La situación de Honduras permanece igual desde el golpe militar ocurrido el 28 de junio. En aquella fecha, el Presidente constitucional del país Manuel Zelaya fue depuesto por militares; Roberto Micheletti, entonces presidente del congreso hondureño, fue nombrado para sustituir a Zelaya. A pesar de la movilización de la sociedad civil hondureña y de la presión de los organismos internacionales por el retorno del Presidente legítimo, la situación en Honduras todavía se mantiene indefinida.
En la evaluación de Nildo Ouriques, profesor del departamento de Economía de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) y presidente del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELA), el Golpe de Estado en Honduras representa un «golpe clásico de la derecha, que tiene estrecha relación con el fracaso de la política de Washington para América Central».
Para el profesor, 15 días después de la destitución de Zelaya, la situación en Honduras permanece indefinida. En su opinión, el presidente constitucional del país conseguirá volver al poder solamente con la fuerte movilización de las clases populares internas.
Considera además que la presión de las comunidades internacionales no es la principal estrategia para el retorno del Presidente. «Todo eso es hipocresía», se desahoga. Prueba de ello es la postura de la Secretaria del Gobierno estadounidense, Hillary Clinton. Según el profesor, ella no quiere que vuelva Zelaya, sino la vuelta del orden democrático, con la anticipación de las elecciones de noviembre. «La vuelta de la legalidad no significa, para Clinton, la vuelta de Zelaya», comenta.
El golpe
Para Ouriques, el golpe comenzó a desarrollarse en función de la política capitalista del gobierno estadounidense. De acuerdo con él, con la crisis financiera mundial, la «economía naufragó», afectando intensamente al país. El profesor explica que, a partir de esa situación, el presidente constitucional se alejó de las clases dominantes -de las cuales, hasta entonces, Zelaya era cercano- y se distanció de la política de Estados Unidos. «Zelaya decide alejarse [de las clases dominantes] y decide [hacer] un plebiscito», afirma.
La consulta popular estaba agendada para ocurrir el día 28 de junio, fecha en que Zelaya fue depuesto de la presidencia. El plebiscito iba a decidir sobre la instalación de una cuarta urna en las elecciones generales de noviembre. En el caso de ser aprobada, la urna iba a preguntar a la población se estaba a favor o en contra de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para elaborar una nueva Constitución para el país.
De acuerdo con Ouriques, con su alejamiento de las clases dominantes y la encuesta popular, Zelaya «avanzó el semáforo de la democracia» y «rompió con la idea de la limitación participativa», yendo en contra de los intereses de las clases empresariales y de la política de Washington. De esta manera, los que estaban en contra de ese accionar del presidente dieron el Golpe de Estado en el país.
Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com