En rueda de prensa realizada este Miércoles 24 de abril, en el Centro Pastoral Intipungo, en el Puyo, Pastaza (Ecuador), el Obispo de Riobamba y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Caritas Ecuador), Mons. Julio Parrilla, indicó que «la voracidad de grupos, transnacionales y gobiernos inescrupulosos amenazan la naturaleza». Esto en el marco del encuentro de misioneros que se realiza desde el lunes en la capital de Pastaza.
En la conversación con los medios de comunicación, el prelado enfatizó que «muchos todavía piensan que existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de una manipulación salvaje de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos??, pero que ello es totalmente falso. Agregó que estos planteamientos «no tienen su origen en la ciencia o en la tecnología, sino en una ideología tecnócrata al servicio de los intereses del mercado??, pero que también está influyendo la secularización, «en la medida en que el hombre se aleja de la trascendencia de Dios?? y «fácilmente cae en la tentación de pensar que todo vale con tal de satisfacer sus deseos y necesidades inmediatas??. Sobre los sucesos de ataque contra pueblos no contactados, el monseñor Jesús Sádaba, obispo del Vicariato de Aguarico, manifestó su preocupación de que las autoridades no hagan nada por aclarar los hechos producidos en la comunidad de Yarentaro, donde fueron masacrados más de 20 taromenane.
«Cómo es posible que recién ayer la Fiscalía abra un expediente sobre este caso que ocurrió hace más de un mes y donde están raptadas dos niñas», dijo. En cambio el padre capuchino José Miguel Goldaraz, señaló su indignación de que las investigaciones por parte de la Fiscalía no den resultados. «Si es verdad que les están lanzando comida (pueblos no contactados) desde aviones, eso es un genocidio».
En este artículo entrevistamos algunos misioneros reunidos en eI I Encuentro Panamazónico de la Iglesia: En defensa de la vida, la identidad y los derechos de la Amazonía.
Corrado Dalmonego, misionero italiano que trabaja en Brasil desde hace 12 años, contó que el principal problema que tienen las más de 200 nacionalidades indígenas que hay en ese país es con la minería. «Allí se realiza un trabajo durísimo porque la selva amazónica brasileña es muy extensa. Nos ha tocado vivir con las comunidades, pero es muy difícil entender sus necesidades y que ellos entiendan las del mundo occidental», dijo.
Para Mario Melo, abogado del pueblo kichwa Sarayaku por 12 años, no hay estrategias claras ni monitoreos de conflictividad por parte de las autoridades para tratar temas de derechos de pueblos indígenas. «Ha disminuido el trabajo del equipo del Plan de Medidas Cautelares porque no se ha podido evitar la violencia entre clanes indígenas. Uno de ellos es el caso de la muerte de los ancianos huaorani y la masacre de taromenane». Sobre el caso Sarayaku contó que se ha llegado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, siendo emblemática en la lucha de los pueblos indígenas en el Ecuador. Al finalizar su taller indicó que se ha subrayado la necesidad de que todos estos esfuerzos, aparentemente débiles si se comparan con los enormes intereses económicos en juego, se articulen en una red bien coordinada y panamazónica.
Juan Bottaso, profesor de la Universidad Politécnica Salesiana, señaló que se pueden hacer muchas cosas, «pero una de las más importantes es ayudar a la gente a que valore lo que son, a que recuperen el orgullo de ser indígenas». Por su parte monseñor Julio Parrilla, obispo de Riobamba y presidente de la Pastoral Social Cáritas Ecuador, destacó la importancia de tomar la lucha por la defensa de la Amazonía atacando desde la raíz del problema, ligada a un extractivismo sin escrúpulos. Concluyó su intervención diciendo que «la extinción de los pueblos indígenas supondría una crisis profunda de nuestra humanidad».
Para Mauricio López, miembro de la Pastoral Social Cáritas (brazo social de la Iglesia en Ecuador), a través de su RED Amazónica de la Zona Oriente (vicariatos apostólicos de Sucumbíos, Aguarico, Puyo, Napo, Méndez y Zamora) se ha venido trabajado durante cerca de dos años en procesos de diagnóstico territorial, articulación, y proyección de un proyecto común que se ha iniciado con una formación especializada (http://www.elcomercio.com/pais/Iglesia-organiza-reuniones-defender-Amazonia_0_907109365.html).
La Iglesia pide que se detenga el ‘desangre en la selva’
La Iglesia Católica que vive en la Amazonía ecuatoriana denunció este miércoles «la falta de investigación» sobre las matanzas de los pueblos no contactados. Así también, resaltó «la ausencia de un control efectivo de armas y el fracaso de las medidas cautelares adoptadas para defender a estos pueblos y buscar fórmulas de diálogo y convivencia pacífica». Estos señalamientos constan en el comunicado final del Encuentro de la Red Eclesial Amazónica, que entre el lunes y este día reunió a 146 católicos de 12 países en Puyo, Pastaza.
El documento está suscrito por monseñor Jesús Sádaba, obispo del Vicariato de Aguarico, y por monseñor Julio Parrilla, obispo de Riobamba y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Desde el lunes, en el marco del encuentro, misioneros expusieron lo ocurrido con la población taromenane, grupo oculto que habita en las inmediaciones del Yasuní ecuatoriano y que se ha mantenido lejos del contacto con la cosmovisión occidental. A finales de marzo, al menos 30 taromenane habrían sido masacrados en la selva de Orellana, tal como ocurrió en 2003 cuando mujeres y niños fueron incineradas, por un grupo huaorani.
«Tanto la Constitución ecuatoriana, como las políticas públicas y las normativas que se vienen desarrollando bajo su amparo, constituyen, en principio, un marco favorable para promover la defensa de la naturaleza y el buen vivir de la ciudadanía y de los pueblos», dice el comunicado de la Iglesia en la Amazonía. «Constatamos, sin embargo, (agrega el documento) que el ecosistema amazónico ecuatoriano, ya muy debilitado, corre un grave riesgo de deterioro irreversible como consecuencia de los nuevos proyectos de producción petrolera y minera. Ello tiene importantes consecuencias, no solo para el ecosistema, sino también para la vida de los pueblos amazónicos y sus culturas. Hechos como las recientes y trágicas muertes en las comunidades Waorani y Taromenane, sumadas a otras que se han venido produciendo de campesinos y trabajadores en la misma zona, nos indican que los derechos, formalmente reconocidos, no son suficientemente protegidos». «No estamos siendo capaces de defender la vida de los pueblos no contactados y de quienes les rodean», enfatiza la representación de la Iglesia Católica en la región amazónica ecuatoriana.
Los 146 católicos participantes en el encuentro acogieron la invitación hecha por el papa Francisco «a ser custodios de la naturaleza y de sus criaturas, y hacemos un llamado urgente a buscar caminos de convivencia pacífica entre todos los pueblos y habitantes de la Amazonia. Pedimos que se detenga este desangre en la selva, ocasionado por presiones de todo tipo y por poderosos intereses para los cuales los pueblos desprotegidos son meros obstáculos para el mal llamado desarrollo».
[Cristiano Morsolin, operador de redes internacionales para la defensa de los derechos humanos en América Latina. Investigador de la deuda social y externa, colabora con la Fundación «Giustizia e Solidarieta FGS??- Roma (expresión de la Conferencia Episcopal Italiana)].
Operador de redes internacionales para la defensa de los derechos de los niñxs y adolescentes. Co-fundador del Observatorio sobre Latinoamérica SELVAS. Colabora con BICE, Terre des Hommes TDH, Centre Tricontinental CETRI
26.04.2013.
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