JES?S LAICO. Antonio Marín Sánchez

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Somos Iglesia de Andalucía

En estos días en que todas las instituciones culturales y los medios de comunicación nos están conmemorando y recordando el 75 aniversario de la aprobación de la Constitución de la II República española (1-12-1931), se nos recuerda que dicha Republica construyó miles de escuelas, defendió los derechos civiles, especialmente los que afectaba a lo más desfavorecidos, que proclamó la igualdad de la mujer reconociendo el sufragio femenino y otras muchas cosas más, pero sobre todo porque aportó un anticlericalismo provocador e implantó una sociedad laica. Pues en estas fechas, me viene a la mente la figura y la conducta de Jesús de Nazaret. Y eso ¿por qué?

Porque Jesús también predicó una sociedad laica y anticlerical en donde lo más importante sería el hombre sufriente y privado de lo más esencial por la avaricia y la impiedad de las clases pudientes.

Fue el gran defensor de la separación de Religión y Estado: » Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».- » Mi reino no es de este mundo».

Creo que Jesús, hoy, volvería a condenar el uso de la religión como instrumento de las instituciones o partidos políticos para conseguir sus ventajas. No se puede hablar de política cristiana. La política no tiene religión y mucho menos se puede decir que Jesús o su mensaje está de su parte. Puede ser que la Iglesia lo esté, pero Jesús, no.

Aquellos que desean que el Estado se implique en el culto cristiano o que se imponga la enseñanza de la religión por medio de leyes civiles están contra las enseñanzas de Jesús.

Jesús dejó perpleja a la gente con su repetida violación de preceptos rituales anteponiendo a ellos la atención al prójimo sufriente y olvidado. Nos dice, sin lugar a duda, que una sola prueba determinará quién alcanzará su reino. Y esa prueba es si uno ha tratado al pobre, al hambriento, al emigrante, al enfermo y al que no tiene hogar como lo haría el propio Jesús. Si algún estado o gobierno *****ple este mismo programa puede afirmarse que es cristiano pero sin necesidad de manifestación confesional.

Si el Estado ha de atender al pobre, al indefenso, al enfermo, etc., ha de hacerlo dentro del ámbito de la justicia de forma que satisfaga a los creyentes y a los increyentes. El creyente en Jesús ha de añadir el amor al hermano, hijo del mismo Padre.

Hay quienes piensan que quitar a Jesús y a ¿su? Iglesia de la política significaría eliminar de esta toda moralidad. Están convencidos de que todo iría mejor si la política «escuchara» a la religión, pero siempre que sea la religión cristiana.

Dios no debe ser reclutado como ayudante por ningún partido político ni para sus idearios ni para sus campañas.

El Evangelio es exigente y a veces oscuro y no resulta sorprendente que algunas instituciones religiosas y políticas quieran amansarlo, diluirlo o acomodarlo a su conveniencia..

Finalmente, no olvidemos que Jesús fue victima de todas y cada una de las autoridades institucionales de su tiempo que lo llevaron a la muerte. Para ellos Jesús no era un hombre respetable. Durante su vida fue llamado emisario del demonio, irreligioso, impuro, desobediente a la ley, borracho, glotón, inmoral. ¿Qué estado seguiría una autentica «política cristiana»?. Jesús no encaja en la política.