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Se acabó la magia. Así lucía ayer por la noche el búnker de Juntos por el Cambio: vacío, sin globos, sin música, y la imagen desolada del Mago Sin Dientes, el último que se fue. | Foto: Aldana Somoza.
Sorprendiendo a propios y extraños, la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández del Frente de Todos se impuso este domingo en las PASO por el amplio margen de 47,65% contra el 32,08% de votos logrado a nivel nacional por el Frente Por el Cambio de la fórmula Mauricio Macri-Miguel Angel Pichetto. En la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof se impuso por un 49,34% contra el 32,56% logrado por María Eugenia Vidal.
Un contundente voto castigo ? que se repetirá en octubre ? de la población contra las políticas económicas macristas de ajuste, recortes, despidos, desocupación, inflación y pérdida del valor adquisitivo. Derrota, también, de los medios hegemónicos oficialistas y de la mayoría de las consultoras privadas, que pronosticaban empates o poca diferencia. Expectativa por cómo reaccionan los «mercados». Por ANRed.
Contra todos los pronósticos de posibles empates técnicos o pequeños márgenes de diferencia, que los medios tradicionales hegemónicos oficialistas y muchas consultoras privadas instalaron durante las semanas previas a las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández se impuso a la de Mauricio Macri-Miguel Angel Pichetto a nivel nacional por 15 puntos. Más contundente aún fue la diferencia de casi 17 puntos de la fórmula Axel Kicillof-Verónica Magario sobre la de María Eugenia Vidal-Daniel Salvador en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Los resultados se conocieron tardíamente. En un principio, desde los equipos de prensa del Ministerio del Interior (a cargo de Rogelio Frigerio) se hizo circular entre los y las periodistas presentes la versión de que el recuento provisorio de votos iba a tardar más de la cuenta debido a una caída en el sistema digital de SmartMatic, la empresa contratada por el gobierno de Cambiemos para esa función. Luego se supo por veedores internacionales que el sistema siempre funcionó bien, sólo que el gobierno esperó a tener «una muestra más representativa» antes de dar a conocer resultados. Fue una maniobra que anticipó, junto con la imagen del empleado que empezaba a guadar los globos amarillos, la contundente derrota que se avecinaba.
Guardando los globos | Foto: Perifl
Fue así que el ? todavía ? presidente Mauricio Macri, cuando aún no habían datos oficiales y poco después de las 22, reconocía: «Hemos tenido una mala elección y eso nos obliga a redoblar los esfuerzos de cara a octubre para seguir con los cambios ? expresó, visiblemente triste y mostrándose aún en competencia ? Quiero que sepan que escuchamos el voto de la gente. Creemos en la democracia y en la expresion en la gente«, sostuvo. El broche de su intervención fue cuando mandó a dormir a los argentinos y argentinas, sin resultados oficiales, para ocultar lo imponente de la derrota: «es hora de ir a dormir». Un poco más tarde, rápidamente se viralizaba en las redes la imagen desoladora del personaje popular conocido como el Mago Sin Dientes, quedándose sólo en el búnker oficialista. Todo un símbolo de fin de ciclo.
Fin de ciclo: triste, solitario y final.
Luego habló el resto de precandidatos, salvo María Eugenia Vidal quien, visiblemente molesta por los resultados, no quiso dar declaraciones en la conferencia de prensa oficialista. Alberto Fernández fue el último en dirigir unas palabras: «se terminó el concepto de venganza, de grieta y de cualquier cosa que nos divida. Hoy la Argentina dió un veredicto claro, que dice cambiemos, pero en serio. Nosotros éramos el cambio, no ellos. Una vez más vamos a arreglar los problemas que otros generaron«, aseguró. Y agregó: «los que se fueron a dormir, les pido que no duerman».
