Imagina -- Editorial de «Tiempo de Hablar-Tiempo de Actuar» (nº 166)

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Comunidad de base3Fuente: Tiempo de Hablar-Tiempo de Actuar
Imagínate si la Parroquia fuese una Comunidad de pequeñas comunidades
en las que necesitamos seguir creciendo con los demás, analizar nuestras
actuaciones, valores y actitudes, compartir nuestra oración, inquietudes y
experiencias de fe, comprometernos con otros en el servicio a los demás.
Imagínate si esas comunidades vivieran en igualdad hombres y mujeres, casados y solteros, sacerdotes y laicos, el celibato opcional y la comunidad tan democrática que los carismas no fueran acaparados por ninguna persona, sino
repartidos según capacidades.

Imagínate si quien formara esa Comunidad fuesen comunidades adultas con potestad àra decidir. Se diera un clima de amistad participando de tristezas y alegrías de unos miembros y otros, creándose un verdadero
ambiente familiar con ayuda mutua ante los problemas de sus miembros.
Imagínate, también si hubiera un compromiso formal de pertenecer a ella
asistiendo a sus reuniones con regularidad, reuniones de fe. El Evangelio y la Eucaristía fuese el centro de la vida cristiana, para vivir el
compromiso a favor de los oprimidos y sus justas causas.

Imagínate si la comunidad de iguales nadie la controlara, la coordinaran los mismos que la componen, sin dirigismos de nadie.
Imagínate si la Iglesia estuviese verdaderamente dispuesta a asumir el hecho de
que ha sido enviada a dar la Buena Noticia a los pobres y sacara todas las consecuencias de su compromiso histórico de levantar a los caídos,
servir a los pequeños, defender la Vida…

Imagínate si laicos y pastores pudiesen encontrarse para un diálogo fraterno, franco y abierto sobre los signos de los tiempos que
demandan, tanto en la sociedad como en la Iglesia, el coraje del testimonio profético que denuncia, anuncia y arriesga nuevos caminos…
Imagínate si la Iglesia revisase toda su moral, pero, esta vez a partir del Evangelio y, de una vez por todas, barriese de sus compendios todas las aberraciones que escribió y proclamó respecto del sexo, para exaltar el cuerpo como fuente de placer, de vida y de alegría, y por tanto,
como manifestación del Dios Creador…

Imagínate si la Iglesia fuese consecuente en sus declaraciones contra el machismo y, con lealtad, abriese para la mujer las mismas oportunidades, tanto en el plano de los ministerios cuanto en el de las decisiones…
Imagínate si la Iglesia cuestionase la obligación inhumana y cruel del celibato obligatorio, que, impuesta a los clérigos, se hizo obsoleta en la historia, y hoy sólo contribuye para la mentira y el desequilibrio humano y afectivo…

Imagínate si la Iglesia acogiese en un abrazo tierno y fraterno a todos aquellos hermanos en el sacerdocio ministerial que, casados, hicieron más completo su ministerio al expresar con la vida en pareja lo que hay de más
bello en la creación: mujer y hombre a imagen de Dios…

El arte de imaginar pone en marcha ya los sueños y permite vislumbrar la posibilidad de realizarlos en la práctica. Ojalá tengamos los
corazones abiertos para transformar nuestra imaginación en una realidad que transforme el rostro arrugado y desfigurado de la Iglesia, para que presente una nueva cara y cumpla, con fidelidad y celo apostólico, su misión de servir
a la construcción de un nuevo milenio libre de toda prisión y exclusión