El pueblo se moviliza y rechaza el golpe.
Torpeza golpista: en el Congreso se lee una falsa renuncia del presidente.
Desde Costa Rica, Mel Zelaya se ratifica como presidente constitucional de su país.
El gobierno norteamericano reconoce a Zelaya como presidente.
Radios y canales de TV no informan de lo que sucede.
Se desconoce el paradero de la canciller Patricia Rodas, secuestrada por militares.
Estimados amigos,
Hace poco más de tres horas circulamos nuestra primera crónica de urgencia. Desde entonces, se confirma que el presidente Zelaya se encuentra en Costa Rica, expulsado por los militares golpistas. Ratificando nuestro propósito de «hacer red» en defensa del proceso constitucional, y en solidaridad con el pueblo hondureño, enviamos esta segunda crónica de urgencia, que aclara algunos aspectos de la trama golpista.
El pueblo hondureño ha salido a las calles en Tegucigalpa y otras ciudades del país para rechazar el golpe militar, que tiene la complicidad de gran parte de los miembros del parlamento de ese país. Dirigentes sociales han desafiado de viva voz a los militares que forman cerco en torno a la residencia presidencial y al Parlamento. Se extiende y afirma la voluntad popular de resistir el golpe.
La OEA rechaza el golpe y convoca una reunión urgente de su consejo. El gobierno norteamericano a través de su embajador en Honduras, ha expresado que reconoce a Manuel Zelaya como presidente de ese país.
Un cordial saludo.
Carlos,
SERPAL
Servicio de Prensa Alternativa.
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El pueblo hondureño sale a las calles rechazando el golpe.
El pueblo hondureño se ha lanzado a las calles de la capital Tegucigalpa y ciudades del interior rechazando el golpe de estado y la expulsión del país del presidente constitucional Manuel Zelaya. A medida que pasan las horas, queda al descubierto la torpeza de los militares y de los sectores civiles implicados en la conspiración, que han pretendido justificar su acción golpista acusando al presidente de que la consulta popular no vinculante que hoy se iba a realizar en Honduras tenía el propósito de «perpetuarse en el poder». Estos argumentos fueron también generados desde sectores del congreso, de los medios de comunicación privados e incluso apoyados por las jerarquías de las iglesias evangelista y católica.
Zelaya en Costa Rica: «sigo siendo el presidente de mi país»
Tras tomar la casa presidencial, los militares golpistas secuestraron al presidente amenazando a sus familiares y colaboradores. Fue conducido a una base áerea y expulsado a Costa Rica. Allí fue recibido como presidente en ejercicio por el gobierno local, y poco después se realizaba una conferencia de prensa en San José con la presencia de ambos mandatarios, Oscar Arias y Manuel Zelaya. El presidente hondureño, que vestía aún ropa de dormir, expresó que había sido traicionado por un sector de las FF.AA. y que el golpe respondía a una elite voraz que quiere hacer retroceder al país 20 años o más, a la época en que las demandas populares eran ahogadas en sangre. El presidente Arias
deploró y condenó a los políticos y personas de la sociedad civil «que solo por disentir con la gestión de un gobierno, aplauden un golpe de estado.» Manuel Zelaya ante una pregunta de los periodistas, afirmó que no pedirá asilo político en Costa Rica, país que le acogió solidariamente, porque sigue siendo el presidente constitucional de su país.
Invitó a su pueblo a resistir pacíficamente el golpe, y a reafirmar la soberanía popular contra los golpistas.
Atropello contra los embajadores de países del ALBA
Los militares golpistas secuestraron a la canciller Patricia Rodas, considerada una figura clave del gobierno de Zelaya. Pero también secuestraron a los embajadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua a quienes maltrataron y retuvieron durante un periodo no precisado. La canciller Patricia Rodas es considerada una de las personas más significativas del gobierno de Manuel Zelaya. Desde varias cancillerías se han hecho llamamientos para que sea respetada su integridad personal y sea liberada. El embajador cubano relató que durante su cautiverio le fue arrebatado su teléfono móvil, impidiendo la comunicación con su cancillería. Estos hechos constituyen una flagrante violación del derecho internacional.
