No es la primera vez que hago referencia al evidente trato de favor que, desde muchos medios de comunicación accidentales, se le dispensa al estado de Israel (1). No creo que sea casual que las informaciones o análisis, concretamente sobre el drama de Palestina, se elaboren, repetidamente, fuera del contexto real, que no es otro que el de la férrea y cruel ocupación de su territorio, por parte del estado sionista.
Una ocupación que ya dura más de sesenta años. Y es eso, y no otra cosa, el verdadero marco del conflicto. Las informaciones o análisis que obvian este hecho resultan tergiversadas, porque también niegan, de facto, la legitimidad de la resistencia palestina, y acaban convirtiéndose en propaganda a favor del agresor. Es sabido que, en toda guerra, la primera víctima es la verdad, y esta no es una excepción.
Por la fuerza de uno de los ejércitos mejor equipados del planeta se impone, mediante la ocupación, el robo masivo de tierras palestinas, con el establecimiento de colonias israelitas en las mejores zonas, el control de los acuíferos y de las fuentes de energía. Se erradica o secuestra al conjunto de la población palestina, con el éxodo de millones de desplazados, con más de 10.000 presos en cárceles sionistas, además del enorme muro del apartheid en Cisjordania y del insufrible asedio de la Franja de Gaza, especialmente desde que el movimiento Hamas ganara las elecciones, supervisadas internacionalmente, con un 65% en 2006.
La ocupación, en definitiva, ahoga la vida diaria de los palestinos, los priva de sus derechos y los somete a una explotación, laboral y social, en medio de todo tipo de vejaciones. Los palestinos son tratados como animales, según el testimonio de ciudadanos israelíes contrarios a la ocupación.
Al omitir la ocupación, como contexto, los voceros sionistas, y los medios indulgentes con ellos, pretenden mostrar al mundo que el enfrentamiento en Palestina responde a una especie de odio sobrevenido, entre árabes y judíos, en un escenario de mutuas agresiones, buscando equidistancia o neutralidad en sectores importantes de la opinión pública. A partir de ahí, los medios subvierten los términos, (?ofensiva israelí?? contra los ?terroristas de Hamas??), criminalizando la resistencia, con las bendiciones de todos los gobiernos occidentales, para acabar legitimando la represión sobre este pueblo cautivo (?Israel tiene derecho a defenderse??). Mientras tanto, cómo no, se tilda de ?antisemitas??, a quienes nos solidarizamos con Palestina frente al ocupante, confundiendo interesadamente conceptos tan dispares como semitismo, judaísmo y sionismo.
Se dice que Israel fue fundado, en 1948, para compensar a los judíos por la barbarie nazi. Debió ser entre otras razones porque, sobre todo y fundamentalmente, Israel fue creado como estado satélite, para perpetuar los intereses coloniales de las potencias occidentales en la región, desde los del eje franco-británico de entonces, al norteamericano de ahora. Ciertamente, Israel ha ido cumpliendo su papel de ?gendarme de Oriente Medio??, con suma eficacia, a sangre y fuego. Y el martirizado pueblo palestino se ha llevado la peor parte. Entre otros muchos episodios sangrientos, señalemos la misma violenta fundación de Israel (1948-1949), la guerra de los seis días (junio 1967), las matanzas en los campos de refugiados de Sabra y Chatila (septiembre 1982) y, más recientemente, los asesinatos y la destrucción por el ataque israelí al Líbano (julio-agosto 2006).
Armado hasta los dientes nucleares por Estados Unidos, a Israel se la ha permitido el sistemático incumplimiento de las, ya de por sí tibias, resoluciones de la ONU, sobre la ocupación y la colonización. Se le toleran los crímenes en masa, contra civiles indefensos, la violación de las leyes sobre la guerra y la utilización de armas (de destrucción masiva) prohibidas por las convenciones internacionales. Mientras tanto, Occidente, o la ?comunidad internacional??, como se dice ahora, mira hacia otro lado. Ya le va bien.
Gaza ha sido convertida en un inmenso gheto, cercada y asediada, como hemos dicho, mucho antes del inicio del ataque que comenzó el pasado 27 de diciembre de 2008. La resistencia de los gazaríes recuerda a la de los judíos del Gheto de Varsovia, atacados y exterminados por la Alemania nazi en 1943. Aquellos, como estos, también fueron calificados de terroristas, por la propaganda de Goebbels. La limpieza étnica y las deportaciones, en pro del ?gran Israel??, y el sinfín de humillaciones racistas que sufren a diario los palestinos, recuerdan demasiado a la persecución y genocidio que padecieron los padres y abuelos de los actuales verdugos, a manos de los teóricos de la ?raza aria??(2). Los métodos nazis no dejan de serlo, aunque sean ahora los sionistas quienes los empleen.
Gaza arrasada, y su millón y medio de habitantes sin escapatoria. Cuentan que las víctimas mortales superan, en el momento de escribir estas líneas, la cifra de 1.200, de las cuales más de la mitad son lo que llamamos ?población civil??. Ejecuciones en masa de gente indefensa, con centenares de niños asesinados (mas de 400), muchos de ellos con tiros a sangre fría. Y varios miles de mutilados y heridos. Y odio suficiente para alimentar a tres generaciones. El ejército sionista no respeta ni casas, ni hospitales, ni escuelas, ni instalaciones de la ONU, ni almacenes con ayuda humanitaria, ni siquiera los cementerios. Otro crimen abyecto, otra vergüenza de la humanidad. ¿Hasta cuando?
Ante la pasividad, cuando no complicidad, de nuestros gobernantes, es imprescindible extender la solidaridad y la movilización social (3) a favor de Palestina. Movilización y solidaridad para que cese la masacre, para el fin de la ocupación, para la restitución de los legítimos derechos de los palestinos. Y para sentar ante un tribunal, por crímenes de guerra, a Olmert, Peres, Livni, Barak y Sharon, junto a los mandos de su ejército.
Pep Juárez, enero de 2009.
(1) Ver mi art. ?Palestina, bombas y eufemismos?? (Julio 2006)
(2) Ver mi art. ?Víctimas de ayer, verdugos de hoy?? (Agosto 2006)
(3) Manifestación en Palma, día 24 de enero, 17,00 h., Delegación Gobierno-Consulado EUA