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La impunidad, es la actitud de indiferencia, encubrimiento y participación de autoridades políticas y jurídicas, en delitos cometidos por gente desalmada, que son perjudiciales para el pueblo; violando, de esta forma, el principio del bien común.
En Honduras, los responsables de los tres poderes del Estado, los dirigentes de la gran empresa privada nacional y extranjera, el personal gerente de diversos bancos, los jefes de bandas delincuenciales, así como los altos cargos y medios de las fuerzas de seguridad y de defensa, actúan impunemente, haciendo caso omiso de las leyes para beneficio propio y perjuicio de las víctimas.
El derecho internacional, considera a la impunidad, como la imposibilidad de llevar a los violadores de los derechos humanos ante la justicia; entre otras cosas porque en bastantes ocasiones, son los propios jueces, políticos, empresarios, militares y policías los que colaboran en el delito. Impiden a las víctimas la reparación debida y rara vez se investiga, se detiene y se juzga a los culpables.
La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el 8 de febrero de 2005, define la impunidad como: “la inexistencia, de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención y procesamiento. Las víctimas siempre quedan indefensas y desamparadas.
Violación de los derechos humanos
La impunidad en Honduras es denunciada firmemente por los respectivos Informes de la “Comisión de la Verdad” (oficial) que se conoció en 2011 y de la “Comisión de Verdad” (popular) recientemente publicada en 2012.
El Centro de Promoción de los Derechos Humanos de Honduras (CIPRODEH), informó hace unos días sobre la investigación llevada a cabo en el tema de la impunidad: el 87,3 % de los hondureños y hondureñas, cree que los jueces no actúan con honestidad y el Ministerio Público no se preocupa gran cosa de perseguir el delito.
A ello habría que añadir la complicidad en esta lacra social de la impunidad, tanto de autoridades gubernamentales, congresistas y responsables jurídicos del país. Asimismo el pueblo observa, impotente, como fuerzas de seguridad y fuerzas armadas colaboran en el delito sin que les pase nada.
Según el CIPRODEH, el origen de la impunidad puede deberse a la forma en la que el Congreso de la República elige al Fiscal General y a la Corte Suprema de Justicia. Considera el CIPRODEH, que el Congreso estimula la impunidad al elegir funcionarios del Sistema de Justicia irresponsables y escasamente honestos.
En bastantes ocasiones el legislativo emite leyes para favorecer a determinados grupos de poder que colaboraron en la financiación de sus campañas electorales.
La Impunidad en nuestro país, estimula la corrupción, el crimen organizado, la narcoactividad, el abuso de terratenientes contra campesinos, el desprecio de las leyes laborales por parte de maquilas, grandes empresas y multinacionales.
Efectos de la impunidad
Honduras, debido a la corrupción y la impunidad, está considerada internacionalmente como uno de los países más violentos del mundo; las cifras que conocemos son escandalosas: De una población de unos ocho millones de habitantes, hay unos 20 asesinatos diarios; es decir, unas 7.300 víctimas al año.
Además de la violencia criminal, a partir del golpe de Estado del 2009 se ha agudizado el crimen político de líderes opositores al régimen golpista. Son varias decenas de dirigentes campesinos, sindicalistas, abogados, fiscales, defensores de los derechos humanos, feministas y periodistas, entre otros represaliados.
Hay centenares de refugiados en otros países sin que puedan regresar al país, a pesar de haber transcurridos unos tres años del golpe político, pues los escuadrones encargados de su ejecución siguen activos. A los grandes delincuentes de “cuello blanco” nunca les pasa nada; siguen siendo considerados como gente honorables. Pero a los pequeños ladrones de menudeo, a los que padecen trastornos mentales, a los inocentes marginados, permanecen sin condena privados de libertad en los penales, sin que ni jueces ni policías se apiaden de ellos.
La delincuencia cobra impuestos de guerra en barrios humildes, roba viviendas amenazando a sus humildes propietarios con ejecutarlos si no se van, mantiene vigilancia armada en barrios o pequeñas comunidades y pueblos, trafica con personas ya sean mujeres o emigrantes…; en muchísimas ocasiones con la complicidad, planificación y ejecución de los propios policías.
Por el afán de poder y riquezas, se confabulan y apoyan los poderosos de la droga, las finanzas, los terratenientes, la gran industria, los responsables políticos y jueces del Estado; también las multinacionales y hasta autoridades de países extranjeros. En todos los casos, los sectores populares son víctimas de este régimen caótico y corrupto de impunidad que impera en Honduras.
Naturaleza humana
Ahora bien en la corrupción e impunidad, no sólo las practican los políticos de los grandes partidos Nacional y Liberal, también caen en ella a menor escala algunos empleados, funcionarios, y militantes de organizaciones populares y políticas que luchan por la justicia.
¿Qué hacer para ir superando las lacras de la corrupción y de la impunidad? Honduras necesita una revolución ético-cultural que nos impulse a la honradez, la honestidad, la solidaridad, la misericordia, el respeto de lo ajeno y el amor a la justica. Las múltiples organizaciones del pueblo integradas en el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) surgido a partir del golpe de Estado de junio de 2009, cifra sus esperanzas en una Refundación del Estado en profundidad. Para ello se requiere que la correlación de fuerzas sea favorable al movimiento popular frente a los poderes oligárquicos del país.
Para ello, esperamos que en las próximas elecciones generales que se celebrarán en el 2013, avance el partido político de izquierda surgido del FNRP, cuyo nombre es Libertad y Refundación (LIBRE). De antemano predecimos que la represión del régimen burgués contra líderes populares se agudizará. Aun así, mantenemos que la sangre de los mártires es semilla de liberación de los oprimidos.