En el parlamento «inventan» una supuesta renuncia del presidente
A medida que la acción golpista recibía el rechazo internacional y crecía la movilización y la protesta interna, los sectores civiles que desde el Parlamento instigaron el golpe se dieron cuenta que su acción inconstitucional era inviable. Intentaron entonces «maquillar» el golpe, inventando una falsa carta renuncia del presidente en la que presentaba su dimisión alegando supuestas razones de salud.
Esto no hizo más que poner en evidencia la torpeza y la improvisación de los políticos golpistas, que pretendieron justificar su objetivo de desplazar al presidente con esta falsa carta, leída después que Zelaya tras haber llegado a Costa Rica, proclamara en conferencia de prensa que había sido
secuestrado y expulsado por la fuerza de la residencia presidencial. Pero este impresentable atajo de sinvergüenzas que anidan en el Congreso hondureño, no se detuvieron allí.
Momentos mas tarde, aprobaban una disposición por la que «separaban de su cargo» al presidente Manuel Zelaya alegando incumplimientos por su parte, y designaban como presidente a Roberto Micheletti, diputado liberal que preside el Parlamento. En nuestro envío 396-09 del dia 26, anticipábamos que éste era el objetivo de la conspiración. En la noche del miércoles al jueves estuvieron a punto de consumar ese paso, alegando entonces una presunta demencia de Zelaya. No se sabe que ocurrió, pero finalmente en ese momento se echaron atrás.
Parar la consulta «como sea»
La directiva de los personeros de la oligarquía hondureña era «detener como sea la consulta popular». A pesar de su carácter no vinculante y de ser apenas un sondeo sobre la voluntad de los ciudadanos, a los poderes fácticos les preocupaba que el pueblo hondureño saliera hoy a votar a los parques y otros lugares donde serían colocadas las urnas y las papeletas. En su desesperación por evitar esta pacífica expresión democrática, la fiscalía emitió una resolución más propia de una dictadura o de un gobierno fascista que de un régimen parlamentario.
Firmado por el coordinador del Ministerio Público, se emitió una orden en la que se advertía a quienes participaran en la consulta popular «que incurrirían en el delito de traición a la patria cuya pena menor es de diez años de reclusión.» Pero advirtieron que estas amenazas tampoco surtían efecto y que los hondureños, o al menos gran parte de la población se preparaban para expresar su voluntad en esa consulta, felices de que su opinión empiece a contar en los asuntos fundamentales del país.
Hay que recordar que mas de 400.000 firmas de hondureños avalaban la solicitud de que se convoque una asamblea constituyente en noviembre próximo en coincidencia con las elecciones generales.
Gobiernos y pueblos de A.Latina rechazan el golpe
Con el transcurrir de la jornada dominical se fueron conociendo pronunciamientos categóricos de gobiernos del continente rechazando el golpe. Argentina, Venezuela, Cuba,
Ecuador, Paraguay, Chile, Brasil, Bolivia y Uruguay entre otros, condenaron oficialmente el golpe y exigieron la reposición de Zelaya en su cargo. También lo hizo la Organización de Estados Americanos. En algunos de estos países, se produjeron también reacciones populares con manifestaciones contrarias a los golpistas hondureños.
Estados Unidos solo reconocerá al presidente Zelaya
Durante algunas horas permaneció la duda sobre la actitud que tomaría el gobierno de los Estados Unidos. Fue el mismo embajador norteamericano en Tegucigalpa el que despejó las dudas al rechazar cualquier intento de alterar la normalidad institucional. «El único presidente que reconoce el gobierno de los Estados Unidos es el Sr. Manuel Zelaya» fue su contudente afirmación. En la OEA, el representante norteamericano también hizo conocer una nota del departamento de Estado, firmado por Hillary Clinton, rechazando el golpe en Honduras.
