La versión nuestra del tercer mandamiento del Decálogo (?santificar las fiestas??) podría reformularse hoy como dice este título, con solo que entendamos que la santidad no es el fruto de un voluntarismo moralista sino, simplemente, la plenitud y la máxima calidad de lo humano.
Descubriríamos entonces que algo de eso era su sentido primero de ese tercer mandamiento, como luego diré. Pero descubriríamos también hasta qué punto nuestra sociedad ha embrutecido las fiestas, en vez de ayudarnos a humanizarlas. ··· Ver noticia ···
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