Homenaje-despedida a Pedro Zerolo en San Antón -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Como todos saben, Mensajeros de la Paz, esa ONG que dirige con tanto celo como prudencia y creatividad el famoso padre Ángel, celebró ayer, como despedida-homenaje a Pedro Zerolo, un acto religioso-cívico-ecuménico en la iglesia de San Antón, que la diócesis de Madrid le ha cedido para que, todos los días, durante las veinticuatro horas, esté abierta para todo el que quiera entrar a orar, o, simplemente, descansar de la locura urbana durante un rato. Así que, me parece, es el lugar más adecuado para programar y celebrar un sentido homenaje, como despedida, a uno de los habitantes de Madrid más querido por la mayoría de los habitantes de la ciudad. El padre Ángel negó todo carácter político a la reunión-celebración-homenaje-despedida. Y este padre no solo tiene credibilidad, sino que nadie va a poner su palabra en duda.

Sin embargo, a contra pelo, según la opinión de la mayoría de los que conocemos a D. Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, el obispado ha hecho pública una nota, que por su brevedad y sobriedad, presento también en mi blog:

«El Arzobispo de Madrid, Monseñor Carlos Osoro, quiere manifestar su «dolor» al conocer la utilización que se ha dado a la Iglesia de San Antón a través de las informaciones publicadas en los medios de comunicación:

«Pido que la Iglesia, abierta a todos, sea para la oración y para la celebración de los Misterios del Señor y no para hacer manifestaciones ideológicas o políticas, sean las que fueren, que nada tienen que ver con la misión de la Iglesia a la que nos llama el Papa Francisco. Para esa misión se entregó ese Templo y, por ello, ruego a los responsables que sean coherentes con la misión recibida».

Esta es la nota, que, según he afirmado más arriba, la publicó D. Carlos a contra pelo. Y el motivo de la afirmación es que todo indica, y hay rumores que lo vienen a confirmar, que sectores ultra-conservadores católicos españoles habrían entrado en relación con alguna instancia vaticana, y el obispo madrileño, a su vez, recibido alguna indicación que lo movió a redactar la nota. No se sabe qué instancia sería esa. Es lo malo del secretismo de los asuntos curiales. Igual, igualzinho, como se dice en Brasil, que la tremenda y descarnada sinceridad y transparencia con las que están escritos los «Hechos de los Apóstoles».

Y sin pretender, de ninguna manera corregir la nota arzobispal, pero siendo fiel y coherente con mis ideas, de como entiendo la separación de Iglesia y Estado, y de la injerencia, mezcla, separación o involucración de la política en la praxis del cristiano, señalaré unos puntos que aclaren mi postura:

1º) La dimensión política es ineludible, en cualquier manifestación humana, también en las que llamamos religiosas, sean o no tales, pues las de la fe cristiana son, más bien, reveladas, más que religiosas. La tradición, «revelada», del Antiguo Testamento (AT) no es que esté mezclada con la política, es que es, esencialmente, política. (Política entendida como la «preocupación por la polis», por la ciudad, por la comunidad humana)
2º) Jesús cambia esa dimensión de casi identificación religión-política, y la Iglesia primitiva, hasta finales del siglo IV, lo respeta, y así lo vive. Pero, a partir del siglo VI, motivada por la fuerte personalidad y la acción de León Magno, (390-461), la Iglesia no solo vuelve a mezclarse con la Política, sino que durante por lo menos 13 siglos se convierte, hasta el final del siglo XVIII, y la Revolución francesa, en uno de los principales actores políticos «profesionales» primero de Europa, y después, del mundo. Y, de alguna manera, esa realidad perdura, más mitigada y matizada, pero aún hoy se hace presente. No en vano el Papa es, todavía, infelizmente, jefe de Estado.

3º) Nadie duda de que la ayuda de Juan Pablo II a su paisano Lech Walesa era no solo política, sino también, ideológica. Así como su desplante y rechazo al sacerdote y ministro de Cultura nicaragüense, Ernesto Cardenal Martínez, también lo fue por fuertes motivos ideológicos. O la presencia de mandatarios en las celebraciones eucarísticas, o desfiles penitenciales de Semana Santa, incluso con la presencia de soldados vestidos de tales, ¿no tienen, o así pueden ser entendidos, muchos matices ideológicos y políticos? Así que nadie se extrañe que aunque al homenaje a Zerolo hayan asistido personas de todo tipo e ideología, hayan sido mayoritarias las de tendencia izquierdista-progresista. Pero esto no quiere decir que de ello se haya hecho propaganda explícita. Es decir, política partidista.