Sigue la protesta popular
En las calles los manifestantes exigen la restitución de Zelaya frente a los soldados, exigiéndoles que regresen a sus cuarteles. El grito de «queremos a Mel» ( como popularmente llaman al presidente ), se mantuvo constante frente a las barreras militares y las tanquetas, matizado por otras expresiones como «la calle es del pueblo», y duros epítetos contra los congresistas. Se advertía que incluso ciudadanos que no comparten la política de Zelaya, consideran un retroceso grave en la vida democrática del país este paso que han dado algunos militares y la mayoría de los congresistas.
Así están las cosas al cierre de esta segunda crónica de urgencia. Una vez más se demuestra que cuando quienes han ejercido el poder durante decenios en América Latina ven amenazados sus intereses sectoriales, apelan a la violencia. Ya lo insinuaron en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador cuando pusieron todas las trabas posibles para la realización de las consultas populares y para impedir las asambleas constituyentes. Para ellos estas reformas representan una democracia directa que les quita el poder fáctico que suelen ejercer desde el control de parlamentos, medios de comunicación y gran parte del poder judicial. Por eso cuando el pueblo pasa a ser protagonista, se les suele caer el disfraz de demócratas y aparece su verdadero rostro. El que tristemente conoció América Latina en los años 70 y 80. El que incubaron las oligarquías del continente con la complicidad de grandes grupos de poder económico y del departamento de Estado norteamericano. Así se fraguaron las dictaduras de Uruguay, Chile, Argentina, Brasil….
Pero las cosas están cambiando en el continente. Desde hace años hay un avance popular constante. Los pueblos eligen nuevos caminos, diferentes en algunos aspectos, pero coincidentes en cuanto a su independencia, su soberanía, su voluntad de justicia. Convergen en la necesidad de romper los lazos de dependencia que postergaron durante tantos años su desarrollo y alimentaron internamente injusticias sociales y sometimiento político y económico.
Ratificamos nuestra intención de «hacer red» con todos los medios alternativos para quebrar la cadena de manipulación y silencios de los grandes medios, dentro y fuera de Honduras. En ese sentido, es destacable la tarea de muchas radioemisoras comunitarias latinoamericanas y en particular del canal de TV Telesur, que ha permitido ver en imágenes directas «la otra cara de la mentira», mostrando al pueblo hondureño en las calles, a los militares formando cerco con uniforme de combate, a los parlamentarios anunciando la falsa renuncia de Zelaya, y al propio presidente desde San José de Costa Rica desmintiendo enfáticamente esa vergonzosa mentira. Y también recogiendo las expresiones de solidaridad de gobiernos y pueblos del continente. También la de todos aquellos que desde Internet, no han descansado en remitir nuestros y otros informes a sus amigos, familiares y compañeros.
Nos duele profundamente tener que ver nuevamente en las calles de un país latinoamericano uniformes de campaña, tanquetas y fusiles amenazando a los ciudadanos.
Es penoso ver otra vez a soldaditos en las calles, mandados por generalotes y oficiales que parecen continuidad de aquellos uniformados represores que torturaron, secuestraron y asesinaron a su propio pueblo. Creíamos que nunca más veríamos este lamentable espectáculo. La torpeza de los golpistas no disminuye su responsabilidad.
Ni la de los medios de comunicación privados, cómplices de la instigación y la mentira. Y menos aún, la de quienes desde alfombrados despachos y solo midiendo sus intereses personales, alientan la violencia para quebrar cualquier intento de cambio social, de avance hacia la justicia y la equidad. Tarde o temprano, los pueblos sabrán poner las cosas en su lugar.
Como nos legó Salvador Allende en sus últimas palabras: «tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra, y la hacen los pueblos».
* Carlos Iaquinandi Castro, Redacción de SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa