Inevitables señales de vida. Desde Argentina, sobre la elección de Francisco I -- Diego Facundo Sánchez Campoo (Argentina)

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Un necesario ?desde donde?
Comparto mis impresiones definiéndome desde mi lugar de cristiano. Esa es mi identidad más profunda. Por encima de mi ser católico. Antes que nada me reconozco ?de Cristo?, el Ungido por Dios para bendecir la humanidad. Me siento en sus huellas. Me identifico absolutamente con su proyecto: histórico, comunitario y liberador. Desde esas tres dimensiones, vivo mi fe y me siento parte de la Iglesia.

Y me honro de saber que en esas mismas huellas, hay una nube inmensa de testigos que me guían. Y que siempre me recuerdan ?desde donde, junto a quién y cómo caminar? Desde esa memoria honrada quiero hablar.


Una aclaración pertinente

Estoy convencido que los sueños de Dios convergen en los mismos sueños de los hombres y mujeres de este mundo: Una tierra sin males, una vida digna de ser vivida para todos, para todas. Con posibilidades de ser feliz. Sin excesos para nadie. Con lo necesario para todos. Ese es el horizonte que nos guía, la utopía de los pueblos, la lucha de cada día. Con o sin Iglesia, hacia el Reino de Dios vamos. Hacia ese proyecto histórico-salvífico. Nos salva la ética y la política. Y desde dentro de las luchas y de los sueños??nos salva el Dios de la Vida. Ya lo dijo San Romero, ?la gloria de Dios es que el pobre viva?. Podríamos parafrasearlo diciendo: ?hoy la gloria de Dios es que GAIA sobreviva?.

Una razón lamentable

Dramático es el momento que vivimos como humanidad. La gran topadora del capitalismo avanza con sus cuatro ruedas destructoras: el despojo, la explotación, el desprecio y la represión. A gran escala, la crisis sistémica, el imperialismo asesino y la cuarta guerra mundial, en cada rincón del planeta, por los recursos que quedan??por este mundo que se va.

Y en medio de ese panorama, la realidad eclesial. Una Iglesia a contramano de todos los procesos de liberación y unidad. Medieval en todos sus aspectos. La ultima monarquía. Una gerontocracia absoluta con una guerra intestina en la punta del poder central. El evangelio, aparentemente olvidado. Un presente lamentable, más lamentable que siempre. La podredumbre total.

Una esperanza, sin más.

La elección de Bergoglio me hizo llorar. Me vi envuelto en una reacción que no me imaginaba. Esperaba lo peor, la absoluta continuidad. Esperaba ?una cara sonriente, como la de Juan Pablo II, pero con la espada escondida para la estocada final?. Esperaba un Odilio Sherer, esa es la verdad. De tercer mundo, pero aliado de la curia. Con una misma teología, con una misma lectura pastoral, con los mismos criterios que sus predecesores. Sostener la Iglesia del miedo. Sin diversidad. Monolítica. Sin dialogo. Imponiendo. Implacable. Sin la más mínima caridad.

Pero parece ser que hasta los viejos optaron por el cambio. Hubo rebelión en la granja. Rompieron la continuidad. Quebraron la fuerza de Sodano, de Scola, de Bertone. Hay que comprender que está pasando en el Vaticano, para entender también porque la elección de Bergoglio ya es revolucionaria. Veo signos. Algunos más políticos:

· Es un jesuita, la orden más grande de la Iglesia, y quizás la más preparada para orientar vientos de cambio.

· Es promovido por la línea de los ?pastoralistas? (alemanes, norteamericanos y demás cardenales enfrentados con los mas ?vaticanistas?)

· En el conclave pasado era el favorito del Cardenal Martini, y de los pocos que quedaban de la línea más conciliar (la verdaderamente conciliar, la del Concilio, no la de Juan Pablo II).

· Es del Tercer Mundo, pero no está en la línea de la curia, la de mayor romanidad.

Otros más personales:

· Salió por la ventana acompañado por un cardenal: Claudio Hummes. Todo un santo. No cualquiera. Veo en él a sus aliados.

· Fue simple en el mensaje. ?Soy del Pueblo de Dios, el obispo (todo un lenguaje). Antes que nada, quiero su bendición? (todo un gesto).

· La elección de Francisco es toda una programática de gobierno, pero antes que nada, es un análisis de realidad. Asume el mando de una Iglesia, según él, que amenaza ruinas. Y elige para eso, reconstruirla a lo ?franciscano?.

Finalmente hay signos más locales:

· Bergoglio es un tipo conocido por las bases eclesiales en donde él se movió siempre como pastor. Es querido. Es austero y cercano. Se ha comprometido con causas complejas y dolorosas. Y ha promovido pastorales en este sentido (trata de personas, cárceles de mala muerte, acompañamiento de víctimas??

