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Gerardo Valencia Cano, obispo, misionero y hermano -- Javier Jaramillo

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A instancias del Encuentro interreligioso e intercultural por la Memoria de Gerardo Valencia Cano -GVC- (26.08.2022) escuche intervenciones de Marta Arango y Sulman Hincapié sociólogas; Olga Lucía Álvarez, Presbítera Católica, Gabriel Ignacio Rodríguez, Pbro. Jesuita, Esteban Cañola Pbro Misionero, Oscar Calvo y Antonio Echeverry, historiadores, Carlos Mario Franco, activista; Juan José Tamayo, Teólogo; Wenceslao Estupiñan M, gestor de la canonización de Monseñor; Juan Felipe Jaramillo, Sacerdote Zen; Beatriz Montoya, Psicóloga; Amparo y Yenny Valencia sobrinas de Valencia Cano.

Todos ellos transmitieron rasgos contextuales, personales y misionales del Hermano Obispo Gerardo Valencia Cano (1917-1972) y destacaron su sencillez, su fidelidad a los pobres y excluidos, su influencia en la apertura de caminos en Colombia del giro eclesial y teológico derivado del aprendizaje de los otros y del Concilio Vaticano II.

Valencia priorizó la educación y la apertura del rol de la mujer en la misión. El hermano obispo es un testimonio de transformación radical desde la espiritualidad y a partir del otro, el otro pobre, excluido, abandonado. Es una transformación mística, orante, actuante en la cotidianidad. Valencia Cano es de compromiso resultante de un camino de trascendencia, de santidad, invita, esencialmente, a entender, comprender, acompañar a los pobres y excluidos.

Él puso en marcha una iglesia «comunidad de comunidades»; donde la «autoridad» estaba basada en la comunidad no en las jerarquías; ubicó la iglesia en la sociedad, en los sectores más empobrecidos, puso en práctica la Kenosis del abajamiento; fue misionero por identidad, el ser humano y la dignidad humana está en el centro de su praxis;
Fue un adelantado del «pacto de las catatumbas», un manifiesto de sacerdotes y obispos que asumieron un estilo de vida austero y pobre, una concepción del ministerio del episcopado sin pompas ni superiorísimo y un ministerio independiente de los poderes y de las estructuras injustas.

Gerardo Valencia -moncho, hermano mayor- renunció a las vestimentas obispales, el vehículo episcopal, a las pertenencias, a las distancias, pero también renunció a callar o al silencio cómplice de la injusticia. Valencia no es un predicador de púlpito, es un prototipo de la teología de la encarnación.

Gerardo Valencia expresa el cambio de paradigma de la iglesia de conquista, colonial, desarrollista a la iglesia de los pobres; hasta podría decirse que se anticipó a los estudios decoloniales contemporáneos toda vez que se sintió con identidad latinoamericana, fue un latinoamericano a favor de la unidad latinoamericana, «caminando de la mano en el proceso de liberación». Fue anticolonial, su idea de desarrollo es liberación tal como lo desarrollaran pensadores latinoamericanos. Se consideró anticolonial y defensor de un socialismo que uniera a las personas negras, indias y blancas, contra la discriminación y la eliminación de las aduanas. Estaba convencido de que había un poder liberador capaz de echar por tierra las prácticas de los avaros.

El hermano Gerardo fue amado y respetado y también acusado por sus pares obispos: incomprendido, estigmatizado, despreciado, casi destituido, vilipendiado, maldito.

El hermano mayor obispo desafío las mujeres que le rodearon, tuvo gestos nunca antes vistos con ellas, las conectó con pensamiento y prácticas de mujeres universales. Hay mujeres que lo recuerdan como un promotor universal, osado, arriesgado, entregado a la Providencia, primero les pedía actuar en grupo, avaló la Unión Femenina Misional UFEMI (1950), que después fue la Unión Seglar Misionera USEMI; el obispo habló del «espíritu sobrenatural» para enfrentar situaciones difíciles, construyó buena parte de la educación en Buenaventura y el sur del país, el Instituto Tecnológico de Buenaventura y La Universidad del Pacífico son, entre muchas otras, un par de obras educativas legadas por Monseñor.
Con él, las mujeres visitaron la gente, ofrecieron apoyo, hicieron correrías con alegría, ofrecieron sacramentos, se sintió siempre enviado a evangelizar a los pobres, pidió ser llamado hermano, se sintió negro con los negros, pobre con los pobres, marginado con los marginados. Nunca más que nadie y servidor de todos, carga maletas sin pena.
Valencia les dijo a las mujeres y creó condiciones para que «No les de miedo ser audaces» ; «Están maduras para gobernarse a sí mismas»

Sobre su pensamiento se puede decir que Gerardo Valencia Cano estuvo impactado e influenciado por Sofia Müller misionera protestante, por Rubem Alves y Gustavo Gutiérrez. De Monseñor hablaron positivamente los antropólogos Jean Elizabeth Jackson y Gerardo Reiche Larosa del Rhodes College. Valencia valoró la importancia de las ciencias sociales para la labor pastoral y la reflexión teológica antes del Concilio Vaticano II de 1962. su actividad transcurrió en medio de 1968 cuando se dieron Golconda, el encuentro de Misiones de Salgar, la Conferencia Medellín, el Encuentro de Golconda en Buenaventura; fueron tiempos realmente convulsos y fecundos.

Siento alegría de descubrir un pequeño gigante, un profeta y un místico activo. Siento curiosidad y quedo motivado a leer su diario, sus cartas, su libro «Conversaciones con Dios» y su legado a través de sus testimoniantes y biógrafos.
Me quedo especialmente con esa directriz de Monseñor de hacer lo que se quiera hacer en grupo, en equipo, en comunidad, no solos, porque, en relación con los otros, relativizamos, depuramos, profundizamos o «purificamos» las motivaciones propias.

Claramente se ve la necesidad de recuperar, conocer, respetar la vida y la obra de Gerardo Valencia Cano, obispo, hermano que ¡Vive por Siempre!

Gracias al Centro de Fe y Culturas a la Alianza Diálogo Interreligioso e Intercultural y a todas y todos los organizadores y participantes por honrar la memoria de Monseñor Gerardo Valencia Cano, fue un evento de calidad académica y testimonial poderosa que aviva en nosotros el «espíritu sobrenatural» a favor de la equidad, la iglesia de los pobres, la libertad, la verdad y la paz.

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