Intervención de Monseñor Fabio Duque Jaramillo, ofm Obispo de Garzón

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

AUDIENCIA P?BLICA AMBIENTAL
Noviembre 11 de 2016
Centro Manila
Garzón (Huila)
El Señor dijo a Moisés: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los
opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado a liberarlo de los egipcios,… El clamor de los hijos de Israel
ha llegado a mí y he visto como los tiranizan los egipcios.» Y ahora marcha, te envío al faraón para que
saques a mi pueblo, a los hijos de Israel».
Moisés replicó: ¿Quién soy yo para acudir al faraón o par sacar a los hijos de Israel de Egipto? Respondió
Dios: «Yo estoy contigo; y esta es la señal de que yo te envío: Cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto
a Dios en esta montaña» (Ex 17, 3.7-9).

David le respondió: Tu vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. En cambio yo voy contra ti en el
nombre del Señor del universo. Dios de los escuadrones de Israel al que has insultado. El Señor te va a
entregar hoy en mis manos... toda la tierra sabrá de que hay un Dios en Israel. Todos los aquí reunidos
sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza, porque la guerra es del Señor y os va a entregar en
nuestras manos (1 Sam 7, 45-47).
La paz no consiste en una mera ausencia de guerra, ni se reduce a asegurar el equilibrio de las distintas
fuerzas contrarias, ni nace del dominio despótico, sino que, con razón, se define como obra de la justicia (GS
78).

Para construir la paz es preciso que desaparezcan primero todas las causas de discordia entre los hombres,
que son las que engendran las guerras; entre estas causas deben desaparecer principalmente las injusticias.
No pocas de estas injusticias tienen su origen en las excesivas desigualdades económicas y también en la
lentitud con que se aplican los remedios necesarios para corregirlas. Otras injusticias provienen de la
ambición de dominio, del desprecio a las personas, y, si queremos buscar sus causas más profundas, las
encontraremos en la envidia, la desconfianza, el orgullo y demás pasiones egoístas. Como el hombre no
puede soportar tantos desórdenes, de ahí se sigue que, aun cuando no se llegue a la guerra, el mundo se ve
envuelto en contiendas y violencias (GS 82-83).

El día de mi ordenación episcopal prometí ante la Iglesia, ser siempre bondadoso y comprensivo con los
pobres, con los emigrantes y con los necesitados. Hoy, esta es una de las mejores ocasiones que el Señor me
presenta para cumplir, con su gracia y con su fuerza, lo que prometí. Siento que no solo a mi sino a todos el
problema nos supera, pero acudo al Dios todopoderoso, de quien todos necesitamos, llegar a tener la
experiencia de su omnipotencia en medio de la historia, que actúa en medio de nuestra impotencia para que
nosotros podamos comprender que no hay otro Dios como Aquel que se pone al lado del pobre y afligido.
Les aseguro que luchar contra este pueblo es luchar contra Dios y tengo, no solo la esperanza sino la absoluta
certeza de que no quedaremos confundidos.

Existen muchas cosas de este proyecto que son ambiguas y me sorprenden:
1. Me sorprende, no el atractivo turístico que los empresarios y los constructores afirman que tiene el
proyecto del Quimbo, que se define como una obra de interés nacional, sino la injusticia y el atropello a
los derechos humanos con un grupo de campesinos colombianos, que con su trabajo aportaban una
riqueza invaluable para la sociedad huilense y colombiana.

2. Me sorprende que se llame progreso, al desarrollo simplemente material de la región, que permite tener
un departamento del Huila riquísimo por sus recursos naturales, pero unos huilenses pobres que no
tienen acceso a sus propios recursos. Que tristeza que en la concepción de progreso se ignore el
desarrollo progresivo e integral de las personas y no se tenga en cuenta que los que vienen implicados en
los proyectos terminan damnificados en diversos grados, según el reconocimiento que según sus criterios
hace la misma empresa interesada en sus propios réditos y sin que sea un tercero quien de manera mas
imparcial juzgue con imparcialmente. Las condiciones de muchos de los reasentados en el momento no
son mejores de aquellas en las que se encontraban antes y en algunos casos eran mejores las anteriores.

3. Me sorprende que una obra que se quiere presentar como el orgullo de la patria haya devastado el medio
ambiente, la biodiversidad, nuestro ecosistema, negando la posibilidad de permanencia y prolongación
de la vida, en momentos en que el mundo entero empieza a tomar conciencia del daño que la hacemos
a la "casa común" con determinados megaproyectos.

4. Me sorprende que en un Estado que se llama soberano y que se reconoce de derecho, se negocie la
soberanía entregando a pedazos nuestro río Magdalena. De esta manera los acuerdos firmados por la
empresa con el gobierno obligan a pedir permiso cuando se trata de utilizar las aguas del río en algunos
momentos, incluso en casos de emergencia. El río es un bien del pueblo colombiano que no se puede
enajenar a las multinacionales.

5. Me sorprende que para incentivar la inversión extranjera, el Estado flexibilice de tal manera las normas
que terminen dejando sin poder y autoridad al poder judicial y a los entes de control, colocando a los
nacionales a merced de los foráneos, quienes no tienen ningún reato de conciencia en violar los derechos
humanos de los colombianos.
6. Me sorprende, por la gravedad de lo que esto significa, que una empresa de capital mixto (nacional y
extranjero) maltrate a los colombianos y los accionistas nacionales no hagan nada para evitar las
injusticias. Clama al cielo que personas nacidas en nuestro mismo suelo se ocupen mas por los réditos de
sus acciones, sin importarles el sufrimiento de unos connacionales y prefieran beneficios económicos a los
daños que ha causado este proyecto a los bienes y familias de los afectados.

7. Me sorprende el cinismo de los que estando al frente de los destinos de la patria no vean ninguna
dificultad en promover bajo las mismas coordenadas de injusticia nuevos proyectos, aprobando mas
licencias, para que en el departamento del Huila se quieran construir nuevas represas, bajo el eufemismo
de embalses, pero que obedecen a la misma estrategia.
8. Me sorprende que quienes han visto el sufrimiento de los hombres y mujeres implicados en estas obras y
que han sufrido sus consecuencias sean tan inconscientes del problema humano y sigan solo preocupados
por una falsa idea de progreso.

9. Gran sorpresa me ha causado que sin una seria veeduría y sin que la empresa hubiese cumplido a los
campesinos, el gobierno le hubiese dado el permiso de llenar el embalse y de empezar a generar energía.
Y aún es mayor mi desconcierto, cuando siendo consciente del incumplimiento, se les prolonga la
licencia de generación de energía en el tiempo, y esta no sea suspendida hasta que cumplan con lo que
deberían haberse hecho antes de permitir el llenado del embalse.

10. Como no seguir sorprendiéndome cuando puedo percibir el irrespeto a las valiosas manifestaciones
culturales existentes en la región, que fueron avasalladas por el proyecto Quimbo y cómo no descubrir
que quien tenía la obligación de velar y proteger estas expresiones de la cultura, hubiesen preferido, a
pesar de haber firmado tratados internacionales y haberse comprometido con protocolos de
conservación de las mismas y no a su destrucción, ceder para que sin dificultades y sin medidas efectivas
por la conservación de estas manifestaciones, se dejara continuar sin dificultad el proyecto. Restos
arqueológicos y expresiones de nuestra cultura religiosa católica no fueron preservados como había
quedado establecido en la licencia ambiental, pasando por encima de las leyes.
11. Finalmente