· Por eso también ha sido una persona respetada por los curas y religiosos/as más comprometidos con el mundo de los de abajo, identificados con la opción por los pobres. Lo han visto caminar y defender sus trabajos (la Villa 31, la Villa 21-24??)

· Es una persona que ?no ha impedido? que crezcan espacios diversos. No es un inquisidor. Ha dejado hablar a grandes teólogos (Queiruga, Sobrino??).

· Ha promovido y acompañado el caminar de parroquias ?rojas? (La Santa Cruz, de los pasionistas, caso emblemático).

Y aunque hay también ?sombras???

· Su pasado peronista en línea con la ?Guardia de hierro?, su desempeño como provincial de los Jesuitas durante la última y feroz dictadura militar (casos Francisco Jalics y Orlando Yorio), y sus omisiones y peligrosos silencios en los juicios por delitos de Lesa Humanidad de años recientes.

· Su posicionamiento ?en cuestiones de moral? (caso ley de Matrimonio Igualitario (2010) e Identidad de Género (2011-2012)

· Sus posicionamientos políticos, de frente a gobiernos democráticos y más populares que cualquiera de sus predecesores (su enfrentamiento con N. Kirchner y sus alianzas ?por derecha? tanto con el mundo politiquero como con el empresarial).

Me da esperanza saber que:

· Francisco Jalics, cada vez que viene a la Argentina se encuentra y celebra la eucaristía con él.

· Adolfo Pérez Esquivel no identifica en Bergoglio complicidad con la dictadura. Un promotor del ?baño redentor de sangre?. Y si lo dice el premio Nobel, creo que lo sabe con certeza. Esto no invalida lo sombrío de muchos de los ?silencios del cardenal?.

· Clelia Luro de Podestá, esposa del gran obispo Jerónimo, la ha sentido compañero en momentos difíciles (toda una manera de estar-junto-a nuestra historia de la Iglesia en carne viva??estar con ella es estar con muchos/as otros/as).

· Los teólogos ?progresistas? del país, no han tenido problemas con él. Aun, cuando hubiese tome distancia teológica de ellos.

· El mundo ecuménico e interreligioso local se alegra por su nombramiento.

· A la gente de a pie, en general, se la nota con la alegría. Incluso a los más desconfiados, se los nota expectantes.

Y UNA CRUZ

No puedo dejar de hablar de esto. El lugar asumido por el cardenal Bergoglio en el día de ayer lleva un destino de cruz. Ineludiblemente. Por la dramática hora actual de este mundo. Por el momento de la Iglesia. Por la cantidad de desafíos. Por el peso de tanta responsabilidad histórica. Esto lo pone delante de una encrucijada, que sí o sí lo llevará al Calvario. ?l lo sabe.

El mal que asecha, cerca de él, es grande. Y aunque él tampoco es una oveja inocente -el es un político, una persona inteligente, que sabe a dónde llega y como está parado- es posible que si no toma firme las riendas de la barca, o no se rodea con quienes debería, vaya directamente al matadero (la elección de su secretario de estado será clave), sino??al basurero de la historia.

El nombre de Papa es una programática. Pero puede ser también una falacia. Porque Juan Pablo II se denominó así para marcar de esa manera que había continuidad con sus predecesores: Con Juan XXIII quien convocara al Concilio, con Pablo VI quien le diera contradictoria continuidad, y con el asesinado Juan Pablo I que venía a profundizar las reformas. Todo lo contrario a lo que se pensaba. Vino a restaurar la Iglesia preconciliar, a interpretar el Vaticano II a su manera, a desarticular la colegialidad, a cerrar las ventanas abiertas. Con una sonrisa, con carisma y con aparente cercanía llevó a lo más alto de las estructuras a toda la lacra vaticana actual, a todo este engendro de curia, a todo este conservador colegio cardenalicio, a toda esta iglesia del miedo y del poder. Y eso, inevitablemente desarticuló el mundo de abajo.

Ojala que denominación de Francisco, lejana de toda esta podredumbre, sea verdadero signo de restauración. Esta vez en pos del Evangelio. Que le haga honor al nombre de Francisco de Asís.

Que cada día, pueda sostenerle la mirada al Poverello. Que vuelva a la Iglesia de los pobres, al principio misericordia.

Y que se anime a la cruz del evangelio. Que no es cualquier cruz. Es la de la solidaridad con los empobrecidos. La del enfrentamiento profético con el poder. Es la cruz del evangelio de Jesus. La cruz de un nuevo amanecer.