Seguidamente unos extractos de lo expuesto por Rubén Dri, en su obra ?La Utopía de Jesús?? (Cap. III: Jesús, profetismo y sacerdocio pgs. 31-50) Editorial Biblos ? Buenos Aires.
I.?Sacerdocio y profetismo estuvieron siempre en guerra??.
Lai lo ilustra primero con el profeta Amos. ?Yavé es quien me tomó…?? (Am 7, 10-17). La diferencia entre el sacerdocio y el profeta, el autor expone en 6 características.
1. Amasías, el sacerdote, está con el rey y su corte, es decir, con las clases dominantes; mientras que Amos, el profeta, está contra de éstas. El sacerdote es el defensor del orden del cual él, por estar a sueldo y gozar de las ofrendas del pueblo, es un beneficiario.
2. En consecuencia, el sacerdote está en contra de los pueblos, pues vive del excedente que las clases dominantes extraen de ellos…
3. El sacerdote vive en la corte o en ambientes cercanos a ella, mientras que el profeta vive en el seno del pueblo.
4. El sacerdote, de acuerdo a su lógica, interpreta la actividad del profeta bajo el lente de la ganancia, (el profeta, a parte de los oficiales) trabaja en forma totalmente gratuita.
5. La fuente de donde dimana la acción sacerdotal es la ley, o sea, los ordenamientos jurídicos de la sociedad israelita, que se suponen provienen directamente de Dios. El profeta, en cambio, recibe el mandato de profetizar directamente de Yavé.
6. El centro de acción del sacerdote se encuentra en el templo, pues su actividad principal consiste en realizar los sagrados ritos. Para el profeta, en cambio, el centro está situado en el seno del pueblo, en los lugares públicos, pues su actividad principal consiste en luchar por la justicia, es decir, reivindicar los derechos de los pobres en contra de los ricos opresores.
Esta actitud de enfrentamiento entre el sacerdocio y el profetismo se da con Isaías (1,17), Jeremías (7, 21-24), Oseas (6,6) y Jeremías (20, 1-6). Afirma Rubén Dri: ?Cualquier intento de armonizar la función sacerdotal, tal como la describen los textos proféticos, y la práctica del profetismo debe culminar necesariamente en el fracaso. Ambos pretenden actuar en nombre de Yavé, pero entienden por Yavé no solo algo no solo distinto, sino contrario, en tanto es la expresión de prácticas de clase irreconciliables.??
II Cosmovisiones enfrentadas.
Los rasgos distintivos de la concepción sacerdotal están constituidos por el dualismo, el inmovilismo y la jerarquía.
1. Dualismo: cuerpo contra el alma; sagrado contra profano, histórico contra atemporal
En consecuencia, la tarea fundamental del hombre será la de liberar el alma de los lazos con los que el cuerpo la tiene la tiene aprisionada, para lo cual Plantón imagina distintos medios:
a) La ascética. Uno de los principales medios que propone es la ascética o mortificación del cuerpo.
b) La vida religiosa. ? La iniciación (noviciado).
c) El cultivo de la filosofía o dialictica.
d) La purificación del amor
2. Inmovilismo
Lo sagrado es inmóvil, ahistórico, atemporal, eterno.
Existe miedo de las clases dominantes al cambio
3. Jerarquía
Jerarquía proviene de hieros (sagrado) arjé (mando).
Es evidente que con esta visión del mundo la virtud de la obediencia adquiere una importancia de primer orden.
En contraposición a la concepción sacerdotal, la profética es monista, histórica y diaconal.
1. Monismo
No existen para los profetas dos realidades distintas, lo sagrado y lo profano, sino una sola realidad compleja con múltiples dimensiones. La profecía es inmanente a la realidad. En hebreo ?carne?? y ?alma?? significan lo mismo según la perspectiva desde la cual se lo enfoca. (Para Jesús Dios es inmediato, no se requiere ni templos, ni intermediarios (sacerdotes), ni sacrificios. (Jn 4, 19-21).
2. Dimensión histórica
La estructura de la historia según la visión profética contempla tres momentos fundamentales:
a) Se parte de una situación de opresión.
b) Se transita un camino de liberación.
c) Se culmina en la Tierra Prometida.
3. Diaconal
Mientras el pensamiento sacerdotal es jerarquizante, el profético es diaconal o servicial.
III. Jesús el profeta.
Es fácil encontrar una correspondencia entre lo profético y el mensaje proclamado y vivido por Jesús de Nazaret, así como resulta difícil encontrar un paralelo de lo profético, lo cristiano en nuestra Iglesia dominada por la jerarquía, en su extrema versión: el Opus Dei.
La prueba de que Jesús antes que nada es profeta y no sacerdote, Dri lo ve en tres tipos:
1. Jesús es anunciado por un profeta, Juan Bautista. (Mc 1,6)
2. Jesús se proclama a si mismo profeta. (Mc 6,4; Mt 5,17, Lc 13, 33)
3. Jesús es conocido por el pueblo como profeta (Mc 8, 27-28; Mt 16, 13-14; Lc 9, 7-8).
4. Jesús nunca se presentaba como sacerdote, ni enviaba a sus discípulos como tales, pero sí como modelo del Buen Pastor. (Hasat aquí un resumen desde la obra de Rubén Dri)
IV. La vigencia del profetismo.
1. San Pablo en 1 Cor 12 y 14 habla sobre de una diversidad de carismas esenciales para la construcción de cuerpo eclesial, dones que el espíritu reparte individualmente como a él le place. Entre estos figuran el don de supervisar (episcopein), de la sabiduría, de enseñar, de curar, del discernimiento de los espíritus y principalmente del don de la profecía, un don que, según él, ojalá tuviesen todos.
2. El título ?sacerdote??, como don particular no aparece en la Iglesia primitiva hasta el siglo ¿, y recién en el a partir de haberse la Iglesia convertida en estatal, se les confería a los líderes de las comunidades los atributos antes propios al sacerdocio pagana: una clase sagrada con cada vez más poderes, incluso políticos. Era el nacimiento de una Iglesia con dos clases marcadamente diferentes: una que ordena, otra que ha de someterse a la fuerza.
3. El cardenal Ratzinger, en los tiempos de su famoso libro «El nuevo pueblo de Dios», escribía: «Necesita la Iglesia hombres con pasión por la verdad y la denuncia profética. Los cristianos deben ser críticos incluso frente al propio papa, pues determinado panegirismo hace un gran daño a la Iglesia y a él».
Ahora en la cúspide del sacerdocio, los persigue, los sanciona, los ignora.
?Nada nuevo bajo el sol.??