En ocasión del II Foro Mundial de Teología y Liberación, en enero pasado, en Nairobi, a vísperas del Foro Social Mundial, nosotros, teólogos presentes elaboramos y firmamos el Manifiesto abajo respeto a Jon Sobrino. Como secretario ejecutivo del Foro de Teología, como compañero de Sobrino en la Revista Concilium, pero, sobretodo como discípulo de Sobrino, solicito la divulgación del documento. Gracias.
Fr. Luiz Carlos Susin
Manifiesto
* Participantes del Foro Mundial de Teología y Liberación, después de escuchar a François Houtart y a Jon Sobrino, invitados hace mucho tiempo a participar activamente en este Foro, junto a Desmond Tutu, quieren expresar motivos de agradecimiento y alto aprecio a estos nuestros grandes maestros.
François Houtart, ya reconocido en el Concilio Vaticano II, del cual fue asesor, como maestro que ha enseñado a comprender e interpretar la realidad social, continúa sin descano su compromiso con la transformación social globalizada, a través de su trabajo de investigación conferencias, producciones y sobretodo su presencia junto a movimientos sociales, como el Foro Social Mundial. Su testimonio es de inestimable valor par la Humanidad.
Jon Sobrino, que cambió de lugar social cuando encontró al pueblo pobre y los sufrimientos de El Salvador, es nuestro maestro mayor en teología. Su obra escrita, sobretodo su cristología, resulta de una experiencia evangélica, de su «ruptura epistemológica» y su descubrimiento del «lugar teológico» que son los pobres. Y los pobres son la gran mayoría del Pueblo que es Iglesia. Por eso, para comprender realmente la cristología de Jon Sobrino es necesario no solamente leer el conjunto de sus escritos -libros, artículos, meditaciones- o escuchar sus conferencias, sus reflexiones, sus palabras de cabeza iluminada por el corazón y por la fe. Es necesario recorrer el mismo camino, llegar al mismo «lugar», y leer honestamente desde ahí los profetas y sobre todo el mismo evangelio de Jesús.
En términos rigurosamente cristológicos, Sobrino es el maestro que está ayudando a más de una generación a hacer el salto del dogma abstracto, del sueño dogmático, al encuentro del Cristo vivo en su contexto, en su lugar teológico que es el pueblo pobre. El Cristo histórico, divinamente humano y humanamente divino, brilla en la compasión y en la solidaridad, junto al pueblo pobre, radicaliza el acercamiento del Reino de Dios como la verdad por la cual ?l mismo dio su vida y continúa resucitado. Jon Sobrino enseña con tal claridad este núcleo de la fe y de la teología cristiana que solamente a partir de esto, y no de alguna lógica griega, el dogma adquiere vida en su debido lugar.
Estamos convencidos de que si la cristología de Jon Sobrino causa alguna perturbación, ello tiene menos que ver con doctrinas dogmáticas que con actitudes prácticas. De hecho, su enseñanza cristológica recupera la autoridad evangélica de los pobres, la preferencia de Dios por revelarse a los pobres, el don del Reino en primer lugar a los pobres. Esta insistencia es siempre escandalosa, pero es de Dios, de Jesús, antes de ser de Sobrino.
La turbación puede ser ocasión de ruptura con el formalismo dogmático que sirve al formalismo eclesiástico. Puede ser ocasión de conversión al lugar teológico de la revelación, del Reino de Dios, de la salvación. Pero no acontece sin sufrimientos para quien lo anuncia. Queremos reverenciar a nuestro maestro Jon Sobrino por la fidelidad en su larga y conocida experiencia de sufrimiento compartidos con el pueblo, con Mons. Oscar Romero, con sus hermanos asesinados. Ellos hacen de su teología un camino de fe, de esperanza, incluso de buen humor. Hacen de su cristología un método incontornable de coherencia y convicción cristiana. La mejor forma de agradecer al maestro es llevar adelante su enseñanza.