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Estimados hermanos en la fe:
Soy Susana Techera de Montevideo, capital de Uruguay y quiero transmitirles desde el corazón una vivencia. Ayer 19 de Septiembre partió hacia la casa del Padre nuestro amigo y pastor Mons. Miguel Ángel Brito. Fue un sacerdote uruguayo nacido en el Departamento de San José. Ordenado muy joven, siempre tuvo claro testimonio de servicio. También estuvo en varias parroquias de Montevideo, siendo cura párroco y pastor de las mismas.
Yo cuento algunas de las inolvidables experiencias que nos tocó vivir junto a él.
Corriendo el año 1.980 asumimos con Gabriel el noviazgo en el año 1.982. ?l nos casó, después bautizó a nuestras hijas. Miguel era un tipo muy especial, de campo. Siempre se tomaba su tiempo de recorrer las viviendas de las familias más pobres del barrio. Si iba de mañana, seguro que te cocinaba y se quedaba a comer.
Si iba tarde, tomaba mate. Andaba mucho a pie y eso lo hacía más unido a la gente común del barrio con su boina y sus alpargatas y su caminar manso. Nunca andaba de apuro. Siempre estaba atento a las cosas propias de nuestro barrio Las Acacias. Construcción de cooperativas, allá iba él, aunque para sebar mate. Ocupación de una fábrica, desalojos de una vivienda, nacimientos, siempre con los más pobres. Allá andaba Miguel embarrándose las patas??.
Y en esas recorridas tuvo un sueño: construir dos capillitas, Ntra. Sra. De la Luz y San Pablo, que por supuesto, se hicieron y siguen en pie y es así que en el mismo barrio comenzaron a reunirse las personas formando comunidades de base en las casas. Allí surgió la vocación también de mi esposo Gabriel de ser diácono permanente. Lo impulsó, lo formó y lo comprometió con el quehacer de la Iglesia. Los años se le pasaron rápidos. Ya tenía 80 años. Era un cura gaucho. Nunca buscó cargos, ni puestos de privilegio. ?l era el último siempre.
Yo quiero contar algunas anécdotas graciosas de la vida de Miguel.
Cuando en el año 1.981 Gabriel va y le dice que es mi novio, él le comenta:- ?? Pero Gordo: ¿ella está enterada???. Ja, ja??fue de lo más risueño.
Después, cuando yo estaba a punto de parir, él me acompañó y esperó justito que naciera Rosario.
Un día estaba mi hija grave y me acompañó al hospital.
Era capaz de hacer milanesas de mondongo y presentarlas como milanesas de pollo riquísimas.
Siempre al servicio de los más necesitados. Forjando comunidades. Les quiero contar que Gabriel está también junto a él. Seguramente ayer lo esperó en un lugar maravilloso.
El cielo estaba celeste, soleado. Se sentían trompetas y música. Había llegado un santo: Miguel Ángel Brito.
Esto salió de mi corazón. Es lo que siento en este momento. Hoy nos cuesta la partida. Gabriel y mi familia lo queríamos como un padre, ya como un abuelito, un cura de aquellos??.Ya no se fabrican de esa madera.
Montevideo, 19 de Septiembre de 2.013