteriza por la propuesta de una teoría crítica de la sociedad y de la religión en clave liberadora.


–Ha venido a Córdoba a presentar su último libro, en el que recoge la biografía y pensamiento de cincuenta intelectuales. ¿Hasta qué punto era necesario recuperar la voz de todas estas personas?

–En este momento es muy necesaria la voz de los intelectuales, y de manera especial el recuerdo de sus voces a lo largo del todo el siglo XX, ya que la idea que se tiene, creo que incorrecta, es que vivimos en un estado de orfandad de intelectuales. He intentado poner de manifiesto que a lo largo de todo el siglo XX ha habido figuras relevantes que han ejercido un papel muy importante en los diferentes campos del saber y han influido decisivamente en la orientación política y cultural del mundo, y me parecía que era de justicia reconocerlos como referentes del papel que deben jugar los intelectuales en el siglo XXI.

–¿Cuál es el punto de partida del libro?
–El libro parte del intelectual Emile Zola y su artículo Yo acuso . A partir de ahí, analizo las características que definen a un intelectual.

–¿Cuáles son esas características?
–La primera es estar comprometido en el espacio político, no ser solo un sabio. La segunda, la conciencia crítica del poder, de todos los poderes, y también el cuestionamiento y zarandeo hacia la sociedad adormecida, drogada, que no reacciona frente a las agresiones de que es objeto por parte del poder. La tercera característica es la coherencia entre su teoría y su
práctica.

–A juzgar por lo adormecida que parece estar la sociedad, ¿cree que están haciendo bien su papel los intelectuales o es que carecemos de ellos?
–Siguen existiendo intelectuales, pero ya no son individuos a quienes hay que admirar y reconocer, sino que están inmersos en los movimientos sociales, y se ha establecido esa alianza que contribuye a tener más altavoces en la crítica del intelectual. Además, hay un fenómeno nuevo, las redes sociales, que consigue mayor influencia de los intelectuales en nuestra sociedad. Esto provoca un triángulo entre redes sociales, movimientos sociales e intelectuales que va a influir en la sociedad para que reaccione.

–Y parece que esa alianza empieza a dar sus resultados
.
–Así es. Esa sociedad que parecía insensible a todas las movilizaciones populares, que seguía apoyando políticamente a los partidos más tradicionales, empieza a despertar.

–Buena parte de los intelectuales que analiza están muy vinculados a la religión, siempre en una línea transformadora. ¿Hasta qué punto es necesaria la religión?
–No sé si es necesaria o no, pero yo creo que la religión puede ejercer un papel público, una doble función, en la sociedad. Durante muchos siglos, y todavía hoy, las diferentes religiones han defendido una función alienante, opresiva y tranquilizadora. Pero yo creo que la religión puede ejercer otra función como fuerza de liberación, como hace el cristianismo latinoamericano, el africano o el asiático. En estos lugares, la religión está ejerciendo una función liberadora de las conciencias y, sobre todo, contribuye a dar poder a los sectores populares para que salgan y luchen contra el poder que les oprime. Es un instrumento de lucha contra la pobreza que no se resigna. La religión ha sido un gran despertador de conciencias en estos ultimos 40 o 50 años, pero no es menos cierto que todavía la función más frecuente que ejercen las religiones es de alienación y de legitimación de la opresión.

–¿Qué opina sobre la polémica de la titularidad de la Mezquita Catedral?

–Yo formo parte de los que defienden la Mezquita como espacio público. Creo que la situación actual, por parte de la Iglesia católica, es de una apropiación indebida de un bien público, cultural, que pertenece a toda la ciudadanía. Dada su relevancia cultural, y siendo como es el símbolo de un momento histórico caracterizado por el dialogo interreligioso, intercultural, la
Mezquita debe considerarse como un bien público al servicio de todos los ciudadanos y un espacio de diálogo intercultural e interreligioso, como corresponde a la importancia y significación que ha tenido. Por tanto, no puedo aceptar que sea propiedad exclusiva de una religión porque, como en el caso de la católica, su negativa a compartir ese espacio con otras tradiciones religiosas, su inmatriculación como un bien de propiedad de la iglesia, me parece que es un gravísimo atentado contra una historia intercultural e interreligiosa que tiene nuestro país, la mejor herencia que tenemos que activar.