Con un 75,78% de participación de la población y el 98,67% de las mesas computadas a nivel nacional, el resultado prácticamente ya corona a Alberto Fernández como el próximo presidente argentino, dado que nada parece hacer cambiar las cosas de cara a octubre. Si el kirchnerismo conserva esos votos gana cómodo en la primera vuelta porque el macrismo no llega a competir ni aún sumando el porcentaje de votos logrado por el resto de partidos de centro o derecha, como el partido Consenso Federal de Roberto Lavagna (8,22%), el Frente Nos de Cynthia Hotton (2,63%), el partido Unite por la Libertad y la Dignidad de Luis Espert (2,18%), el Frente Patriota del fascista Alejandro Biondini (0,24%) y el Movimiento de Acción Vecinal de Raúl Albarracín (0,14%).
Vidal, la cara perpleja de la derrota: la precandidata a gobernadora bonerense rechazó hablar en el escenario. La imagen negativa de Macri la arrastró a nivel electoral, luego de que su jefe político le negara la posibilidad de desdoblar las elecciones.
Se trató de un contundente voto popular que castigó al gobierno de Mauricio Macri por sus políticas económicas de ajuste, recortes, despidos, cierre de fábricas, desocupación, aumento de la pobreza y la indigencia, aumento constante de la inflación, pérdida imparable del valor del peso argentino y deuda exhorbitante con el FMI.
El resultado se mantuvo, o se amplió incluso más, en casi todas las provincias del país, con excepción de Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires. En Córdoba, Juntos por el Cambio se impuso por 48,18% contra un 30,39%. Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta ganó por un 44,71% contra un digno 33,04% de Matías Lammens.
Otra de las preguntas que queda flotando es si el centenario partido UCR desaparece como experiencia política. Arrastrado a la derrota por su alianza con el macrismo, el partido radical perdió también contundentemente en las únicas dos provincias en las que era fuerte: Mendoza, donde el gobernador Alfredo Cornejo tuvo que salir a reconocer su derrota por tres puntos (40,48% contra 37,33%), y en Jujuy, donde la diferencia fue de 46,09% contra 29,09%.
Un Macri perdedor y desolado
La victoria total de los Fernández desfiguró las caras en el gobierno y despejó fantasmas que se agitaron desde las encuestas, de parte de algunos malintensionados analistas y desde el «periodismo de guerra» oficialista, que por momentos hizo creer, a los ojos de la virtualidad, que era posible una reelección anómala en la historia de las ciencias políticas: que sea reelecto un gobierno al que le dan mal todos los índices económicos. Detrás de la pirotecnica publicitaria estaba esperando un contudente escarmiento: el voto castigo de una población que vivió la fragilidad económica con un alza en el costo de vida constante, la pérdida de trabajo y del consumo.
La vuelta del peronismo plantea el fin de la aventura de un sector de la burguesía que apostaba algún poroto a que Cambiemos podía pilotear la tormenta. Desde ahora se reconfigura un nuevo escenario en torno al recambio, a las deudas por pagar y como llegar a la transición. El giro contundente también trastorna el escenario Latinoamericano, con un parate a las fuerzas liberales y de corte populistas de derecha que habían avanzado con la caída los progresismos en la anterior oleada.
El primer signo habría sido el triunfo de Manuel López Obrador en México. El presidente estadounidense Donald Trump hizo público el apoyo a Mauricio Macri, quien había desestimado el proyecto de «la nueva ruta de la seda» que impulsa China y que lideraba las arremetidas contra la Venezuela de Nicolás Maduro. La debacle de Cambiemos pone hasta en riesgo la transición en un clima de desmoralización de su principales aliados en el sector político, empresario y en los grandes medios de comunicación, que endurecieron su crítica en las últimas horas.
La mayoría de los medios de comunicación liberales y especializados en finanzas del mundo salieron a caracterizar la elección como un triunfo del «populismo» y una regresión de Argentina. Ahora, todas las miradas están atentas a la posibilidad o no de que se abra un canal de diálogo entre Mauricio Macri y el futuro presidente Alberto Fernández para encauzar la transición para lo que resta del año. También hay expectativa por cuál será la reacción de los llamados «mercados» luego de los resultados, por lo que se esperan nuevas corridas por el dólar, que volvería a impactar en el valor del peso, reduciendo aún más la capacidad adquisitiva de argentinos y argentinas, en el marco de este fin de fiesta, donde se guardaron los globos amarillos.