Cada día aumenta la sensación de que esta máxima está muy extendida en nuestra decadente sociedad, y en muchos niveles. La vida económica internacional es una buena muestra. Parece que está dominando un proceso de la economía especulativa que está ligando a los gobiernos y los hace ir por donde está el máximo interés de los mercados. Unos mercados que son hoy una dictadura del dinero que quiere ganar en el mínimo tiempo posible y con el máximo beneficio posible. Millones de pobres, hambrientos y explotados son los débiles que pagan las facturas de la prepotencia.
A nivel de las políticas dominantes en Europa da la misma impresión. El miedo a la inseguridad está restringiendo de tal forma la sociedad del bienestar que se imponen con vigor y determinación a los sectores débiles de la sociedad recortes en la salud, la educación y servicios sociales. Mientras los grupos ricos y las grandes fortunas en general no esconden su nivel de gastos y ganancias. Sencillamente: escandaloso.
Y así podríamos ir narrando infinitas situaciones en las que domina el machismo, la prepotencia y una forma de mandar que muestra cómo de diferente son tratados los ?afortunados?? y los ?debilidades??.
Estas realidades nos llevan a dos consideraciones. La primera son signo claro de una falta de principios sociales y morales. La persona que está convencida de la dignidad humana, los derechos universales de todas las personas, de que la política y la economía son un servicio a la sociedad y de que hay una preferencia ética por la gente que sufre, por los sectores débiles de la sociedad, ?? no actúa de esta forma. Y al contrario, lo que pone por encima de torcido su currículum, el éxito de grupo o de partido, la acumulación de riqueza personal y familiar ?? etc. va a su pague quien pague las consecuencias ..
La segunda consideración pertenece a nuestra tradición religiosa. Tanto en los profetas del Antiguo Testamento como en la vida y las enseñanzas de Jesús queda muy claro que los primeros para el creyente en Dios son los pobres, que deben ser atendidos en sus derechos y necesidades, cambiando estructuras perversas y atendiendo con caridad donde aquellas no lleguen. En el Nuevo Testamento se constata una profunda sospecha en contra de los enriquecidos, expresada de forma muy clara por Jesús: ?no podéis servir a Dios y al dinero??.
La crisis de valores, la crisis de fe que vive nuestro mundo nos está llevando a convertirse en ?fuertes con los débiles y débiles con los fuertes??, que es todo lo contrario de lo que Dios inspira a la humanidad.